Negar la mayor

EL CORREO 29/10/14
TONIA ETXARRI

La tendencia habitual de los partidos a defender a sus imputados por corrupción al margen de acusaciones y actuaciones de la justicia, ya es agua pasada en la vida política española. Los casos que están aflorando continuamente en los últimos años, además de indicarnos que el Estado de Derecho está cumpliendo con su obligación, han restado tanta credibilidad a los grandes partidos, que ahora tanto el PP como el PSOE parecen haber entrado en un concurso. A ver quién es más rápido expulsando a sus dirigentes, antiguos y admirados compañeros ayer, bajo sospecha hoy. Ambos partidos, pendientes de los últimos sondeos y del partido de Pablo Iglesias, que se ha sentado a recoger los frutos de tanta trampa de guante blanco, sienten el vértigo electoral.

Porque la gente ya no pasa ni una. Parece que la sentencia de Jon Elster en su libro ‘El cemento de la sociedad’, alertando de que «cuanto más creamos que los demás defraudan, más personas lo harán», se ha hecho realidad. Pero estamos en otro ciclo. Después de la crisis, ni media broma con los defraudadores. Está ya en desuso hasta la presunción de inocencia. Y que siete meses antes de las elecciones municipales y forales la ‘operación púnica’ haya dejado a los pies de la comisaría al ex número dos del PP en Madrid y al alcalde socialista de Parla, entre otros muchos, ha traspasado el límite.

De entrada, todos niegan la mayor. En verano Pujol, antes Granados, ayer el alcalde de Barcelona. Pero los partidos ya no pueden defenderlos. Convergència ha terminado renegando del exhonorable. Ya no hay aplausos en las filas socialistas como en las excarcelaciones de la trama Filesa. Ni tampoco circulan ‘sms’ de ánimo en las filas del PP como en el ‘caso Bárcenas’. La proximidad de las elecciones, sin embargo, está impidiendo al PSOE acercarse al PP ni siquiera para firmar un pacto anticorrupción de la que los dos tienen mucho que avergonzarse.

En el oasis vasco, a donde la ola suele llegar tarde pero acaba llegando, el PNV sigue defendiendo a los suyos. Con el fervor de los socialistas y populares de antaño. Le costó reaccionar en el conocido ‘caso De Miguel’, con 24 imputados hasta que al final, y tras meses de insistencia de Urkullu, los tres afiliados jeltzales terminaron entregando el carné del partido. Faltaban cuatro meses para la celebración de las elecciones. Ha habido otros proyectos fallidos en esta legislatura, subvencionados con fondos públicos, que la oposición ha denunciado por falta de transparencia.

Pero en el caso de dos cargos del PNV, imputados por fraude a la Seguridad Social y malversación por haber cobrado sustanciosos sueldos de la sociedad pública Ibar Zaharra sin haber ido a trabajar, el PNV defiende su inocencia. EH Bildu y UPyD denunciaron «puestos de trabajo fantasmas». Pero la cosa quedó tan difuminada que ni siquiera se propició que el Parlamento tuviera más información sobre este caso. Los nacionalistas, acostumbrados tantos años a proteger a los suyos, puede que no hayan reparado en que la tolerancia social ante presuntos casos de corrupción, se está acercando al cero. También en Euskadi.