Patxi

No te sorprendas de que en San Sebastián, donde Julio Medem salió hecho el John Ford de la cinematografía española no exhiban la película Perseguidos. ¿Acaso crees que la única razón por la que llevas escoltas es la existencia de ETA, y no los amplios factores que hacen que ETA siga ahí, moribunda, pero que siga?

Tras su soflama en las campas sobre lo maravillosamente que se vive en Euskal Herria, el lehendakari tendrá que pensar que alguna vez en lugar de seguir pidiendo tendremos que empezar a pensar en dar. Que no resulta muy propio del caritativo espíritu y semblante de ONG representado por él mismo y el diocesano Madrazo, que no podemos estar poniendo siempre como un valor lo que no pagamos a Madrid (la historia interminable de los 32,5 millones del Cupo), y que alguna vez, sobre todo cuando entremos todos de una vez en Europa, habrá que dar a los que menos tienen. Me recuerda esta jactancia sobre lo que no se paga a la mentalidad de los aldeanos que corren los mojones en tierras del vecino y luego se lo cuenta a los amigos en la taberna.

El decir que alguna vez tendremos que empezar a pagar sería nuestra revolución cultural. De la mentalidad medieval del privilegio y sacar al prójimo todo cuanto se pueda, incluido el asalto a las caravanas y diligencias -esencia auténtica de la disposición adicional de la Constitución por la que se nos amparan y respetan los derechos históricos-, a la fraternidad y solidaridad con el resto del género humano. No sé si el lehendakari se da cuenta de que, si puede camuflar ante Europa su particular situación fiscal es porque está difusa bajo el manto de España; que si fuera una nación de pleno derecho en Europa le habrían sacado ampliamente los colores hace tiempo, mientras alemanes, franceses y holandeses estaban poniendo de sus beneficios particulares para que el resto saliese de su pobreza. Pero nada importa, tenemos derecho hasta para reivindicar que los astilleros de Sestao se integren en el sector militar de Izar, por muchos salmos antimilitaristas que hayamos oído del nacionalismo institucional en cada ocasión. Privilegio, privilegio, por contradictorio que parezca.

La clave de esta reflexión sobre el carácter tan egoísta del lehendakari y el nacionalismo me la dieron dos viejos amigos de Euskadiko Ezkerra, uno Salbi -lo que hasta ahora he escrito- y el otro Elola. Al recordar Patxi Elola la frase de Mario Onaindia de que no tendríamos que defender tanto la casa del padre como la del hijo, me estaba obligando a criticar el historicismo de nuestra ideología; como todo historicismo, fue usado para defender el privilegio y supo conectar en su día, cuando las Cortes constituyentes, con el sector conservador, que basaba la descentralización, y de paso la monarquía, en el historicismo. Patxi se fija en defender la casa de su hijo, defender el futuro de su hijo. Para éste la mirada hacia el pasado no le es especialmente gratificante, tras ver durante la mitad de su vida a su padre escoltado en este maravilloso país, simplemente porque no es nacionalista y no lo niega. Patxi, te habrán dicho, hazte nacionalista, pasarás de ser simple jardinero municipal a jefe de negociado y, lo que es mejor, no necesitarás escolta. Mira al pasado egoísta y no al futuro, y saldrás ganando. Y no te empecines en creer que el nacionalismo no es progreso sino pasado: la casa del padre.

No te sorprendas de que en San Sebastián, donde Julio Medem salió hecho el John Ford de la cinematografía española -en parte también por la cerrazón de algunos de sus críticos que no sabían distinguir su indignación del derecho de expresión- no exhiban la película Perseguidos. ¿Acaso crees que la única razón por la que llevas escoltas es la existencia de ETA, y no los amplios factores y condiciones que hacen que ETA siga ahí, moribunda, pero que siga? ¿Acaso el que no echen tu película en San Sebastián no es una causa más para facilitar que la gente no siga enterándose y ETA pueda pervivir, por desconocimiento público de la denuncia que tú y otros protagonistas del documental realizáis? Lo sabes perfectamente, lo sabemos perfectamente, y los que no lo quieren saber también lo saben perfectamente.

Es curioso que los que tienen un pensamiento generoso y abierto al futuro estén en peligro, cosa que no es nuevo en la historia. Lo que, afortunadamente, es nuevo y bueno, porque estamos en un Estado de Derecho sostenido en una Constitución democrática es que éste, en vez de animar a las turbas a que te linchen, te pongan protección armada, y eso lo hemos conseguido porque tenemos esa Constitución. Esto último también lo decía Mario.

Eduardo Uriarte Romero, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 7/10/2004