Los jóvenes se acercan a la política pero no confían en los partidos

 EL CORREO 26/04/15

· Más de 60.000 vascos menores de 22 años votarán por primera vez en unas municipales el 24 de mayo bajo el influjo de Podemos

Más de 60.000 jóvenes vascos entre los 18 y 22 años votarán por primera vez en unas municipales el próximo 24 de mayo. No suponen un gran porcentaje sobre el censo, apenas son un 3,7% del total, y tampoco es el sector de la población que de forma más masiva acude a las urnas, pero en un panorama tan cambiante y difuso como el actual muchos ojos se han posado sobre ellos. La crisis social y política en la que vive el conjunto de España, la falta de expectativas laborales y la sensación de que todo lo ‘antiguo’ es un fraude ha hecho que muchos se impliquen más en la política, un mundo que hasta hace no mucho les era ajeno y en el que ahora hay nuevos actores sin vínculos con el pasado y otras formas de participación. Todo, en un escenario en el que la realidad se mueve a una velocidad de vértigo.

«Es evidente que hay un ‘boom político’. Los jóvenes quieren expresarse. Se sienten más autorizados para hablar de política. Es más fácil que tengan opinión sobre muchos temas y que, además, quieran darla». Fabio González es representante del Consejo de la Juventud de Euskadi, un organismo que engloba a 60 asociaciones y colectivos y que conoce bien los movimientos que se producen en un espectro de la población que siempre genera expectativas. Y, en algunos casos, un cierto recelo al ser siempre el más imprevisible. También en política. «A pesar de no ser demográficamente el grupo más numeroso, su importancia no va a pasar desapercibida. Pueden ser decisivos», recuerda este sociólogo, que añade otro dato: el 11% del censo tiene menos de 30 años.

Las últimas encuestas han encendido las alarmas en los partidos tradicionales. El barómetro de enero del Centro de Investigaciones Sociológicas era un fiel reflejo de este panorama. En la franja entre los 18 y 24 años, un 27,3% de los consultados afirmaba que votaría a Podemos de haber en ese momento unas elecciones generales. El siguiente partido que, al parecer, atrae a los jóvenes es el PSOE, con un 13% de apoyo. Pero hay que tener en cuenta que a otro 25,5% no le interesa ninguna opción, o se abstendría o votaría en blanco.

El mensaje de la «casta»
Unos datos que se venían barruntando desde que las elecciones europeas del año pasado confirmaron el terremoto Podemos. Todos los estudios realizados tras aquellos comicios señalaron que la formación liderada por Pablo Iglesias había logrado atraer a ciudadanos descontentos de todas las edades, pero que se habían convertido en un referente entre los más jóvenes. Desde entonces, todo se ha movido a una gran velocidad.

Para María Silvestre, investigadora principal del Deustobarómetro, la gente joven «de izquierdas» no se siente representada por los partidos «de la izquierda tradicional» y puede «buscar en otras formaciones políticas una respuesta a su necesidad de mayor igualdad, solidaridad, participación o redistribución». «No creo que ocurra lo mismo con el votante más conservador», añade la que fuera directora de Emakunde, quien sí comparte la tesis de que el mensaje de «la casta» ha calado mejor entre los jóvenes. «Son los menos reacios a generalizar y a calificar con este concepto a todo lo antiguo», explica. De hecho, y según el Deustobarómetro, un 20% de los jóvenes piensa que la democracia puede funcionar sin partidos.

La ruptura entre los «nuevos votantes» y la política no es nueva. Superada la efervescencia de la Transición, la brecha comenzó a agrandarse y en los noventa ya hubo «un fuerte desencanto político», como recuerda el sociólogo Víctor Urrutia. A su juicio, este «alejamiento» que puede desembocar en «desafección» tiene su origen en la creciente «profesionalización» de los políticos. «Aquí no existe ese concepto de voluntariado cívico que hay en otros países. Y eso acaba provocando el alejamiento social del político», expone.

Urrutia fue director del Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Gobierno vasco con Patxi López en Ajuria Enea y ha analizado los datos que ofreció el Sociómetro durante cerca de quince años, entre finales de los noventa y 2012. Según sus cálculos, en ese periodo, un 33% de los votantes entre los 18 y los 29 años respaldaba a la izquierda abertzale, mientras que el apoyo a los otros tres grandes partidos –PNV, PSE y PP– oscilaba en una horquilla muy similar, entre el 15 y el 17%.

A quién robará votos Podemos es difícil de saber. Los sociólogos admiten que las encuestas que se realizan en este momento son de una enorme volatilidad y que la realidad se mueve con tal rapidez que resulta complicado hacer una fotografía fija. Pero hay algunos indicios de por dónde se mueve el escenario político. En otoño del año pasado, el Euskobarómetro realizó el único estudio en el que se ha analizado el fenómeno Podemos en Euskadi. Rafael Leonisio, integrante del equipo que elabora este sondeo e investigador postdoctoral en el Departamento de Ciencia Política de la UPV, admite que se trató de una muestra pequeña y que los datos hay que tomarlos con cierta cautela, pero lo que reflejaba es que Podemos ‘robaba’ a todos. A quien más a EH Bildu, un 18% de los que habían votado a la coalición soberanista lo hubiesen hecho en ese momento a la formación de Iglesias. Sorprendentemente, el segundo partido más perjudicado sería el PNV (14%), seguido por IU (12%) y el PSE (7%).

Esos datos se referían a nivel general, sin separación por edades. ¿Pero qué efecto tiene Podemos entre los jóvenes vascos? «Pues, en principio, arrasa. Es seguro que, aunque no aparezcan en las encuestas, habrá jóvenes que voten al PSE y al PP, pero lo que nos dice la encuesta es que cada vez pierden más fuerza en esa franja de edad», afirma Leonisio.

El recuerdo del 15M
Los motivos de esa lejanía son diversos. Uno es el propio lenguaje y la forma de comunicarse. A la tradicional distancia que ha existido siempre se ha unido la revolución digital. Las redes sociales. «Ha cambiado el paradigma. Ahora importa tanto la participación presencial como la no presencial. Quien mejor gestione lo digital será el que salga más beneficiado», apunta Fabio González desde el Consejo de la Juventud. Pero hay mucho más.

«Aunque el factor comunicación es uno de los preferidos por los partidos tradicionales para explicar su falta de conexión con la juventud, la realidad es mucho menos indulgente con ellos. Demostrar una gran habilidad y presencia en las redes sociales no se traduce directamente en apoyos electorales. La mayoría de los jóvenes tampoco está en Twitter o Facebook por motivaciones políticas. Ahora todos los partidos clásicos están volcados en intentar mejorar su comunicación a través de las redes sociales, pero el problema es que la falta de credibilidad analógica se traslada a la red», zanja Braulio Gómez, director técnico del Deustobarómetro. Además, aclara que «la mayoría de los jóvenes no tenía una relación afectuosa y de simpatía con los partidos tradicionales» antes de que la crisis y la eclosión de casos de corrupción anegasen el horizonte.

Otras cosa es si el tornado Podemos mantiene la misma fuerza o se está diluyendo. Gómez está en el grupo de los que opinan lo segundo. «Su discurso conectó en un principio con los jóvenes más politizados. La promesa de cambiar el orden político, caracterizado por la corrupción de una casta a la que no pertenecían y un orden económico que no les ofrecía empleo ni futuro». Sin embargo, añade, este respaldo habría ido menguando a medida que «moderaba su discurso rompedor».

La búsqueda de un votante más centrado habría ahuyentado, según esta tesis, a buena parte de los jóvenes que habían visto en Podemos una herramienta para lograr un cambio real. «En Euskadi tiene un problema añadido, que es su indefinición con relación al debate territorial», afirma Gómez.

Lo que sí es un hecho es que la tormenta social en la que está metida España desde hace unos años ha servido de aliciente para la «repolitización» de los jóvenes. El primer ejemplo de que algo se agitaba se vivió el 15 de mayo de 2011. Aquellas movilizaciones agitaron todos los cimientos. También en Euskadi, a pesar de que en un principio parecía que era un fenómeno ajeno. «Es verdad que aquí no fue demasiado fuerte, pero aunque la mayoría de la gente no participó, sí tuvo un gran efecto simbólico», recuerdan desde el Consejo de la Juventud. Pero ese interés por la política tampoco es desbocado.

Braulio Gómez comparte la tesis de que la crisis ha hecho que los jóvenes estén más interesados por la política, pero también aclara que es un acercamiento limitado e inferior al que podía haber hace veinte años. «No hay que olvidar que actualmente el 70% de los jóvenes vascos no muestra interés hacia la política», explica este investigador de Ciencias Políticas, quien también sostiene que en el resto de España los indicadores son algo mejores. Es decir, que el impacto de los jóvenes en el resultado electoral tampoco sería excesivo.

Más conservadores
Hace dos semanas, se presentó el estudio ‘Política e Internet. Una lectura desde los jóvenes (y desde la Red)’ elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, vinculada a la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Incluía un dato clarificador. El primer sentimiento que inspira la política a los jóvenes es indignación (al 53%). El resto de indicadores no son mejores: desconfianza, impotencia, ira… Sólo a un 8,8% le provoca interés. Entusiasmo, a un exiguo 2%. Entre otros motivos, porque el 80% de ellos cree que las formaciones políticas sólo están interesadas en su voto, no en su opinión.

El resultado es demoledor. Un 46,1% de los jóvenes españoles entre 18 y 25 años y usuarios habituales de Internet y redes sociales –la práctica totalidad– desconfían de la «política convencional» y defienden fórmulas alternativas de participación ciudadana. Se trata de un grupo muy ideologizado que apuesta por «acciones de presión y persuasión». Otro 37% son los que el estudio denomina «conservadores institucionalistas», que quieren «gobiernos fuertes» y asumen la necesidad de mantener el «juego político». Un 17% serían «individualistas pasivos», un grupo que muestra un «alejamiento de lo colectivo».

Lo curioso es que a pesar de la irrupción de Podemos y de que a la franja de edad que ronda la veintena siempre se la considera más ‘revolucionaria’, algunos indicadores van en la dirección contraria. En base a los datos recogidos, los autores del estudio de la FAD extrajeron una conclusión clara: los jóvenes cada vez son más «conservadores» y reivindican valores considerados tradicionales como el esfuerzo, el ahorro, la honestidad y la prudencia. Otros datos, como el extraído del CIS de enero, también sorprenden: uno de cada tres menores de 30 años considera aceptable que su pareja la controle.

Víctor Urrutia lo tiene muy claro: «Ser joven no equivale a ser de izquierdas. Supongo que habrá jóvenes que voten a Podemos, pero tampoco creo que lo hagan en masa», zanja.