Moncloa party

SANTIAGO GONZÁLEZ-El Mundo

No es cierto que rectificar sea de sabios. Lo que es de sabios es no equivocarse y uno se dejó traicionar por la memoria al escribir que Rajoy había recibido a sus competidores en el Congreso en vez de hacerlo en La Moncloa, como Sánchez. Eso ocurrió así después de las elecciones de junio de 2016. Pero Rajoy había incurrido en el mismo vicio después de las elecciones de 2015: el 23-D recibió a Sánchez en La Moncloa, y el 28 a Rivera y a Pablo Iglesias. Después de las elecciones del 26-J volvió a reunirse con ellos, pero esta vez en el Congreso. El detalle es que Pedro Sánchez criticó a Rajoy en la primera convocatoria lo que ahora ha hecho él con delectación, una cláusula de estilo.

Total, que el lunes acudió Pablo Casado y ayer Albert Rivera y Pablo Iglesias. Fue una victoria inequívoca del presidente en funciones. La propuesta de Casado de endosar a Albert la tarea de aupar a Sánchez roza el surrealismo, habida cuenta de que la aspiración de Rivera es jefe de la oposición en lugar de Casado. También se equivoca él. El cargo, que se inventó Felipe para halagar un poco a Fraga, no se ejerce por la voluntad de su titular, por grande que sea esta. Es sencillamente el candidato que más escaños tiene después del que consigue la investidura. Y Rivera no lo es ni lo será mientras Ciudadanos no supere en escaños al PP, aunque este se desmorone, como decía con evidente regodeo el candidato naranja.

Rivera ha tenido más interés en combatir al PP que al PSOE, cosa del gradualismo. Se vio en los debates, pero ya le pasaba en Cataluña. Cuando Arrimadas se convirtió en la candidata más votada, el PP ya mostraba señales de agotamiento, quedándose en cuatro escaños. Entonces ya prevaleció en su voluntad la pugna con el PP, al que no le prestaron el escaño que necesitaba para configurar un grupo, sin que pesara en su ánimo el fortalecimiento parlamentario del otro partido constitucional en Cataluña. En las generales del día 28, Ciudadanos pasó a ser el quinto partido catalán.

Casado tiene poco tiempo y poco espacio para hacer una ciaboga como la que pretende. Solo le quedan 18 días para recuperar el espacio perdido, que es muy poco tiempo si bien se mira y también si se mira mal. Pablo Iglesias no pudo convencer al anfitrión del leitmotiv de su campaña –que se han acabado los gobiernos de un solo partido–, pero estuvo con él más tiempo que los demás: 135 minutos, por 100 de Casado y 50 de Rivera. La señal definitiva será la constitución de la Mesa del Congreso el día 21 y el papel que asigna en la misma al PP y a Cs.

El tiempo que estuvo Sánchez con cada uno de sus invitados indica una cierta preferencia por el Gobierno Frónkonstin, sin que sepamos a quién va asignar el papel de Aigor: si a Pablo Echenique o al propio Pablo Iglesias. El secretario general de Unidas-Podemos solo empleó cinco minutos para no informar de tan larga reunión. Ni confirmó ni desmintió la posibilidad de la coalición con Sénchez. En todo caso, si éste consigue la investidura, se repetirá lo de Zapatero: no será una legislatura, sino dos. Salvo que antes se caiga España.