Pase de mí este cáliz

SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 18/04/14

· Cuenta aquí al lado Lucía Méndez que el presidente del Gobierno ha decidido acortar la precampaña para las europeas con el fin de evitar al máximo el exceso de ruido que la cercanía de las urnas introduce en el debate político. Rajoy entiende en buena lógica que, ahora, cuando las cifras económicas sonríen, no hay que dispersarse en conversaciones tontas que agríen la conversación.

Así planteada la cuestión, no le discutiría yo el meollo del argumento si no fuera porque infravalora las posibilidades que le ofrece la cabeza de lista del principal partido de la oposición. Es verdad que metida en campaña, Elena Valenciano no va a hablar de crecimiento del PIB, asunto que ya sentenció la ministra Pajín como claramente masculino, un alarde falócrata, y ella quiere hacer campaña preguntándole al candidato del PP qué ha hecho él por las mujeres.

A ver, Cañete, un suponer, ¿qué ha hecho él por las mujeres? A uno le queda la duda de que Valenciano esté invitando al ex ministro de Agricultura a detallar su historial amatorio, ahora que los varones habíamos aprendido virtudes como la discreción en terrenos como éste. «No quiero contar por hombre/ las cosas que ella me hizo», escribió aproximadamente Lorca en La casada infiel y esos son versos en los que nos hemos educado sentimentalmente gente considerada como Arias Cañete y yo mismo.

En todo caso, no ha hecho tanto como algún compañero de Valenciano que es, si los datos no me fallan, el único presidente de un partido europeo condenado por maltratar el género. Cualquier comparación sobre qué partido colocó a más mujeres en los puestos más altos de la política española es ociosa.

Luego está el nivel. El candidato popular, que ha sido un buen ministro, tiene mucha mili a sus espaldas y será un buen comisario europeo. Valenciano, que sí tiene experiencia en Estrasburgo, aunque no sea precisamente mi admirado Sosa Wagner, dejó la vez anterior una hinchazón en su historial académico que aquí es irrelevante, pero que en Europa no se suele ver con buenos ojos.

Europa no es asunto que excite a los ciudadanos españoles, aunque probablemente las aprovecharán para dar una colleja al Gobierno, pero eso no va a depender de la longitud de la campaña. Esconder a Gallardón en plan pase de mí este cáliz para que no se use el aborto como argumento electoral, tiene dos problemas: no es una ocurrencia del ministro de Justicia, sino un mandato (y un error) de su partido y su presidente. Quizá sea más determinante la algarada catalanista y esa cierta pasividad popular, pero los votos que se le escapen al PP por ahí no los recogerá el PSOE, que quiere hacer de las europeas unas legislativas adelantadas.

La izquierda ya experimentó con éxito esta habilidad en 1931: unas elecciones municipales que los candidatos monárquicos ni siquiera perdieron en términos absolutos, se convirtieron el 14 de abril en un referéndum sobre la forma de gobierno que había ganado, la República. Pero eso no va a pasar ahora. Y ni siquiera es seguro que las ganen.

SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 18/04/14