Ni incondicional, ni unilateral, ni tregua

La ‘Declaración de Bruselas’ pedía a ETA «un alto el fuego permanente y verificable». Nada más, pero nada menos. Sin embargo, la banda intenta que se le convalide como alto el fuego el parón para reorganizarse. ETA ya no es dueña ni de sus silencios: el mero hecho de hablar como lo ha hecho es una muestra de debilidad.

Aunque muchos lo hayan olvidado, ETA respondió a los firmantes de la ‘Declaración de Bruselas’ en un comunicado difundido el 4 de abril, en vísperas del Aberri Eguna. La dirección etarra rechazó la petición de tregua («la desactivación de las acciones armadas no soluciona el conflicto», dijeron entonces) y explicó a los bienintencionados firmantes del manifiesto que se necesitaban compromisos de todas las partes.

ETA llevaba entonces un mes en situación de parón técnico, pero no les dijo a los firmantes que había tomado esa decisión quizás porque le iba a resultar difícil explicar cómo se podía estar en suspensión de actividades armadas y, al mismo tiempo, asesinar a un policía francés después de asaltar una tienda de coches.

A pesar de que en abril, igual que en septiembre, ETA estaba parada por razones forzosas, la banda rechazó expresamente declarar una tregua. Eso significa que ese parón, ahora rebautizado como suspensión de acciones ofensivas, no es equivalente de tregua ni de alto el fuego. Eso explica que ni en el vídeo de la BBC del 5 de septiembre ni en el comunicado de ayer se mencionen esos dos términos.

Ayer ETA volvió a dar respuesta por segunda vez a los firmantes de la ‘Declaración de Bruselas’ y sin cambiar de postura. ¿Por qué volver a pronunciarse si no tiene nada nuevo que decir? Porque la banda estaba notando otra vez presión procedente del ámbito internacional. Por un lado, desde sectores de la izquierda abertzale se había advertido a la organización que la falta de respuesta podía afectar al respaldo internacional. Por otro, el propio Brian Currin, muñidor principal de la declaración y del apoyo a Batasuna, después de la difusión del video de la BBC, mostró cierta decepción por las palabras de ETA cuando señaló que, si este grupo no dejaba las armas, Batasuna no tendría otra opción que condenar la violencia (EL CORREO 11-9-10). Con el comunicado de ayer, ETA busca de nuevo quitarse de encima esa presión, pero sin introducir cambios significativos en su actitud.

La ‘Declaración de Bruselas’ pedía a ETA «un alto el fuego permanente y completamente verificable». Nada más, pero nada menos. ETA, sin embargo, no responde a esa exigencia. En su lugar, intenta que se le convalide como alto el fuego el parón iniciado en marzo para reorganizarse. Han pasado seis meses desde el asesinato del policía Jean-Serge Nérin y la banda confía en que no se recuerde el crimen para que no se cuestione la idea de suspensión de actividades ofensivas. En su respuesta, ETA insiste, como hizo el 4 de abril, en la necesidad de que haya «compromisos multilaterales». Y a continuación, la banda muestra su disposición a analizar con los firmantes de la ‘Declaración de Bruselas’ «los pasos a dar, incluidos los compromisos que debe adoptar ETA».

Cuando se difundió la declaración del 5 de septiembre a la BBC, todos quienes salieron a aplaudir las palabras de ETA subrayaron especialmente una cosa: que se trataba de una iniciativa unilateral. Batasuna dijo que era una decisión «unilateral, indefinida y no condicionada», Currin que era «incondicional y unilateral», los europarlamentarios del Friendship -ésos que aplauden siempre a la izquierda abertzale- la calificaron de «unilateral e incondicional». Y así todos los que veían algo positivo en el anuncio.

El nuevo comunicado dirigido a la «comunidad internacional» lo que revela es la disposición de ETA a negociar las condiciones de una futura tregua que supondría compromisos para la otra parte. Es decir, que lo de ahora no es una iniciativa unilateral, ni incondicional. Por no ser no es ni tregua. El alto el fuego real sólo llegará cuando se determinen las obligaciones de ETA y del Estado. Esa actitud representa el inmovilismo de ETA más clásico, al condicionar una tregua formal a las correspondientes contrapartidas, como ha ocurrido en el pasado.

Aunque en las filas de Batasuna, como de costumbre, intentarán vestir el muñeco desnudo de ETA y decir de manera oficial que es un gran paso, en el fondo son conscientes de que la banda no da la talla tampoco en esta segunda declaración. Por eso ya han comenzado a argumentar que este comunicado es el preámbulo de otro que vendrá un poco más tarde anunciando de verdad el final de las armas. Lo malo es que cuando salió la declaración del 5 de septiembre dijeron lo mismo: que lo bueno iba a venir en el siguiente texto. Así que el anuncio a la BBC fue el preámbulo del preámbulo del comunicado que está por venir. Mientras, seguimos sin saber cuándo se llegará al epílogo.

Tanta declaración evanescente, por otra parte, pone de relieve la situación de debilidad política de ETA. La banda se resiste a cualquier anuncio que le comprometa a detener la actividad terrorista, pero no puede quedarse de brazos cruzados ni seguir callada. Se ve en la obligación de dar respuesta a las presiones de diversos frentes y busca la forma de salir del paso con declaraciones genéricas que no le obligan a nada. ETA ya no es dueña de sus silencios: se ha visto obligada a hablar, aunque se ha resistido a decir nada que suponga la paralización de la violencia aunque sea con carácter temporal. Pero el mero hecho de hablar como lo ha hecho es una muestra de debilidad.

Florencio Domínguez, EL CORREO, 20/9/2010