Los independentistas muestran sus carencias en sus críticas a Podemos

EDITORIAL – EL MUNDO – 02/01/15

· Cuanto más crece Podemos en los sondeos, más numerosos y variados son quienes convierten al partido de los círculos en la diana de sus críticas. Y cuantos más son quienes hacen de este nuevo partido el centro de sus obsesiones, mayor es el interés y predicamento que éste consigue en los estudios demoscópicos. El fenómeno es curioso porque los mismos partidos y dirigentes que culpan a los medios del empuje de Podemos son luego los primeros en hacerle una valiosísima publicidad, al convertir a esta formación en protagonista de sus declaraciones.

El último partido en expresar su fijación con Podemos ha sido Esquerra Republicana de Catalunya, cuyo presidente, Oriol Junqueras, le dedicó ayer casi por entero su primera entrevista de 2015. En sus declaraciones el líder republicano no sólo asumió el vocabulario acuñado por Pablo Iglesias, al referirse a la «casta» que –a su decir– «controla las estructuras del Estado español», sino que dio pábulo a la posibilidad de se convierta en el próximo presidente del Gobierno con tal de alertar al electorado separatista de que España, «mande quien mande», siempre negará un referéndum de independencia a Cataluña. Con estas declaraciones ERC trata de amarrar el voto independentista y de mantener el debate político catalán centrado en el proceso de secesión, temeroso de que Podemos cuele otras cuestiones. Además, abunda en el frente abierto por el dirigente de la CUP, David Fernández, quien hace una semana emplazó a Pablo Iglesias a pronunciarse sobre el denominado derecho a decidir. Si el éxito de un líder político se midiera por el número de críticas y enemigos que concita, bien satisfecho podría sentirse el eurodiputado Iglesias, pues él sólo ha conseguido despertar temores y recelos en todos los partidos, aunque por distintas razones.

El éxito de Podemos en las encuestas radica básicamente en que, con un mensaje muy populista, sus dirigentes han conseguido catalizar a su favor el malestar por la crisis y el desencanto hacia los partidos políticos tradicionales. Pero aun admitiendo que los sondeos indican que este partido llegó para quedarse, es evidente que el empeño que ahora manifiestan también ERC y CUP en dar protagonismo a Iglesias responde a sus propias flaquezas.

Es verdad que el secretario general de Podemos arremetió con tino contra ERC y la CUP en su reciente mitin en Barcelona, cuando aseguró que él «jamás le daría un abrazo a Rajoy ni a Mas». Pero también es cierto que ambas formaciones respiran por la herida, porque siendo representantes de la izquierda independentista no han dudado en hacer de costaleros de la derecha nacionalista que representa CiU; e incluso, en el caso de ERC, de apoyar al Govern hasta el punto de vetar la comparecencia de Artur Mas en la comisión de investigación sobre la corrupción que se sigue en el Parlament.

Podemos es un partido de corte radical y de izquierdas, sin estructura territorial reconocible, sin un programa definido, y con un mensaje tan demagógico como maleable, tal como demuestra su reciente renuncia a algunas de sus ocurrencias más rompedoras, como la renta básica o la renuncia a pagar lo que llaman «deuda ilegítima». Sobran motivos pues para criticar sus ideas y refutar sus propuestas, principalmente porque son desastrosas e inaplicables. Es lógico que el PP critique estos aspectos, que IU sienta temor ante su fuga de votantes a la nueva formación y que Pedro Sánchez tema el tirón de Pablo Iglesias. Pero cuando los independentistas basan sus ataques a Podemos en su falta de pedigrí nacionalista tan sólo ponen de manifiesto su pobreza programática.

EDITORIAL – EL MUNDO – 02/01/15