Javier Portillo-Vozpópuli

  • El presidente del Gobierno trastoca con su decisión sin precedentes el funcionamiento ordinario de los principales actores políticos de un país en vilo

Pedro Sánchez desaparece los próximos cinco días. Y España se despierta este jueves sin saber si el presidente del Gobierno -la segunda autoridad del Estado- lo seguirá siendo a partir del próximo 29 de abril. Será entonces cuando Sánchez comunique su decisión a los españoles. El líder socialista lanzó este miércoles un órdago sin precedentes con su amago de dimisión que trastoca el funcionamiento ordinario de los principales actores políticos de un país en vilo.

Sánchez asegura necesitar una pausa para reflexionar sobre si su empeño en seguir al frente de los mandos del Ejecutivo le merece la pena tras las diligencias abiertas por el juzgado de instrucción 41 de Madrid para investigar a su mujer, Begoña Gómez, por un supuesto delito de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. La situación de la esposa del presidente es complicada tras trascender la simbiosis entre sus negocios, sus encuentros con empresarios y el rescate de la aerolínea Air Europa (Globalia) con 475 millones euros en plena pandemia.

Y es que el propio presidente estuvo en el Consejo de Ministros que autorizó ese desembolso de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (Sepi). Aunque la Oficina de Conflicto de Intereses, dependiente del Ministerio para la Transformación Digital y la Función Pública, no vio irregularidad alguna. Pero hay más: Gómez firmó dos cartas de apoyo a una UTE de empresas privadas cuyo principal accionista, Carlos Barrabés, participó en el diseño del Máster de Cooperación de la Universidad Complutense de Madrid que dirige. De hecho, esta UTE se llevó durante la pandemia tres lotes por valor de 7 millones de euros frente a veinte competidores. Y eso que no presentó, en ninguna de las tres ofertas, la más barata.

Los ataques que sufro no son a mi persona sino a lo que representoPedro Sánchez, presidente del Gobierno

Todo ello no es óbice para que el presidente muestre su total apoyo a su esposa, de quien se dice «profundamente enamorado» en una misiva a todos los españoles y que publicó en la red social X (antigua Twitter). «No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa. Como soy también plenamente consciente de que los ataques que sufro no son a mi persona sino a lo que represento: una opción política progresista, respaldada elección tras elección por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática», se victimiza Sánchez.

Esa es una de las lecturas que cabe de hacer del inédito movimiento del presidente. Sánchez puede estar haciéndose la víctima de una campaña de bulos, difamaciones y ataques sin precedentes de la derecha, la ultraderecha y sus supuestos medios de comunicación afines (fachoesfera) para movilizar a la España progresista que le dio la victoria el 23 de julio y que tiene que votar el 9 de junio en las elecciones europeas, de puro carácter nacional. Aunque antes, el 12 de mayo, lo harán los catalanes. Tampoco el PSC, según fuentes socialista, carbura como quisiera Moncloa. El suflé Puigdemont ha crecido más de lo que esperaban.

Las perspectivas del PSOE en esos comicios no son buenas. Y muestra de ello es el recelo con el que parte la candidata, la vicepresidente tercera, Teresa Ribera. De hecho, la ausencia de Sánchez deja en el aire la celebración del comité federal que este sábado debe ratificar la lista socialista en esos comicios. En caso de que Sánchez decidiera dimitir se abren diferentes escenarios. Pero cabe recordar que constitucionalmente, no se pueden convocar nuevos comicios hasta que haya transcurrido un año desde la anterior llamada a las urnas; esto es el próximo 29 de mayo.

El precedente de Suárez

Lo que la Constitución deja meridianamente claro es que el Ejecutivo cesa tras la celebración de elecciones generales, en los casos de pérdida de la confianza parlamentaria previstos en la Constitución -como la moción de censura-, o por dimisión o fallecimiento de su presidente. Y en esas circunstancias, el gabinete cesante continuaría en funciones hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno. Ya hay un precedente en democracia: la dimisión de Adolfo Suárez.

Un hipotético relevo de Sánchez en Moncloa, así como una convocatoria electoral, podría venir acompañada de un recambio de urgencia en el liderazgo del partido, como ocurrió tras la abrupta salida de José Luis Rodríguez Zapatero. Entonces tuvo que ser Alfredo Pérez Rubalcaba quien pilotara la transición de PSOE y presentarse a las elecciones de noviembre de 2011 en las que arrasó con mayoría absoluta el PP de Mariano Rajoy. La vicepresidenta segunda, María Jesús Montero, además número dos del partido, parte con ventaja para liderar una posible candidatura socialista.

En verdad, tanto el PSOE como el PP están en shock. Ninguno esperaba este giro de guion, cocinado en las últimas horas. El presidente compareció este miércoles en el Congreso, durante la sesión de control, con la decisión ya tomada. Sánchez entró en el Pleno con el gesto muy serio. Y fue él mismo quien se refirió a la investigación de su mujer tras la pregunta que le hizo el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, sobre si confiaba en la judicatura. «A pesar de todo, sigo creyendo en la justicia de mi país», espetó. Moncloa activó un gabinete de crisis para hacer un seguimiento ordenado de los acontecimientos, unir argumentarios y estrategia y decidir el futuro del Ejecutivo. Por lo pronto, este jueves será la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, quien llevará las riendas de la acción de gobierno.