Pedro vuelve al Congreso

EL MUNDO 21/06/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

Tardaremos mucho tiempo en saber cuánto va a costarnos el nuevo PSOE y el nuevo, ma non troppo, liderazgo de Pedro Sánchez a su frente. Pedro es como es y eso es ya un hecho irremediable. Tampoco tiene arreglo la tropa que ha elegido para lo que él considera su camino hacia La Moncloa. Esa experta en política internacional que considera un gran socialdemócrata a Helmut Kohl. Esa Adriana Lastra, que tiene su modelo territorial en la República Plurinacional de Bolivia y considera que mientras España es un Reino, Asturias es un Principado, dos formas de Gobierno.

Hay que joderse. Cualquier persona normal habría empezado a considerar que había cometido un error de graves proporciones al ver en los telediarios las declaraciones de los suyos. Pedro no. Ayer se coló en calidad de visitante en el Congreso para encabezar el Grupo de su partido. No hubo sorpresas. El secretario general sigue enredado en su empeño de batallar contra «un Gobierno que ampara, que permite, que facilita la corrupción, la impunidad, la falta de ejemplaridad en la política española».

Decíamos ayer que Pedro trata de recuperar el tiempo perdido en la moción de censura que no pudo capitanear. De ahí que siga los pasos del candidato y promotor de la misma. Pablo Iglesias encabezó la intentona, no contra Rajoy, sino contra el líder del PSOE. Él creía que iba a ser Susana y no; fue Pedro, un error, uno de tantos. En consecuencia, Pedro se ha enzarzado en singular batalla, pero no contra Mariano Rajoy, sino contra Pablo Iglesias.

Uno de los pocos atractivos que tienen los plenos del Congreso es la dialéctica parlamentaria del presidente. En la pasada moción de censura tuvo también su punto Albert Rivera, que vapuleó bastante a Pablo Iglesias por no hablar de la verdadera revelación, que no fue la nínfula de Podemos, musa de columnistas de la tercera edad, sino la diputada Oramas, a quien le bastaron siete minutos de tribuna para destrozar al candidato.

Rajoy cometió un error al empeñarse en contestar al candidato y a la portavoz. Él debió reservarse para Iglesias y soltar a la vicepresidenta contra Irene Krupskaia. Soraya podía cumplir un papel que a él le estaba vedado, como a Hernando,mientras ella tenía bula de género. Como Cayetana anteayer en estas páginas, como Cristina Seguí cuando el verano pasado afeó a Montero su impasibilidad ante el deseo expresado por su novio de azotar a otra Montero hasta hacerla sangrar, sin decirle: «Oye, idiota, tú no le azotas a nadie más que a mí».

Si hablamos de esto en tono tan campanudo no tiene sentido ir más allá. Contraproponer otros ejemplos éticos y estéticos, esos espejos de virtudes cívicas, hoy procesados, que fueron Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía 19 años, del PSOE durante otros 12, y José Antonio Griñán, que lo sucedió en la Junta un cuatrienio y en la del PSOE dos años más. Ambos están procesados en el caso más grande de corrupción en términos cuantitativos y más alargado en el tiempo: el de los ERE. Y en su partido ejerce de pregonero de virtudes un incapaz sin ningún tipo de control interno. Pobre PSOE y pobre España.