RAMÓN PÉREZ-MAURA-EL DEBATE
  • El flagrante abandono al Rey sólo puede interpretarse como acto de hostilidad por parte del ministro, que ha aducido descoordinación por parte de Zarzuela. Y ahí se ve a Napoleonchu volviendo a sus clásicas formas de actuar. Lo que quiere es imponerse a Zarzuela como ya intentó hacerlo con Exteriores cuando era asesor diplomático en Moncloa

Las manifestaciones de la hostilidad de este Gobierno contra el Rey son crecientes. Y cada vez es más evidente que el ariete que emplea con mayor frecuencia es el ministro de Asuntos Exteriores, conocido en la Carrera, ya lo saben ustedes, como Napoleonchu. Lo de estos días durante la visita oficial a las tres repúblicas bálticas es de una enorme gravedad.

Tiene trascendencia en términos constitucionales porque todo acto del Rey debe ser suscrito por el presidente del Gobierno o por un ministro, de los que sólo tenemos 22. Ninguno podía acompañar al Rey. Desde hace tiempo, y como el Rey tiene que estar acompañado en todos sus actos, aunque sea una visita a Alcaudete de la Jara, se ha adoptado el hábito de que la figura del «ministro de jornada» sea desempeñada con frecuencia por un secretario de Estado. Es difícil hacer la cuenta de cuántos secretarios de Estado tienen los 22 ministerios. Pero es fácil saber que en Exteriores hay cuatro: el de Asuntos Exteriores y Globales, Diego Martínez Belío; el de la Unión Europea, Fernando Sampedro, que es el primer secretario de Estado de la historia de España que no reside en España; la de Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo (les juro que el enunciado del nombre es ése) Susana Sumelzo y la de Cooperación Internacional, Eva Granados. Ninguno de los cuatro pudo alterar su agenda para acompañar al Rey en una visita que lleva preparándose cuatro años. Tenían cosas más importantes que hacer.

Como el propio ministro, en cuya agenda oficial figuraba que el domingo por la noche, cuando el Rey llevaba en Estonia desde el mediodía, Napoleonchu asistía a un encuentro en Barcelona «con responsables del Grupo Godó». Al leerlo me acordé de lo que tiene contado Alfonso Ussía: que Don Juan Carlos le confesó que de todos los títulos y honores que él había otorgado solo se arrepentía de uno: la Grandeza de España al conde de Godó. Por eso debía preferir Napoleonchu estar con los Godó antes que con su Rey. Supongo que el hecho de que la actual pareja del ministro resida en Barcelona es mera casualidad a la hora de que Napoleonchu fuera el domingo a esa ciudad.

La realidad es que el Rey ha realizado una visita oficial a dos países, Estonia y Lituania, sin la presencia de un ministro o un secretario de Estado. Para hoy en Letonia se anunció precipitadamente el domingo que acudirá finalmente la ministra de Defensa. Acudirá, sí, pero sólo durante dos horas. El flagrante abandono al Rey sólo puede interpretarse como un acto de hostilidad por parte del ministro, que ha aducido descoordinación por parte de Zarzuela. Y ahí se ve a Napoleonchu volviendo a sus clásicas formas de actuar. Lo que él quiere es imponerse a Zarzuela como ya intentaba hacerlo con Exteriores cuando era asesor diplomático en Moncloa y se hacía fotos con Sánchez en el falcon. Ya entonces se hicieron famosos sus malos modos a la hora de imponer sus criterios incluso al jefe de Gabinete del ministro Borrell que era… Camilo Villarino. En esa época Villarino tuvo que parar los pies al consejero diplomático del presidente en varias ocasiones. Eso tendría consecuencias en la carrera profesional de Villarino, pues cuando Napoleonchu se revistió con los galones ministeriales, retiró el nombramiento de Villarino como embajador en Moscú, cargo para el que ya estaba solicitado su plácet.

Y en este contexto Napoleonchu pretende que el Rey supedite su agenda a la del ministro, lo nunca visto. Y como tantas veces demuestra por sus complejos y su egocentrismo infinito, prohíbe a sus secretarios de Estado acompañar al Rey cuando él no lo hace. Lo que parece suceder con cada vez mayor frecuencia. Y Villarino ha venido a acabar con el ninguneo al Rey.

Desde el entorno de Exteriores se ha dicho que tampoco es necesaria la presencia de un ministro o un secretario de Estado porque el Gobierno hace un refrendo tácito de las actuaciones del Rey. Nueva figura ésta del refrendo tácito. Me pregunto yo si ese refrendo podrá ser en ambas direcciones y que tal vez el Gobierno hubiera aceptado que el Rey no firmase la Ley de Amnistía y también hubiera valido un supuesto refrendo tácito. Pero, claro, eso no podía ser porque aquí siempre hay dos varas de medir.