Pactos progresistas

Los nacionalistas vascos, por cierto, creen que, tras la derrota del domingo, Patxi López debería convocar elecciones autonómicas, pero no le aplican el mismo criterio a José Luis Rodríguez Zapatero, a quien podrían dejar caer si le retiraran su apoyo.

Al número dos del PSOE, José Blanco, le preguntaron el martes si la ejecutiva federal iba a dejar manos libres a los socialistas vascos para pactar. En su respuesta afirmó que iban a buscar “alianzas progresistas”, apostillando que no se refería sólo a Euskadi, sino al conjunto de España, y mencionó expresamente Navarra, Pamplona y Canarias.

Cabría pensar que Blanco, en lo que se refiere al País Vasco, está haciendo una crítica al pacto PSE-PP que le ha permitido a Patxi López presidir el Gobierno de Vitoria. Tal vez sea el primer movimiento en una estrategia de reorientación de posiciones encaminada a dar satisfacción al PNV, de quien depende que Zapatero pueda terminar la legislatura.

Los nacionalistas vascos, por cierto, creen que, tras la derrota del domingo, Patxi López debería convocar elecciones autonómicas, pero no le aplican el mismo criterio a José Luis Rodríguez Zapatero, a quien podrían dejar caer si le retiraran su apoyo. Presionan al lehendakari, le invitan a convocar elecciones para que la composición del Parlamento vasco se ajuste al nuevo mapa político vasco, pero no hacen lo mismo con Rodríguez Zapatero. Al contrario, tratan de sacar partido de su debilidad, como se puso de manifiesto en el órdago lanzado durante la discusión judicial sobre la legalidad de Bildu.

En la respuesta de José Blanco ha llamado la atención su referencia al Gobierno de Navarra y al Ayuntamiento de Pamplona, donde la continuidad de UPN está en manos de los socialistas. Hace cuatro años el número dos del PSOE, personalmente, se encargó de negociar con el entonces presidente de UPN, Miguel Sanz, para que los socialistas navarros no cerraran un acuerdo con Nafarroa Bai para poner al frente del Ejecutivo navarro al candidato del PSN. Blanco vetó la operación e impuso a la rama navarra de su partido un apoyo a UPN para facilitar su continuidad.

Las recientes palabras del dirigente socialista supondrían hacer lo contrario de lo que hizo hace cuatro años y, por tanto, una especie de reconocimiento no expreso de un error estratégico. En el 2007, el PSOE de Blanco no quiso pactar con Nafarroa Bai, coalición formada entonces por Aralar, EA, el PNV e independientes. La operación ahora sería más polémica y conflictiva para los intereses del PSOE, porque para que el candidato del PSN pueda llegar al Gobierno de Navarra necesita el apoyo de Bildu. Sin los votos de esta coalición no se alcanza una mayoría en el Parlamento de Navarra capaz de superar la suma de escaños de UPN y el PP.

Un PSOE en crisis tendría que explicar no sólo al electorado de Navarra sino al conjunto de España cómo es posible un acuerdo con una coalición a la que el Gobierno llevó a los tribunales para que impidiera su presencia en las urnas porque consideraba que su creación respondía a un proyecto de ETA. El Tribunal Supremo le dio la razón al Gobierno, aunque el Constitucional cambiara la decisión. Y de eso no hace una legislatura, sino unas semanas.

Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 25/5/2011