«No tenemos miedo, no nos van a derrotar»

EL MUNDO – 20/03/15

· Los tunecinos vuelven al Museo del Bardo para expresar su rechazo al terrorismo.

«No tenemos miedo». Era el mensaje que los tunecinos transmitían ayer con coraje y con rabia a los terroristas que cometieron los atentados que, el miércoles, mataron a 20 turistas y tres tunecinos en el Museo del Bardo de la capital. Cientos de ciudadanos de Túnez marcharon ayer por el recinto del museo en manifestaciones espontáneas que se sucedían una tras otra y en concentraciones convocadas por organizaciones de la sociedad civil.

Portaban banderas tunecinas y pancartas de rechazo al terrorismo y, mientras recorrían los aledaños del edificio, muchos entonaban el himno nacional. Unos acordes que en las protestas de 2011 contra el dictador Zin el Abidin Ben Ali se convirtieron en símbolo de las reivindicaciones de libertad del pueblo. Hoy, también sirven para reclamarla frente al terrorismo.

Como en la época de la revolución, asociaciones nacionales como el mayor sindicato del país, la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), habían llamado a los ciudadanos a concentrarse ayer a las 16.00 horas en el Museo del Bardo «para mostrar su unidad nacional en la lucha contra el terrorismo». También movimientos estudiantiles, asociaciones de desempleados, organizaciones de defensa de los Derechos Humanos y hasta el sindicato agrario, la Unión Tunecina de Agricultura y Pesca, se sumaron al clamor popular.

Busselle Mimunia, abogada y activista de la sociedad tunecina, expresa su dolor por las vidas perdidas, pero su discurso es firme. «Nuestra solidaridad con las víctimas y sus familiares, con los amigos europeos». Y casi sin respirar añade: «Decimos no al terrorismo, gritamos que Túnez seguirá siendo grande y fuerte, con los valores que defiende desde hace 3.000 años. No nos van a derrotar, les vamos a vencer. Hay una gran voluntad de unidad para defender nuestro país, nuestra tierra».

Gentes de toda condición y edad se unían ayer en este grito contra el terror. Algunos portaban ramos de rosas que depositaban en la puerta del desangelado museo, en recuerdo a las víctimas. El lugar se ha convertido en un sitio de peregrinación para proclamar la fe en la democracia.

Hay mucha indignación y conmoción entre los tunecinos. Y no sólo porque el terrorismo yihadista haya mancillado la ejemplar transición política que con tanto esfuerzo los tunecinos están construyendo. También se interpela al Gobierno por no haber sabido proteger mejor la seguridad del país.

«El Ejecutivo debe dar explicaciones a la sociedad tunecina sobre lo que pasó ayer. No es normal que un atentado se cometa con tanta facilidad», exigía Fresha Fityen, una joven activista social de 27 años que lucía como capa a su espalda una gran bandera nacional.

Allá donde había un televisor, los ciudadanos se agolpaban para conocer la última hora y los avances de la investigación. Muchos meneaban la cabeza. «Esto no es un fenómeno de Túnez sino que es un problema internacional», decía Rim Sanchou, que acababa de volver ayer de unas felices vacaciones en Niza. Un viaje a la inversa del que hicieron los turistas extranjeros que perdieron la vida en el Museo del Bardo. «Es un duro golpe para el turismo, no sé si nos vamos a recuperar», lamentaba esta mujer que presume de tener un apellido con abolengo español.

Una gran manifestación se prevé para hoy, día de fiesta nacional para conmemorar la Independencia de Túnez, concedida por la metrópoli francesa en 1956. Slah Jouini, que no fue santo de devoción de las protestas populares que en 2011 jalonaron la avenida en honor al padre del Túnez moderno tras la independencia, Habib Burguiba, sí piensa acudir esta vez.

Salvó la vida por poco. «Como todos los miércoles acudo al puerto de La Golette para recoger a turistas y llevarles de tour por la ciudad, al Museo del Bardo y a Sidi Bou Said. Pero no nos pusimos de acuerdo en el precio. Se fueron con otro guía y ahora están muertos», cuenta.

Mimonia deja salir su rabia: «Estos integristas, estos crápulas de la humanidad no van a encontrar un trozo de tierra en Túnez».

EL MUNDO – 20/03/15