Los adultos

EL MUNDO 27/12/16
ARCADI ESPADA

LA FERIA de Barcelona, una institución que recibe más de dos millones de personas al año, que el año pasado declaró ingresos por 150 millones de euros y que genera 40 mil empleos, ha vetado la ya habitual presencia de militares y policías en el Festival de la Infancia. Las noticias hacen responsable del veto a Ada Colau, pero esa atribución es incompleta e injusta. El alcalde de Barcelona preside el Consejo General y diversos concejales ocupan vicepresidencias y vocalías, pero la dirección de la Feria está en manos del presidente de su consejo de administración, ahora Josep Lluís Bonet, y del director general, ahora Constantí Serrallonga. La feria barcelonesa es, como todas, una institución del empresariado: ese tejido social la gobierna y es el responsable principal de sus decisiones.

La nueva proyección del irrisorio pensamiento de Ada Colau no puede sorprender a nadie. Ella considera que los militares, que en su cavernosa demagogia no distingue nunca del militarismo, son pura pornografía que debe mantenerse alejada de los menores de edad. También sería inútil argumentarle a su cabeza sobre el peligro de que las fuerzas de seguridad sean percibidas como un cuerpo socialmente extraño y aparte. Siendo ella misma pueril de arriba abajo, si alguien la advirtiera con un punto de atrevida sofisticación de la conversión de la pedagogía en puericultura, tendría garantizado su fracaso. A franco, ¡muy franco!, ridículo sonaría cualquier meditación sobre la peculiaridad española frente a sus ejércitos, aún demasiado (mal) vistos con los ojos de la memoria: la alcaldesa forma parte de esa izquierda inútil que todavía quiere ganar la Guerra Civil, y qué manera más directa que disolviendo policía y ejército. Por último, que a nadie se le ocurriera lo peor: hacerle saber que los varoncitos disfrutaban sobremanera en el festival jugando a polis y haciendo atronar las sirenas. Colau acaba de llenar las calles de la ciudad con ñoñas invitaciones a que los niños jueguen con muñecas, porque la alcaldesa embarazada es de las que cree que el sexo es una construcción social.

Pero el pensamiento Colacau (y que dios me perdone) solo es la premisa necesaria. Lo que acaba de cuadrar el problema es que personas adultas, supuestamente razonables, transijan con la superstición y el oportunismo sin mayor resistencia ni queja pública, atentos solo a su zona de confort y a sus intereses. Así es como ha cuajado en Cataluña el consenso nacionalista y así es como avanza en todas partes el consenso populista. Por la suma de ignorantes y suicidas.