Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Lo que son las cosas. Han pasado 48 horas desde que el Gobierno sintió la imperiosa necesidad de regenerar la maltrecha democracia española. Lleva seis años en el poder, pero ha sido ahora, precisamente, cuando ha sentido tan irresistible necesidad. Una de dos, o la democracia se deterioró antes y él no tiene nada que ver con el entuerto y entonces debería explicar por qué razón lo ha soportado durante tanto tiempo o se ha deteriorado justo ahora y la explicación tendría que aclarar qué es lo que ha hecho para impedirlo.

Han pasado 36 horas y el presidente Sánchez asegura que la vicepresidenta Ribera es la primera española que va a ocupar una vicepresidencia en la Comisión Europea. Vaya por Dios. Como las dos únicas posibilidades que podemos eliminar es que el presidente esté mal informado o que nos quiera engañar, tenemos la imperiosa necesidad de averiguar que pasó con los más de cinco años que Loyola de Palacio fue vicepresidenta de la Comisión. ¿Estuvo la señora De Palacio mal clasificada en cuanto a su género? No. ¿Estuvo infiltrada tanto tiempo en la Comisión Europea ocupando un cargo que no le correspondía y por eso ha sido desclasificada? No, no lo ha sido. ¿Entonces, cómo lo explicamos? ¿Es un bulo? ¿Es una desinformación, una espesa muestra de fango esparcido por la odiosa derecha y la odiada ultraderecha?

La señora Ribera ha sido nombrada vicepresidenta de la Comisión Europea (ese no es un mérito suyo, pues lo es y colectivo del país). España siempre ha contado con una vicepresidencia debido a su peso relativo en el conjunto de la Unión. Le han adjudicado los temas de Competencia, como en su día a Joaquín Almunia, que son muy importantes, y la energía ‘limpia y justa’ que también lo es y eso sí que ha sido debido a sus méritos personales y a su gran interés por la materia. Está por ver cuál será su margen de maniobra en una Comisión muy escorada hacia la derecha tras los últimos resultados electorales europeos, y en una materia muy cuestionada en cuanto a plazos y ahora, tras el informe Draghi, en cuanto a contenidos y prioridades.

De momento ya ha empezado la ciaboga. Tiene el ejemplo de su colega Calviño que admitió la financiación de las plantas nucleares, como exigencia del ‘placet’ francés para presidir el BEI. Teresa Ribera ha sido siempre una persona demasiado dogmática y ahora tendrá que exhibir flexibilidad. Europa ha pintado de verde y vestido de limpio la energía nuclear y en el tema del gas preocupa mucho más su disponibilidad y la garantía de suministro que su origen. O se acopla con las nuevas prioridades… o se acopla.