Nunca, jamás… de momento

EL MUNDO 11/08/16
TEODORO LEÓN GROSS

Albert Rivera dio el martes la rueda de prensa posterior a su cita con Rajoy del miércoles. Cosas de la nueva política. Lo clásico era hacer estas comparecencias después; pero Rivera se aseguraba así que Rajoy no le escamoteara el guión. Sus 32 diputados son pieza clave en la investidura, aunque no determinantes como para vetar al presidente al modo de la CUP; y Rivera ha sabido rentabilizarlos.

El líder de Ciudadanos se ha limitado a constatar lo obvio: el pacto es inexorable. La frase «sería un disparate ir a unas terceras elecciones» no puede formularse como mantra teórico desconectado de la realidad. O sí se puede, y en eso sigue Snchz, pero sin salida tras 275 días sin gobierno, 45 después de la segunda vuelta. El sintagma debe traducirse en aritmética parlamentaria. Y por más que los partidos se aferren a sus maximalismos con tácticas reservonas, la única salida es Rajoy, por dos vías: el sí del PSOE a cambio de un programa de reformas o el sí de Ciudadanos para presionar al PSOE con 170. En C’s contaban con el descontento creciente de sus cuadros por el bloqueo y el temor a diferir esto a septiembre con el PNV en la ecuación. Han sabido diseñar un golpe de efecto para tomar la iniciativa política apropiándose de la regeneración con los focos puestos en la corrupción del partido gobernante.

Un pacto tiene siempre un componente esencial de puesta en escena. En la teoría de la negociación hay que resistir la presión, y adivinar el punto de no retorno para cortar el postureo y lanzar la estrategia. Rivera diseñó su gesto con Moncloa para vender sentido de Estado y contrarrestar las críticas por su contradictorio cambio de opinión sobre el pacto, mantenido hasta el final ante un periodista de Le Figaro:

– Es muy difícil.

– ¿Muy difícil o imposible?

– Imposible.

Claro que la política es, como asimiló Bismarck, el arte de lo posible. En política nunca sólo significa ahora no, o como recordaba un diputado de la UCD en 1977 evocando una vieja máxima de la Restauración, «hasta esta tarde». De no haber sido así, no habría Transición. El viejo Romanones decía: «Nunca, jamás… de momento». Sólo se trata de encontrar el mensaje y la oportunidad. Por lo demás, impossible is nothing.

Tras esa comparecencia, la pataleta de la izquierda estaba descontada de cara a la galería. Podemos aún mantenía, para erosionar al PSOE también por la izquierda, la milonga del gobierno de cambio ¡con Convergencia y PNV! Echenique lanzaba sarcasmos en las redes –a ver si ha llegado a creerse lo de «ejemplo moral»– y sus voceros protestaban de que Rivera no hubiera exigido más, incluso el fin del hambre en el mundo, la paz perpetua y música gratis en iTunes. Todo muy obvio. E inocuo.

Rajoy cedió a Rivera ese minuto de gloria del martes pero, eso sí, un día después lo colocó en su sitio con sus 32 diputados. Se toma una semana para valorar y no asume el requisito de fijar la fecha de la investidura. Mantiene su plan: si no cede el PSOE, habrá terceras elecciones. O sea, Snchz está muerto aunque él tal vez aún no lo sabe. Rajoy sí.