Los conversos franceses de la yihad

EL CORREO 30/11/14

Francia descubre aterrada un enemigo interior entre sus hijos de pura cepa, clase media y educación católica o atea

Francia asiste aterrada a la deriva yihadista de buena parte de sus conversos al islam. No todos los locos de Alá que viajan a Siria para enrolarse en las filas del Estado Islámico (EI) proceden de la segunda generación de inmigrados musulmanes, la marginación social en los suburbios árabes o la pequeña delincuencia adoctrinada en las cárceles. Un contingente no desdeñable de los soldados galos de la guerra santa está formado por jóvenes franceses de pura cepa, criados en familias católicas o ateas de pequeñas poblaciones y pertenecientes mayoritariamente a las clases medias. Es el enemigo interior, la quinta columna del desafío integrista, una amenaza para la seguridad y un quebradero de cabeza para las autoridades.

Según cifras de la Fiscalía antiterrorista de París, en la actualidad hay 376 franceses, de los que 88 son mujeres y 10 menores, en Siria e Irak bajo la disciplina del EI. En total, 1.132 franceses se han implicado en las tramas yihadistas, de los que 36 han perecido en combate o atentados suicidas. Francia aporta el mayor batallón de yihadistas europeos, cuyo número supera los 3.000 según la estimación de Gilles de Kerchove, coordinador de la lucha contra el terrorismo en la UE. En proporción al número de habitantes, el liderazgo lo ostenta Bélgica.

Si es cierto que la inmensa mayoría de los reclutas galos procede de familias inmigradas en un país con cinco millones de musulmanes, resulta llamativo el elevado porcentaje de conversos, que oscila entre el 15% y el 20%. Las denuncias por parte de sus propias familias, alarmadas por los cambios de comportamiento en los jóvenes radicalizados, son el termómetro más fiable del fenómeno. En el teléfono especial habilitado en abril por el Ministerio del Interior se han registrado 625 llamadas pertinentes, lo que ha permitido evitar entre 70 y 80 escapadas a Siria.

Más de 160 familias han contactado con el Centro de Prevención contra las Derivas Sectarias ligadas al Islam (CPDSI), organismo privado fundado por la antropóloga Dounia Bouzar. Sus testimonios han servido de base de datos para un estudio de 90 páginas que contradice no pocos tópicos, prejuicios e ideas preconcebidas. Por ejemplo, el 80% de las familias que han buscado amparo en el CPDSI declara ser ateas y solo el 10% tiene un abuelo inmigrado.

El 67% pertenece a las clases medias mientras que los medios popupulares (16%) están igualados con las categorías superiores (17%).
Los sectores docentes y educativos están sobrerrepresentados en el estudio porque, según sus autores, estos profesionales prestan más atención al comportamiento de sus hijos.
El 63% de los jóvenes señalados tiene de 15 a 21 años y solo un 5% cometió actos de pequeña delincuencia al inicio de su adolescencia.
El 40% sufrió episodios depresivos, lo que alimenta la hipótesis de que el adoctrinamiento es más fácil en jóvenes hipersensiblsibles.
Internet es el modo de captacióntación privilegiado en cerca del 91% de los casos.

Falta de ideales
La historia de Adèle, una quinceañera que desapareció de casa para escapar a Siria, sirve de hilo conductor a ‘Buscan el paraíso, han encontrado el infierno’, el último libro de Dounia Bouzar. La chica pertenece a la primera familia de clase media superior que recurrió a la directora del CPDSI. «Cuando leáis estas líneas estaré lejos, en la tierra prometida, porque allí es donde debo morir para ir al paraíso», ponía el mensaje que dejó a su padre, psicoanalista, y a su madre, profesora. «Antes trabajaba sobre jóvenes con dificultades escolares y sin esperanza social. Ahora he descubierto otro mundo. El caso de Adèle no es único. He visto el mismo fenómeno en 140 hijos de familias de la clase media», apunta Bouzar.

Los vídeos propagandísticos del EI han revelado algunos rostros de estos conversos rebautizados con nombres de guerra árabes rematados con la coletilla ‘Al Faransi’ (el francés). Maxime Hauchard, nacido hace 22 años en Normandía, es uno de los más conocidos por aparecer como uno de los verdugos de 18 soldados sirios decapitados. De padre operario de mantenimiento y madre empleada de la Seguridad Social, hizo la primera comunión en 2002, se confirmó en 2004 y se convirtió al islam en 2009. «Su familia es de lo más corriente, cristiana y no practicante. Se trata menos de religión que de malestar, falta de ideales y dificultad para encontrar su camino», expone en ‘Le Figaro’ el padre Jean-Claude Vinet, cura de su pueblo, un bucólico paraje normando de 3.200 habitantes.

De una localidad más pequeña, con 1.400 vecinos, es Quentin Le Brun, uno de los tres jóvenes barbudos y armados que arengan a los musulmanes de Francia a la yihad antes de quemar sus pasaportes en otra filmación. Nació hace 26 años en Labastide-Rouairoux, un enclave perdido en las estribaciones pirenaicas de la Montaña Negra, donde se instaló antaño su abuelo, un gendarme repatriado de Argelia. La conversión del hijo de camionero y dependienta en una tienda no pasó desapercibida en una familia sin ninguna relación con el islam pues paseaba por las calles con chilaba, barba descuidada y el Corán bajo el brazo.

También se educó en la fe católica Mickaël Dos Santos, perteneciente a la tercera generación de la comunidad portuguesa instalada al este de París. Nacido hace 22 años en Champigny-sur-Marne de la unión de un artesano y una ama de casa, creció en un modesto bloque de viviendas a orillas del río Marne, una estampa fluvial inmortalizada por los impresionistas. El antiguo futbolista del Lusitanos Saint Maur se convirtió al islam más radical en el liceo y realizó su particular hégira en agosto de 2013. Confundido con uno de los verdugos en el vídeo donde fue identificado Maxime Hauchard, se sabe que está en Siria con el EI porque tiene un blog en el que posa de combatiente y cuelga fotos macabras de cabezas cortadas.