Mirando a los mediadores

El Correo 27/11/12
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
En lo que va de año, las declaraciones de ETA o de sus presos han incluido una treintena de referencias a la exigencia de negociar las «consecuencias del conflicto», aunque sin entrar en demasiados detalles sobre lo que se quería decir con ese término. En realidad ETA hablaba igual que la declaración de Aiete del 17 del pasado año en la que se instaba a un diálogo de la banda con los Gobiernos de España y Francia sobre las dichosas consecuencias, pero sin especificar tampoco en qué consistían.

Los documentos internos de ETA y de su entorno político sí que habían dejado claro cuál era el contenido de las «consecuencias del conflicto» y sobre todo de la palabra desmilitarización. «El desarme de la otra parte», le llamó este verano Joseba Alvarez, antiguo responsable de relaciones internacionales de Batasuna. El último comunicado de ETA dejaba claro en público que, además de los presos y de su desarme, incluye en el paquete de negociación la retirada de efectivos policiales del País Vasco, tanto del español como del francés. Es al última esperanza de ETA de obtener una contrapartida política en su negociación con el Gobierno y no limitarse solo a tratar sobre las horas de patio de sus presos.

Esa exigencia representa también el intento de dar la imagen de una negociación entre dos partes beligerantes equiparables, ETA y el Estado, que discuten sobre el desarme mutuo en igualdad de condiciones. Ese espejismo de la bilateralidad ya lo sufrió ETA al analizar el caso del IRA. En un boletín interno de junio de 2001 se aludía al decomiso de las armas de los republicanos diciendo que «el IRA no ha firmado ningún tipo de acuerdo por lo tanto no tiene que cumplir ningún compromiso al respecto». «El IRA no va a perder ningún soldado por tanto no tiene por que entregar sus armas. ¿Acaso el ejército británico tiene que decomisar sus armas?», se preguntaba ETA. Tres meses después el IRA iniciaba el desarme unilateral dejando en evidencia lo equivocados que estaban los análisis de sus «primos».

El comunicado del domingo es una llamada desesperada a los mediadores internacionales para que no se vayan de la escena política vasca. La banda percibe la devaluación del papel de los intermediarios, algo que ha quedado claro en la reciente visita de Jonathan Powell al País Vasco, y teme que se vayan con la música a otra parte. Para retenerlos ETA les ofrece su disposición a continuar adelante en una negociación formal, al mismo tiempo que describe la situación política con términos inquietantes hablando de «involución», del riesgo de «dejar sin salida el proceso», del peligro de que se frustre la paz, etc. Dibuja unos nubarrones en el horizonte para inquietar un poco y al tiempo expresa su buena voluntad para estimular a los mediadores.

El momento elegido para la difusión del comunicado tiene también que ver con los movimientos de los diversos actores internacionales. Aunque ETA sitúa el contexto del escrito en el aniversario de la conferencia de Aiete y de su anuncio de renuncia al terrorismo, el comunicado no se difundió en octubre, cuando se cumplió un año de aquellos episodios, sino ahora, cuando acaba de tener lugar la visita de Powell y se ha anunciado otro viaje de miembros de la Comisión Internacional de Verificación.