«O estás con los nacionalistas vascos o estás contra ellos»

Entrevista a Pedro Fernández Barbadillo, en torno a su reciente libro ‘Bokabulario para hablar con nazionalistas baskos’. Antología

Pedro Fernández es escritor, profesor y periodista. Vasco residente en Madrid, ha escrito un divertido libro contra la perversión del lenguaje por parte de los nacionalistas. Bokabulario para hablar con nazionalistas baskos (editorial Áltera, www.altera.net/bokabulario.htm), denuncia, a través de muchos ejemplos reales, el uso político del lenguaje en el País Vasco.

-Al leer tu Bokabulario para hablar con nazionalistas baskos he tenido la impresión de que más que para hablar sirve para señalar el uso tan peculiar e interesado que del leguaje ha hecho el nacionalismo vasco…. ¿Ese uso es real? ¿Qué fuentes has empleado?

-Para elaborar el libro me he basado en lo que los propios nacionalistas dicen o escriben. Por un lado, he consultado sus libros y escritos. Muchas de las entradas incorporan una o más citas de personalidades del PNV, desde Sabino Arana a Juan José Ibarretxe. Por otro lado, gracias a mi implicación en la ideología abertzale (he de decir que ha acabado agobiándome) he podido reconstruir parte de su ideario y su lenguaje. El uso de palabras y expresiones como «maketo», en el sentido de «no vasco o no uno de los nuestros», es cotidiano.

-Has escrito un libro cuyo resultado es humorístico, pero sobre un tema que no tiene ninguna gracia…

-En efecto, el tema no tiene ninguna gracia. Se mata en el nombre de Euzkadi, por mucho que le irrite al lendakari que esto se diga. Desde los escritos de Sabino Arana, fundador del PNV, hasta los comunicados de ETA, el pilar del nacionalismo vasco es el odio, un odio acerbo y feroz contra el español, el mal vasco, el disidente, el tibio… Se odia también todo aquello que no pertenece al modelo abstracto de lo vasco, se trate del organillo (que sacaba de quicio a Arana) o de los vascos que fueron ministros en los gobiernos del franquismo.
Creo que el primer requisito para plantearse el asesinato de una persona por motivos políticos es la convicción de que no merece vivir, porque es un traidor o un opresor o un colaboracionista, y a esa conclusión se llega mediante un proceso intelectual en el que se convierte al vecino o al compañero de trabajo, en un desalmado sin derecho a vivir…

-Dices en tu libro que «vasco» equivale a nacionalista, que convivencia significa en realidad «separación». Estamos ante un lenguaje profundamente ideológico… ¿Alguno no lo es?

-El lenguaje, como toda elaboración humana, nace para resolver unas necesidades, en este caso de comunicación. Para nombrar a las cosas y a las personas. ¿Qué ideología hay en el sonido o las letras que designan una mesa?

-El carácter ideológico o partidista del lenguaje es una teoría que han difundido los marxistas, los comunistas, los nacionalistas, los fascistas, los nazis, las feministas… Todo movimiento totalitario pervierte el lenguaje que emplea. Primero vacía de contenido las palabras y luego las rellena con un nuevo significado. Así, como dices tú, vasco pasa de ser aquella persona que vive en el País Vasco o que tiene aquí su arraigo a ser el militante abertzale. De esta manera pueden alcanzar el rango de vascos los gallegos incorporados a ETA, mientras que quedan despojados de él quienes votan a partidos de ámbito nacional. A veces pienso que al nacionalismo le encaja mejor la definición de enfermedad que la de maldad.

-Dices que la risa es un atributo del hombre libre… Aparte de que la gente se ría al leer tu obra, ¿qué otra reacción esperas que produzca?

-Cuando el malvado o el tirano son objeto de burla, los hombres libres hemos ganado una batalla. Fíjate que todas las dictaduras, en la política o en la cultura, persiguen el humor, la sonrisa, la ironía. Las risas o no existen o sólo pueden ser consecuencia de chistes de sal gorda, como los que llenan El Jueves, una prueba más de que el sexo se usa en esta sociedad como un elemento de alienación. Si una revista como La Codorniz o unos escritores como Julio Camba y Pedro Muñoz Seca, son hoy impensables se debe a la vulgarización del pueblo.

-Este es un libro hecho por un vasco no nacionalista que vive fuera del País Vasco. ¿Hay rencor o simple resistencia en sus páginas?

-Por desgracia son los nacionalistas quienes nos han declarado la guerra a los demás. O estás con ellos o estás contra ellos. ¿Tengo que recordar las frases con que Arzallus (hijo de un requeté que combatió de manera entusiasta a las órdenes de Emilio Mola y de Franco) nos ha regalado los oídos casi todos los domingos durante veinte años? Recuerdo una declaración suya a los pocos días del asesinato de dos ertzainas. Arzallus dijo que entre los ertzainas había patriotas que se habían enrolado en la Policía para servir a Euzkadi, aunque también habían ingresado muchos que, después del servicio, en vez de pasar por el batzoki se quedaban en su casa. Uno de esos ertzainas asesinados encajaba en esa definición, porque se había mudado a Miranda de Ebro para disponer de una tranquilidad que le faltaba en Llodio. Iñaki Anasagasti, otro de los tribunos favoritos del nacionalismo, ha escrito varias veces que los intelectuales opuestos al nacionalismo lo son por beneficios económicos, como si sólo él se moviera por impulsos nobles y desinteresados. En el libro reproduzco una carta al director de Deia en la que un simple lector le aconseja al sacerdote Jaime Larrínaga, entonces párroco de Maruri amenazado por ETA, que si se siente a disgusto en su pueblo, que se marche a España, al extranjero…

-¿No han llegado otros tiempos? Además de separatistas… ¿Existen los «separadores»?

-El concepto de «separador», que he recogido en mi libro, lo elaboraron los nacionalistas, para disponer de un reflejo cómodo que ridiculizar y con el que amenazar a los demás. Antes, a quien se oponía a las exigencias abertzales, los nacionalistas y sus admiradores de Madrid le acusaban de ser un «separador»; ahora, se les acusa de inmovilistas o de negadores del pluralismo. No niego que existen críticos al nacionalismo vasco y catalán que han caído en el insulto y la prepotencia. Sirva de atenuante que su actitud ha sido una reacción a las groserías y las mentiras de los nacionalistas. Por ejemplo, Francesc Cambó se inicia en política con unas protestas de los cachorros de la oligarquía catalana contra unas normas de protección a los trabajadores dictadas por el Gobierno. Y los primeros etarras sostenían que los emigrantes gallegos y castellanos en Vizcaya, que vivían hacinados en barrios obreros, eran una especie de agentes franquistas para españolizar Euzkadi.

Aquí puedes leer la noticia sobre la reacción del PNV a la presentación del libro de Barbadillo.

GENERACIÓN XXI, 15/5/2004