«No dejaremos que los fanáticos nos pisoteen»

EL MUNDO – 20/11/15

· En pleno estado de excepción, cientos de vecinos de Saint Denis se reúnen ante el estadio.

A Angèle no le dan miedo los terroristas. Por eso ha hecho una hora de viaje en cercanías con su bebe de apenas 11 meses hasta el Estadio de Francia, en Saint Denis, donde el ayuntamiento homenajeaba a las víctimas de los atentados que hace ya casi una semana golpearon Francia acabando con la vida de 129 personas, dejando más de 300 heridos.

Ella es una de las cientos de personas que esta noche se han acercado hasta el Estadio, con una rosa blanca entre las manos que depositaron en silencio entre las rejas del recinto. Allí perdía la vida hace una semana un vecino de la ciudad, dejando mujer y dos hijas. Uno de los terroristas se lo llevó por delante cuando su cinturón de explosivos se accionó. Podía haber sido peor, había 80.000 personas siguiendo en vivo el partido entre Francia y Alemania.

Es un encuentro casi excepcional, pues el Estado de Emergencia instaurado por el Gobierno impide cualquier concentración por miedo a un nuevo ataque. «Tengo ganas de mostrar que no tengo miedo y que siempre estaremos aquí», dice Angèle, cuya mejor amiga perdió a su hermano en los atentados. «No nos dejaremos pisotear por fanáticos».

Thomas no perdió a ningún conocido en los ataques pero esa noche marcó su 18º cumpleaños. Se encontraba festejándolo en pleno centro de París cuando se enteró de lo que estaba pasando. Él quiere poner cara a los habitantes de la periferia parisina, de los que tanto se habla estos días, para decir basta. «Es importante que mostremos que no por vivir en la periferia no somos solidarios con lo que está pasando», reclama. Thomas sabe que los terroristas buscaban a los de su generación, pero no tiene miedo. «No va a ser la bomba de unos frustrados de la vida, con barba y vestido, lo que nos va a impedir disfrutar», reivindica.

«Yo vivo ahí». Mumu señala un edificio frente al Estadio. «El viernes estaba en mi casa y escuché un fuerte ruido pero pensé que sería el partido, algún petardo, como es habitual. Cuando puse la televisión y vi lo que pasaba no me lo podía creer, no pude dormir hasta las siete de la mañana», cuenta. Mumu ha venido con una compañera de trabajo, Isabelle. Ambas esperan en silencio el comienzo del homenaje. Se les saltan las lágrimas.Y sí, reconocen tener miedo, «¿y qué?».

«Claro que tengo miedo pero eso no nos impide avanzar, hay que vivir con ello», dice Isabelle. Si hoy las dos han venido juntas, a pesar de sus diferentes religiones y orígenes, es para mandar un mensaje a los terroristas, pero también a algunos políticos: «Estamos aquí por el bienestar de todos, para que todos nos mantengamos unidos y no nos dividan, que es lo que quieren».

El alcalde de Saint Denis, Didier Paillard, toma la palabra. Junto a él varios concejales de la ciudad y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que llevan una rosa blanca símbolo de la pureza y la inocencia de los que el pasado viernes perdieron la vida. «Han atacado a la juventud, pero nunca dentendrán sus ganas de vivir», dijo Paillard.

Han sido días difíciles para los vecinos de Saint Denis, que en los últimos días han vivido, además de un atentado casi fallido, la tensión de un violento asalto que despertó a los vecinos éste miércoles entre tiros y explosiones. El cerebro de la operación, Abdelhamid Abaaoud, murió en la intervención, al igual que otra mujer, posiblemente un miembro de su familia, que se inmoló.

«Saldremos más fuertes de este golpe», asegura Paillard. Ante él, con una rosa blanca en el pecho, los vecinos de Saint Denis miran adelante, con incertidumbre, pero con esperanza, para dejar cientos de flores bajo un cartel simbólico en una ciudad compuesta en un 45% por extranjeros: «La mejor respuesta a la barbarie es plantar cara unidos». Algunas llevan velo, otros visten vaqueros y cargan a sus niños a hombros, que no terminan de comprender lo que ha pasado. Algo así como que unos malos han matado a unos buenos.

Tras el minuto de silencio se levanta una voz en tono solemne. Es La Marsellesa, quizás lo mas escuchado en el área de París estos días, después de las sirenas y el «ten cuidado», que todos se dicen al despedirse en las calles, en los comercios, al teléfono. Hace una semana, decenas de miles de personas la cantaron al unísono mientras salían del Estadio para festejar que seguían vivos y unidos. Quizás por eso, hoy, volvieron a entonarla.

Los ministros de Interior y de Justicia de la UE se reúnen hoy en Bruselas para discutir las acciones y medidas que pueden ponerse en marcha de forma inmediata tras los atentados de París.

El encuentro, extraordinario, se celebra a petición francesa. La presidencia de turno de la UE, que corresponde a Luxemburgo, ha redactado un borrador de conclusiones, y según fuentes diplomáticas consultadas han «sido recibidas muy positivamente».

En la agenda, cuestiones críticas. Para empezar, los llamados PNR, las listas de pasajeros de la UE que las capitales reclaman desde hace tiempo, y más desde el ataque a Charlie Hebdo. Pero de las que el Parlamento Europeo y numerosas asociaciones civiles opinan que no respetan el derecho a la intimidad, la privacidad y la presunción de inocencia.

El segundo punto, una revisión de la directiva comunitaria sobre armas de fuego, para complicar todavía más el acceso a las mismas. En Bruselas, el tráfico de armas es especialmente activo, y es factor principal en la seguridad. El trabajo policial es el decisivo.

Pero el tercer punto es el crucial: los controles externos. La crisis de refugiados ha hecho peligrar el Espacio Schengen. Varios países han cerrado fronteras temporalmente o levantado muros. Los 28 parecen decididos a salvar la libre circulación interior, pero a cambio exigen un endurecimiento en las fronteras exteriores. Francia quiere controles obligatorios e intensivos a los pasajeros que llegan desde fuera, incluyendo a nacionales de la UE. Hoy, si un ciudadano de los 28 vuelve a la UE desde EEUU, por ejemplo, debe mostrar el pasaporte, y sólo se comprueba que sea el suyo. Hollande quiere más, algo parecido a lo que ocurre al ir a Reino Unido, con un examen más profundo y el registro de entrada o salida.

España y otros países son partidarios y creen que el cambio en el código debería ser obligatorio para todos. La Comisión opina que la normativa actual es suficiente y permite controles sistemáticos ante «perfiles de riesgo».

EL MUNDO – 20/11/15