Presentación en Bilbao del libro de Rosa Díez ‘Porque tengo hijos’

 

La Fundación para la Libertad presentó en Bilbao, el 19 de junio de 2006, el libro recien editado de la europarlamentaria socialista Rosa Díez. Además de algunas instantáneas del encuentro, en esta página puedes leer la transcripción de las interesantes intervenciones durante el acto.

Reportaje fotográfico

Intervenciones

Nicolás Redondo:

Viendo esta actividad tan importante que hemos venido realizando y que en gran parte de ella son ustedes testigos, tengo que decir que, como me ha correspondido presentar muchas conferencias y libros, todos tienen una característica, todos tienen su propia diferencia, todos te afectan de una forma u otra. Y, creanme, siempre es difícil trasladar al público de qué manera, con qué intensidad te influye la persona que vas a presentar, o el libro que has leído. Pero las cosas se hacen cada día más difíciles y más complicadas; porque al final hoy me corresponde presentar, primero, a una compañera de partido, para que quede perfectamente claro; y a pesar de compañera, como decía el otro, amiga. Porque es muy difícil ser amigos y compañeros, no en el Partido Socialista…, en cualquier partido, la posibilidad de ser amigos y compañeros es bien complicada. Sin embargo, nosotros somos compañeros de larga, larguísima militancia y amigos. Pero nos hemos labrado una amistad desde la libertad, desde decir cada uno de nosotros lo que pensamos y nuestras ideas, y desde luego, de la lealtad entre uno y otro. Tengo que recordar algo que me parece fundamental y que fue el principio de esta larga amistad, y fue el principio de algunos quebrantos también. Cuando Rosa Díez y yo competimos por las primarias, que yo gané por muy poquito, Rosa dijo, con ese carácter que tiene, con esa valentía, con esa capacidad de ponerse por encima, de levantarse, “Nicolás y yo sumamos el 100%”. Recuerdo que lo dijiste en aquella rueda de prensa, y era verdad, más que el 100% con ella. Y yo quise ser corresponsable y coherente con lo que ella había dicho y dije, bueno, pues yo voy a contar con Rosa todo lo que pueda. Y ése fue el principio de nuestra amistad, y el principio de algunos quebrantos que tuve yo porque algunos de los que habían trabajado con mucha intensidad para que yo ganara las primarias, no estaban de cuerdo con Rosa Díez. Y no estaban de acuerdo no porque estuvieran en desacuerdo políticamente, que nunca lo expresaron, sino porque tenían miedo.

He pensado durante estos últimos días, cuando he tenido el libro de Rosa, ¿por qué tenían miedo?, ¿a qué tenían miedo? Porque Rosa, que provoca mucho cariño, mucha solidaridad, tal vez sea uno de los pocos personajes de este país que se la conoce por el nombre de pila: hablas de Rosa y sabes que es Rosa Díez. Son muy pocas las personas tan queridas que cuando se habla por su nombre, uno sabe a quien se refieren. Pero siendo así, ¿por qué provocaba dentro del Partido Socialista, en algunos sectores, no en todos, ese temor? Yo he llegado a una conclusión que han certificado muy claramente estos últimos días algunas noticias. Porque Rosa no está en contra de su partido, al que ha representado en Juntas Generales, en el Gobierno vasco, en el Parlamento, en el Parlamento Europeo… Por cierto, cuando las cosas no iban bien para el PSE. No, Rosa no está en contra de los socialistas; Rosa sólo está en contra de una cosa: del sectarismo, de ese sectarismo en el que se esconden los cobardes y los que no tienen ninguna idea. Rosa ha sido leal, muy leal, a ese partido al que ha dado tanto. Yo soy testigo principal de esas campañas que hacía, maratonianas, la europea por ejemplo, por toda España, en situaciones muy complicadas, situaciones en las que el Partido Popular, hay que recordarlo, tenía mayoría absoluta, un partido poderoso, fuerte. Ante un partido como el nuestro, con una gran división, no diversidad, y una gran debilidad. Y Rosa se recorría toda España de arriba abajo, y mantuvo unos techos muy altos, como no se han mantenido después en muchas ocasiones, con su figura, con su criterio, con sus ideas… Rosa eso siempre lo ha defendido. Ahora se ha opuesto justamente a esto que llamaba yo el sectarismo.

Stefan Zweig decía en esas memorias suyas en las que habla sobre Europa, esa Europa complicada y difícil, entre las dos guerras mundiales, que sólo en los primeros años de la juventud identificamos al azar con el destino, que el destino nos sale de dentro. Si eso es verdad, que yo creo que es verdad, Rosa Díez ha domesticado su destino, ha decidido estar donde quiere estar. Y donde quiere estar no es fácil estar, es complicado. Es cierto que tiene muchos apoyos, es cierto que tiene mucha solidaridad, pero también es cierto que tiene momentos en los que se encuentra sola. Que tenía que tener esos apoyos que muchas veces tuvo y que hoy, justamente refugiados en ese sectarismo, en esa consigna que impide ver lo que en realidad son muchas personas, pues no los tiene. Rosa sí que ha ido esculpiendo poco a poco su destino, su futuro, y es dueña del futuro. Leyendo sus artículos nos damos cuenta de la valentía de Rosa escribiéndolos; la carta al Rey es absolutamente impresionante, es muy valiente; hay que escribirla, pensarla mucho y decir: “y ahora, la publico”. Y la carta al presidente del Gobierno, con todo el respeto también. Que además de ser el presidente del Gobierno, es compañero de su partido y con el que litigó y entró en conflicto por la secretaría general con la misma lealtad con que entró conmigo… También es un acto de valentía, un acto de valentía política. No da la espalda a su militancia, no da la espalda a su actividad política en el PSOE, simplemente no quiere, no tiene voluntad de cobijarse en las siglas para tener una vida fácil. Eso es lo que yo denomino esculpir el futuro, eso es lo que denomino yo domeñar su destino, en términos de Stephen Swain. ¿Y por qué pongo mucho énfasis precisamente en el sectarismo, en la lucha de Rosa por el sectarismo. Porque yo creo, sinceramente (y eso no es sólo responsabilidad de mi partido, sino de todos los partidos, especialmente de los grandes, el sectarismo hoy domina la política española), que los dirigentes de los partidos hablan sólo para los adictos, que han renunciado a convencer a quienes no piensan igual que ellos, que no tienen el coraje, la valentía de decir: “Voy a convencer a quien no está de acuerdo conmigo”. Los políticos, muchos medios de comunicación, no tienen la valentía de dejar a los suyos con los que están de acuerdo con ellos y dirigirse a los que tienen dudas sobre sus planteamientos. Ese sectarismo hace canija, por cierto, en términos de Ortega y Gasset, la vida pública española. Estamos ante una persona que se ha batido, muy quijotescamente, por cierto, contra ese sectarismo. Me parece que es reseñable, con otras muchas características, con otras muchas virtudes de Rosa, esa lucha muchas veces en solitario contra ese sectarismo que domina a todos los partidos.

Me permitiréis además decir que hoy es más importante para mí presentar a Rosa y a su libro porque yo quiero plasmar mi solidaridad con Rosa Díez, ante algunos medios de comunicación. Quiero decir que Rosa sigue siendo una magnífica militante del Partido Socialista de Euskadi, que es una referencia en la izquierda; que harían y que hacen mal los que piensan que Rosa es prescindible en la izquierda. Rosa hoy es más necesaria que nunca en el PSOE, en el Partido Socialista de Euskadi, en la izquierda española. Me congratulo porque haya dominado esa inteligencia en mi partido y me congratulo por algo más, aunque a algunos parezca que no es lo mejor, pero me congratulo por ello. Hace poco, en un medio de comunicación, defendiendo esa importancia de la militancia de Rosa Díez en el PSE, un dirigente de partido, apareció diciendo que no, que no se iba a echar a Rosa Díez, pero que era muy minoritaria y que teníamos que respetar a las personas, a los afiliados del partido, pero que ella era muy minoritaria, que ella no representaba a casi nadie. Y esto, que pudo representar algo ofensivo para Rosa, también me hizo pensar. Hoy estamos defendiendo con mucho interés, ya lo hace bien el Gobierno, y también con mucha inteligencia, la necesidad de ponerse de acuerdo con el Partido Popular. Por cierto, la vicepresidenta del Gobierno dice que no hay que pagar precio político por la paz. Nadie del Gobierno tampoco ha denunciado la muerte del Pacto por las Libertades. Entonces, ¿por qué está en minoría? Si nadie está en contra de lo que dice Rosa… En realidad el presidente del Gobierno va a llamar hoy o mañana al líder de la oposición para ver si pueden ponerse de acuerdo, algo que es fundamental, por cierto. Por otro lado, la vicepresidenta dice: “No pagaremos un precio político por la paz”. Y además todo el mundo dice que el pacto por las libertades… Hasta han dicho que se tienen que reunir. Bueno, ¿por qué entonces Rosa es minoritaria? No sé por qué, pero sé que es importante que sea minoritaria. Quiero decir, que para que no nos amontonemos todos y cacareemos todos como suele hacerse con el pensamiento único, debe de quedar claro para todo el mundo que Rosa, en la militancia del PS, perteneciendo al PS, piensa de manera distinta, sí señor, a lo que piensan otros. Pero para que quede claro que cuando lo que piensan otros se demuestre que ha sido un error, para que quede claro que cuando los otros lleven al fracaso sus ideas, se piense y se recuerde que había personas, no todos, ni siquiera muchos, sí algunos, que no pensaban como los que piensan hoy dominando el PS. Esto me parece muy importante, porque al final este pensamiento único nos lleva a que nadie diga nada, parece que todos pensamos lo mismo. No, hay algunos que piensan unas cosas y otros otras, y eso no puede invalidar de ninguna manera la militancia de una persona como Rosa Díez. Pero sí sirve para remarcar la pluralidad de un partido político y para que se sepa que Rosa no piensa como muchos otros que están callados, que sabemos que no piensan como ella… Aunque, teniendo en cuenta como son, pueden terminar pensando como Rosa Díez.

Santiago González:

Bueno, yo quería empezar pidiendo disculpas por los diez minutos de retraso con que ha empezado el acto. Pero la verdad es que tenemos una disculpa, yo creo que razonable. Es que hemos estado esperando a que nos confirmaran que Patxi López y Jesús Eguiguren iban a asistir a esta presentación. Nos han dicho que estaban en camino ya hacia este hotel, y yo me considero ya autorizado para empezar. Así es que, buenas tardes a todos y a todas, progenitores de tipo A y B, con progenie y sin progenie, progenitores de sexo, de género y por esporas o por esporos.

A mí me gusta mucho el título de este libro de mi amiga Rosa y voy a tratar de explicar el porqué. A lo largo de los últimos años he viajado un par de veces a Berlín por razones profesionales. En ambas coincidí con gente de mi edad o algo más joven, con la que tuve ocasión de hablar largamente. Detecté en todos ellos una característica común, seguramente generacional: todos ellos mostraban una necesidad compulsiva de explicarse con respecto al nazismo. Recuerdo haber pensado en lo difícil que resulta pasar la página de la infamia colectiva y cómo se transmite la culpa de unas generaciones a otras. Yo miraba a aquellas buenas gentes con muchísima piedad, pensaba en cuantas veces se habrían quedado mirando a sus padres a lo largo de sus 50 años de vida y se habrían preguntado para sus adentros: “Y tú, ¿qué hacías cuando pasaba todo aquello?”. Nuestros hijos nos interpelarán, y una de dos, o les arreglamos este problema o encontramos una buena respuesta para cuando nos pregunten.

El viernes pasado el periódico El Mundo daba una información sobre Rosa cuyo grado de precisión no parecía apabullante, aunque eso no importa en este caso. El titular anunciaba que dirigentes socialistas plantean pedir al partido la expulsión de Rosa Díez. La noticia afirmaba que dirigentes del PSE y europarlamentarios del PSOE quieren que el Comité Federal del próximo fin de semana expulse del partido a Rosa; que estaban elaborando un dossier de prensa con sus declaraciones y sus actuaciones en los últimos meses, incluyendo, naturalmente, su carta a Zapatero y su presencia en la manifestación de la AVT del pasado 10 de junio. Esa misma mañana, un miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE, Oscar López, llamó al programa de Carlos Herrera en el que se estaba comentando esta noticia, para decir que el partido no va a comentar ese punto en la reunión del Comité Federal y que no se había instruido ningún expediente contra ella. Posteriormente han desmentido esa posibilidad los secretarios generales del PSOE y del PSE y el secretario de Organización del PSOE.

Lo que me interesa no es una información mejor o peor fundamentada. Lo que quiero subrayar es que en la noticia había varios entrecomillados y ni un solo nombre propio; la información iba fluyendo en declaraciones de dirigentes del PSE y algunos eurodiputados socialistas, un miembro de la ejecutiva, fuentes de los socialistas vascos, una persona del grupo parlamentario del PSOE en Bruselas, fuentes del PSE y un miembro de la dirección del PSE. El enmascaramiento de las fuentes en el periodismo obedece a una razón que comprenderán fácilmente: alguien está dispuesto a dar una información negativa para sus jefes, pero no quiere exponerse a represalias. Era lógico en el caso Watergate, la fuente de los periodistas del Washington Post con un mote, el de ‘garganta profunda’, el agente de la CIA Mark Felt quería contar aquella trapacería sin exponerse a la venganza de Nixon y de la propia Agencia Central de Inteligencia. Pero las fuentes de esta noticia del viernes no tenían razón alguna para temer represalias de su víctima: Rosa no tiene ningún poder, y como dijo Rodríguez Zapatero el mismo viernes, sus posiciones son absolutamente minoritarias dentro del partido. ¿Por qué entonces la gente que manda en al PSE se enmascara para decir estas cosas? Probablemente se deba a que hay en ellos una vocación de tribunal inquisitorial, un síndrome delator, el estigma del chivato que sabe que el suyo no es un papel muy lucido para representarlo a cara descubierta. Yo creo que tiene razón Zapatero al decir que Rosa está en minoría, en franca minoría y por partida doble, por su actitud y por sus ideas.

Por su actitud porque hemos visto recientemente en el Congreso cómo todos los diputados socialistas votaban amén al Estatuto Catalán, algunos de ellos en contra de sus más íntimas convicciones que expresan siempre en voz baja y en privado, no quieren que les pase lo que barruntan que le va a pasar a Rosa en las próximas elecciones europeas, que no será candidata. Por otra parte, cómo no iban a ser sus ideas minoritarias en ese partido, si a veces parece que es la única que las tiene. Lo que pasa es que las ideas que defiende esta mujer son las que sostenía la dirección de su partido hasta antesdeayer: el pacto antiterrorista, que como decía Nicolás, sigue vigente aunque sólo sea sobre el papel, y la Ley de Partidos. Que yo sepa, el PSOE no ha denunciado aquel acuerdo que comprometía a los dos grandes partidos españoles en la derrota de la estrategia terrorista, utilizando para ello todos los instrumentos del estado de derecho. Tampoco ha presentado ninguna iniciativa parlamentaria par derogar la Ley de Partidos; se conforma con lo que Max Weber llamaba la ética de la convicción, sin asumir la ética de la responsabilidad. Se conforma con descargar ésta sobre las espaldas de los jueces para que la justicia esté en cada momento al servicio de sus necesidades políticas; parafraseando a Zapatero e interpretando su pensamiento, la justicia ha de estar al servicio de la política, y no la política al servicio de la justicia. Con el Parlamento domesticado y los jueces reducidos al papel de intérpretes del Gobierno, nos habríamos cagado, con perdón, en la madre que parió al mismísimo Montesquieu.

La última insurrección de Rosa Díez se produjo el pasado 30 de mayo, el mismo día en el que el secretario general de su partido, Patxi López, respondió al ultimátum de Joseba Permach anunciando su predisposición a sentarse con Batasuna sin esperar a que ETA se disuelva. Unas horas antes, zapatero había dicho en el Congreso “primero la paz y luego la política”, y 24 horas más tarde trató de hacer una imposible síntesis diciendo que lo uno no estaba reñido con lo otro. Rosa se plantó. ¿Es eso una traición a la política del partido?

Vayamos a la hemeroteca para saber lo que opinaban gentes muy cualificadas al menos en el sentido estrictamente jerárquico del Partido Socialista hasta hace justamente 20 días. Patxi López decía el 25 de noviembre de 2002, a propósito del Plan Ibarretxe: “No es cierto que los nacionalistas tengan la intención de respetar la legalidad como lo repiten constantemente; saben perfectamente que para modificar el marco político se necesita mayoría absoluta del Parlamento Vasco, que sólo conseguirán si cuentan con la aquiescencia de Batasuna. Cosa que, primero, sería lamentable, ya que hablamos de un partido suspendido legalmente, y segundo, que no parece posible a juzgar por las posiciones que les hemos oído hasta ahora”. El Mundo informaba el 24 de junio de 2005 que el PP y el PSE han advertido al presidente vasco de que no formarán parte de una mesa de diálogo en la que esté presente Batasuna. El portavoz del PSE en el Parlamento vasco, José Antonio Pastor, aseguró que su partido no participará en una mesa de diálogo en la que esté Batasuna, mientras ésta no haga una condena expresa de la violencia, o la violencia haya desaparecido. El Diario Vasco daba cuenta el 9 de septiembre de 2005 de que Patxi López reiteró su negativa a compartir foro con Batasuna como partido legalizado mientras no condene el terrorismo o ETA desaparezca. El secretario general del PSE en Guipúzcoa, Miguel Buen, aseguró que mientras persista la ación terrorista y si Batasuna no la condena, no nos vamos a sentar en una mesa a dialogar, etc., etc. El 19 de noviembre de 2005, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, decía “Cuando no hay ninguna condición objetiva que permita ningún tipo de acuerdo ni de entendimiento con una fuerza que es ilegal, lo único que se le pide a Batasuna es que contribuya a normalizar la vida política del País Vasco, a convencer a ETA de que abandone las armas y a garantizar un clima de paz y convivencia”. Patxi López, nuevamente, además de tachar a Grande-Marlaska de juez o político metido a médico, destacaba el papel de Otegi como referente de la izquierda abertzale y responsable de empujar ese mundo hacia la vía política. José Blanco insistía en el tema el 19 de abril del 2006 en el programa de Ana Rosa Quintana: “El lehendakari se ha reunido con Arnaldo Otegi, que no es representante de nada, es portavoz de sí mismo. Porque esa formación está ilegalizada y mientras no se legalice no existe. Se trata de una reunión del presidente del Gobierno vasco con una persona que en su día representaba a Batasuna, que tendrá sus ideas, su forma de ver la política, pero esa formación ha sido ilegalizada como consecuencia de la aplicación de la Ley de Partidos”. Patxi López se nos revelaba como un hombre de convicciones firmes y duraderas en El Correo, al decir el 9 de abril de 2006: “Batasuna es una formación ilegalizada y son ellos los que tienen que dar los pasos para ser legales”. José Blanco nuevamente, también Rodolfo Ares y la Vicepresidenta del Gobierno Mª Teresa Fernández de la Vega, explicaba el 21 de mayo de 2006: “No estamos dispuestos a polemizar en el caso de Batasuna con una organización ilegal, Batasuna no puede integrarse en la vida política si no hace una declaración expresa de condena de la violencia y se somete al cumplimiento de la ley, incluída la Ley de Partidos. A la legalidad sólo se vuelve por la legalidad. Todo le mundo tiene que saber que en el estado de derecho no hay paréntesis, no hay descanso, no hay espacios en blanco, y se aplica siempre”. Y por último, Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro de Interior, decía el 27 de mayo en el Círculo de Economía: “Quien está fuera del juego tiene que estar en el juego; el juego tiene reglas y hay que cumplirlas”.

Todo lo anterior son precedentes, los consecuentes venían en los titulares de El Correo del 31 de mayo de 2006. Eran: “El PSOE anuncia que se reunirá con Batasuna para impulsar la mesa de partidos”. Yo estoy seguro de que Rosa está de acuerdo con todas esas afirmaciones de los dirigentes de su partido en los últimos meses. ¿Por qué entonces ese desencuentro? Está claro: esta mujer es la hemeroteca que les devuelve sus palabras, el espejo que a ellos les parece deformante, el eco de sus propias palabras traicionadas. Rosa jamás podría suscribir ese manifiesto del relativismo léxico, epistemológico y moral que el presidente del Gobierno de todos los españoles acuñó en una sola frase en junio de 2005, esta vez sin paráfrasis: “Las palabras han de estar al servicio de la política y no la política al servicio de las palabras”. Lo que pasa es que los caprichos con las palabras conducen inevitablemente al disparate conceptual, el relativismo léxico lleva al relativismo moral, porque la sintaxis, ya lo advirtió Paul Valerie, es un valor moral.

Veamos dos ejemplos. La vicepresidenta del Gobierno, Mª Tersa Fernández de la Vega, comentaba el pasado miércoles día 14, la semana pasada, el último comunicado de ETA, en el que declaraba abolida la Revolución Francesa y conminaba al Gobierno francés a meterse en el proceso. ¿Cuántas veces habrá dicho la vicepresidenta: “este Gobierno no comenta los comunicados de ETA”; o: “el único comunicado que el Gobierno espera de la banda es el comunicado del fin de la violencia y la entrega de las armas?”. Pero dejemos esto al margen. Lo que dijo Fernández de la Vega fue que el comunicado de ETA demuestra que está fuera de la realidad al pretender emplazar a otro estado soberano. Pasémoslo a limpio; otra manera de decirlo: ¡parecen tontos estos etarras!, no saben todavía que el único estado soberano al que se puede emplazar es al nuestro. Una de dos, o eso, o es que la vicepresidenta considera a ETA un estado soberano, cosa que me parece más improbable. Dos días más tarde, después del Consejo de Ministros del pasado viernes, volvía a comparecer ante los medios con su sonrisa de hierro dulce llena de conmiseración, por usar una afortunadísima expresión de Arcadi Espada, y dijo: “La paz no está en venta y, por tanto, no tiene precio político”. La verdad es que no es ella quién para decirlo; es ETA quien pone la paz en venta y quien dirá si tiene precio o la regala. Lo que debería decir el Gobierno, un suponer, es que no piensa ir a mercadear con los terroristas eso que llaman paz, o volver a Max Weber para aprender que el estado es una comunidad humana que reivindica con éxito por su propia cuenta el monopolio jurídico de la violencia física legítima. No era la paz, sino la libertad. Así parecía creerlo también el presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados el día 1 de febrero de 2005: “La libertad de Euskadi es la libertad de sus ciudades. Una libertad para decidir, para decidir juntos. Aunque es cierto y doloroso que hay quienes ya nunca podrán decidir. Son muchos buenos vascos que han sido asesinados, vascos que seguro compartirán algo que Mario Onaindia, un patriota vasco, afirmó: ‘Si me matan, no quiero que digan en mi epitafio que moría por la paz, sino que luché por la libertad’”. Cómo no iba a protestar Rosa contra todo este dislate. Lo incomprensible, o no tanto, es que su voz no sea un clamor en su partido y que ella misma empiece a ser una presencia molesta para sus compañeros.

Pero en fin, en tiempos de desolación como los que vivimos, viene muy bien volver a los clásicos. Mucho antes de que Pablo Iglesias fundara el Partido Socialista, un escritor español, Francisco de Quevedo, escribía con los primeros vagidos del siglo XVII una máxima que parece pensada para los dirigentes socialistas de comienzos del XXI: “Arrojar la cara importa, que el espejo no hay por qué”.

Perdonen que me haya alargado tanto; yo tenía que haber hablado del libro de Rosa y decirles a todos ustedes que lo compren, pero es que el libro trata en realidad de todo esto. Y ahora quizá se comprenda mejor su título: “Porque tengo hijos”, no porque tengo ojos. Los dirigentes socialistas están empeñados en que miremos a los ojos a todo el mundo, a los de nuestros vecinos homosexuales (Zapatero); a los de nuestras criadas sudamericanas (José Blanco dixit y pixit); y ahora parece que van a sentarse para mirar a los ojos de sus interlocutores abertzales. Es por si fracasamos en el intento de dejar a nuestros hijos un país algo más arreglado, que al menos les dejemos como joyas algunas palabras precisas y unívocas salvadas del relativismo general. Las palabras de Pilar Ruiz Albizu al final de su carta a los nuevos ciegos: “Ya no me quedan dudas de que cerrarás más veces los ojos, y dirás y harás muchas más cosas por los nombres que no son, a tus pasos los llamaran variantes. ¡Qué solos se han quedado nuestros muertos, Patxi!, ¡qué solos estamos los que no hemos cerrado los ojos! Es porque tenemos hijos; es para que cuando nos miren a la cara, tampoco nosotros tengamos que cerrar los ojos”.

Rosa Díez:

Bueno, muchas gracias a Nicolás y a Santiago por acompañarme en esta presentación en Bilbao del libro “Porque tengo hijos”. Y muchas gracias a todos ustedes, muchos amigos, muchos amigos y muchos compañeros -insisto en lo de compañeros además de amigos-, que han querido compartir esta tarde con nosotros y acompañarme en esta presentación del libro aquí, en casa, que siempre puede ser más difícil, a veces, que presentarlo fuera del País Vasco, fuera de la propia casa. Gracias por estar aquí compitiendo con el partido de la Selección Española y con la presentación del libro de Txiki Benegas en San Sebastián. Muchas gracias, insisto, por acompañarme.

Como ni Nicolás, ni Santiago, han hablado del libro, pues yo voy a hablar del libro. Porque yo había venido para eso, para hablar del libro y para hablaros de…, Yo como Umbral, sí, aquí he venido a hablar del libro. Yo quería explicaros, quería contaros cuál es el objetivo de este libro. Porque creo que es un libro, aunque sea humildemente, útil para estos tiempos y para el futuro. Santiago ha terminado explicando el título y ha empezado diciendo que le gusta el título. El libro de titula “Porque tengo hijos”, porque verdaderamente hacer política en Euskadi, desde mi punto de vista, en la situación en que hemos hecho política en los últimos 30 años quienes no somos nacionalistas, requiere de algo más que de militancia política en un partido. Requiere de formación política, de cuajo, que se suele decir. Pero a veces, cuando las cosas van verdaderamente mal, tienes que tener algún motivo más importante que tu compromiso político, que ya es mucho, que tus referencias morales, que tus referencias éticas, que tu propia historia, que lo que has aprendido de tus padres. Para mí, eso son mis hijos. Sé que al citarles a ellos estoy citando a todos los de su edad, a las nuevas generaciones, a los jóvenes. Para mí, el motivo son ellos, que ellos no tengan que terminar la tarea, que ellos no vivan en la sociedad en la que hemos vivido nosotros. Porque nosotros, la mayoría que aquí estamos, que ya tenemos alguna edad, hemos vivido toda la vida sin libertad. Yo soy de una generación que nunca ha vivido en libertad. Tengo 54 años; la mitad de mi vida la viví bajo el régimen franquista y la otra mitad bajo el régimen nacionalista, ya sea el del nacionalismo obligatorio o el del nacionalismo terrorista. Demasiada vida, demasiados años para que finalmente nos equivoquemos por no mirar un poquito hacia atrás, a nuestra historia, por no recordar nuestra historia, por no ser capaces de analizar qué hicimos bien y qué hicimos mal, qué nos ha producido éxito en nuestra lucha por la libertad y en que cosas ya hemos fracasado, y por tanto no hay que repetir. Qué triste sería que por no hacer nuestra pequeña aportación cada uno de nosotros, por no recordar nuestra historia, por no defender las cosas en las que creemos, ellos, nuestros hijos, tuvieran que terminar la tarea, tuvieran que seguir luchando por las mismas cosas que hemos luchado nosotros toda la vida.

Es verdad y debo reconocer…, porque algunas veces cuando explico esto hay quien dice: “¿Pero verdaderamente esto merece la pena? Porque a veces el tener hijos podría ser el motivo para marcharse. Sé que es verdad. Yo recuerdo -quizás ellos, que están aquí conmigo hoy acompañándome, quizás ellos no se acuerden o no se lo haya dicho nunca- que cuando eran pequeñitos, algunas veces lo hablábamos en casa y pensábamos: ¿tenemos derecho a obligarles a vivir aquí, en estas condiciones? Porque yo haya decidido militar en este partido no tengo derecho a obligarles a mis hijos a vivir esto; porque es mi decisión, no es la suya. Entonces sí que dudaba, entonces sí que dudé de si tenía derecho. Igual no tenía derecho, el caso es que me quedé; y el quedarme ha hecho que ellos paguen muy caro ser mis hijos, como otros hijos de muchos de nosotros. Ellos han pagado el vivir en esta sociedad, el ser hijos de una mujer pública, en este caso socialista, como hemos vivido nosotros, que hace política públicamente, que está en el ojo, en el punto de mira. No me refiero al punto de mira de los terroristas, me refiero al punto de mira en general de la sociedad; también de los malos, pero no estaba pensando fundamentalmente en eso. Ellos lo han pagado muy caro. Entonces, lo único que yo tengo para compensarles a ellos y a todos los de su generación, es contribuir a partir del relato, a partir de nuestra historia, de esta pequeña historia de los últimos 11 años del País Vasco, contribuir a que aprendamos a conocer y reconocer la historia. Que conocer y reconocer nuestros aciertos y nuestros errores evite que elijamos el mal camino, y que en vez de luchar por conseguir a libertad, creamos que es posible un final dialogado o los productos milagro.

Veréis, el primer artículo de este libro, el primer artículo recogido…, el libro tiene una estructura, tiene una disculpa, la disculpa de su estructura, son una selección de 29 artículos publicados desde el año 1995 en distintos medios de comunicación. Y alrededor de ellos, separados por capítulos, lo que hago es analizar el momento histórico, el momento político en el que se escribieron esos artículos. Los últimos años del gobierno de coalición con los nacionalistas, la declaración de la tregua del 98, la ruptura de la tregua, el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo, el asesinato de Fernando Buesa, el asesinato de Joseba Pagazaurtundua,… Pero no solamente es analizar lo que ocurrió, sino por qué ocurrió y qué hizo quien en cada momento y que no hizo cada cual; qué decisiones tomamos en cada momento, en qué acertamos o quiénes acertamos, quiénes defendíamos determinadas cosas y quiénes se equivocaron. De eso hablaré después.

Pero al escribir el libro, al contextualizar cada uno de esos momentos históricos, naturalmente he releído los artículos y me he encontrado con que alguna de las cosas que ya creíamos superadas, porque ya las hemos vivido y porque ya han tenido o tuvieron un resultado, porque ya está probado el fracaso en determinadas actitudes, algunas de esas cosas siguen diciéndose, haciéndose y reflexionándose hoy de la misma manera que hace 11 años. Veréis, el primer artículo, os decía, se titula “El final dialogado y los productos milagro”. Fue publicado en el año 1995 en El País. Cuando lo releí, le llamé a un amigo y le leí un par de párrafos y le dije: “Mira, ¿que te parece esto que he escrito?”, y me dijo “donde lo vas a publicar?”. Era para hoy. Todo el mundo habla del final dialogado del terrorismo, conjugamos esas palabras movidos por razones políticas o por lo que hemos dado en llamar pragmatismo. No me extenderé sobre las circunstancias que han hecho posible que quienes han defendido y defienden la tesis del conflicto político para explicar el nacimiento y la pervivencia de ETA, hayan llegado a convencer al resto de su solución. Hoy también hablamos de eso, del conflicto, del problema, incluso hay una ONG que creo que va a mediar, que está especializada en mediación entre bandas armadas. Pero probablemente -sigo con el capítulo-, probablemente el cansancio, el desánimo, la confusión y hasta una cierta ausencia de referencias claras, hayan contribuido a ello. El caso es que es ésa hoy la posición dominante en materia de pacificación. También ahora hablamos de paz, o al menos la que suena como tal; por eso resulta difícil mantener públicamente una posición contraria a esta teoría que tiene, por otra parte, la ventaja de aparentar que goza de consenso. Esto es del 95. Entonces me lo publicó El país. Yo creo que hoy lo podría mandar, no sé si a El País o a cualquier otro medio de comunicación, pero lo mandaría, y casi sin corregir ninguna cosa lo publicarían, porque forma parte del mismo debate.

Como eésta es nuestra historia, yo he querido hacer un relato y una reflexión sobre ese relato, y extraer unas conclusiones. He sentido la necesidad de contar la verdad, de contar la historia, no nuestra verdad, sino la verdad, para que nadie la falsifique, para que nadie falsifique nuestra historia, para que nadie caiga en la tentación de esconder a los verdugos, por ejemplo; de hacerles desaparecer, de convertirlos de un momento a otro en demócratas. Porque todo el mundo trata de olvidar quiénes son y lo que hicieron y lo que hacen; y lo que han perseguido y lo que persiguen. A veces tengo la impresión de que en este nuevo tiempo, un tiempo en que las víctimas del terrorismo no pueden ser escondidas, invisibles, porque hoy las conocemos, porque hoy tienen voz, tengo la impresión de que en este momento en el que ya todo el mundo se ha resignado a que no le puede quitar la voz ni tapar la cara a las víctimas, hay algunos que para “homologar” el “sufrimiento” de los unos y de los otros, que han dicho siempre los terroristas y también los nacionalistas, tienen la tentación de esconder a los verdugos.

Yo hago también en este libro mi aportación al respecto. Hay líneas rojas, siempre hay líneas rojas, y en este momento político en el que vivimos, la más importante línea roja es la inocencia de las víctimas. Todas las víctimas son inocentes y todos los verdugos son culpables; todos los verdugos son culpables y todas las víctimas son inocentes. Por tanto, no caigamos en esa tentación de volver a pensar 20 años más tarde… Alguna vez lo hemos oído en una reunión de la Ejecutiva de Euskadi, cuando tú eras el secretario general y yo era miembro, yo he oído a un miembro de la Ejecutiva de Euskadi: “no tienen razón, pero tienen sus razones”. No tienen sus razones, no tienen razón, ni tienen sus razones, ni tienen argumentos, ni tienen ideas; tienen malas ideas, son enemigos de al democracia, son nuestros enemigos y debemos recordar la historia, debemos recordar las cosas que pasaron, naturalmente. Porque han pasado hace muy poco tiempo, pero se nos han olvidado. A mucha gente se le ha olvidado lo que ha pasado hace nada de tiempo, lo que ha pasado, qué hizo cada cual en cada uno de esos momentos. Hay que analizar también por qué pasó, como se posicionó cada uno frente a los acontecimientos; cómo en este país existen culpables, pero también existen responsables; cómo los culpables, naturalmente, son los que nos han aterrorizado, los que nos han perseguido, los que nos han expulsado a cientos, miles de personas de este país, los que nos han quitado la libertad. Pero también cómo en este país, ante cada uno de los acontecimientos que han marcado los últimos 30 años de nuestra vida, también ha habido responsables políticos, los que han perdido la piedad ante las víctimas, los que han mirado para otra parte, los que se han beneficiado electoralmente, socialmente, políticamente, económicamente, de nuestra falta de libertad; los que han gobernado desde las instituciones democráticas sin respetar a las instituciones democráticas, sin defender la democracia, que era la que les permitía estar en esas instituciones. Hay que recordar también esta historia para que no se repita, para que, efectivamente, cuando dentro de unos años alguien nos mire a los ojos, alguien también les pueda mirar a ellos a los ojos; y para que les interpelen y les pregunten: “¿Tú qué hacías cuando perseguían a los vascos no nacionalistas, cuando se declaró una tregua que no era una tregua, que era un pacto entre los terroristas y los nacionalistas que gobernaban las instituciones, para expulsarnos del país o para expulsarnos de la vida civil a quienes no somos nacionalistas? ¿Tú qué hiciste?”.

Y hay mucha gente en este país a la que interrogar. ¿Tú qué hiciste cuando el PNV se fué a Lizarra y pactó con los terroristas algo tan simple como “no les mates tú que ya los excluyo yo”? ¿Tú qué hiciste?, ¿hacia donde miraste? Yo creo que conviene que recordemos eso; que es nuestra obligación recordar e interpretar a la gente, no dejar que la gente se olvide, y al olvidarse de lo que pasó se olvide de que hay víctimas y verdugos. Insisto, víctimas y verdugos. Que los verdugos siguen siendo verdugos, que los verdugos no se han convertido a la democracia, que ETA no se ha convertido a la democracia; es una organización terrorista, totalitaria, que nos ha perseguido, que es enemiga de la democracia. Y que hoy está en la situación en que está, en esa situación de pausa, de declaración de alto el fuego… permanente, creo que es el adjetivo, no porque se haya caído del caballo o porque se haya convertido a la democracia, o porque de repente hayan descubierto, en fin, que son buenos y que nosotros teníamos razón; si están en la situación de debilidad en que están, si han hecho una declaración de alto el fuego, es porque les estábamos ganado, porque la sociedad democrática, las instituciones democráticas, los movimientos cívicos les habían hecho comprender que no tenían nada que ganar y que no nos iban a derrotar. Hay que recordar por qué ETA está como está. No está como está porque el apaciguamiento haya funcionado, no, no, no.

Algo que nos demuestra nuestra historia reciente es que con los nacionalistas, ya sean los nacionalistas que matan, como los nacionalistas que no matan pero que se favorecen y se benefician de los crímenes de los terroristas, la política de apaciguamiento no sirve, ya lo hemos comprendido, el partido e el que Nicolás y yo militamos, hizo e hizo bien, desde mi punto de vista, lo explico en el libro, un intento de constitucionalizar al nacionalismo durante ciertos años y yo diría que al principio no fue mal, incluso que entraron en esa senda, pasaron de manifestarse en la calle cuando había una extradición de un terrorista en Francia a distribuir en un despacho Arzallus donde mandaba a los presos, por toda España, porque esto de la distribución de los presos lo decidió Arzallus, entre otros, claro está, o sea que hubo unos años en que aquello tuvo sentido, el esfuerzo de constitucionalizar al nacionalismo, pero ya descubrimos que el apaciguamiento, insisto, no sirve, ni con los de las pistolas ni con los otros, que el nacionalismo es insaciable, no repitamos pues la historia.

Recordemos que cuando el PNV se fue a pactar con ETA nuestra exclusión, la exclusión de los no nacionalistas, gobernaba con nosotros los socialistas en el País Vasco, tenía mayoría en el Parlamento Vasco y tenía un acuerdo de gobierno con Aznar en Madrid…
[…]
… con ellos ahora, yo les tengo que explicar que no, que se fue con ellos porque les dio la gana, bueno no porque les dio la gana, porque ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco y descubrieron de repente, que no, que tenían que tomar una opción, también está n el libro, tenían dos opciones, pactar con los demócratas y defender por primera vez en la historia a loa instituciones democráticas que no lo habían hecho nunca, o pactar con los nacionalistas terroristas para garantizarse la hegemonía del nacionalismo. Y optaron por lo segundo, lo primero era más incómodo, les podía convertir en víctimas, lo segundo era más cómodo les daba el poder y además, en fin, les garantizaba su seguridad. Hay que recordar esa historia, recordar eso, que el apaciguamiento con los nacionalistas no sirve porque son absolutamente insaciables.

Yo creo también y el libro nos permite recordarlo, que ahora que hay tanta incertidumbre y tanta negociación o diálogo o no se sabe qué, recordemos que quienes hemos acertado somos quienes defendíamos y seguimos defendiendo la firmeza ante el terror, la firmeza ante el terror y ante el nacionalismo obligatorio, que se equivocaron los que pensaban que algo había que darles y que así se iban a apaciguar para que dejaran de matarnos, que los que hemos tenido éxito somos los que hemos defendido la firmeza democrática y la dignidad y que quienes se equivocaron fueron los que quisieron ceder y quienes argumentaron la cesión para terminar con el terror. Nuestra historia reciente os ha demostrado que nosotros teníamos razón y que la estrategia de la firmeza y de la dignidad es la que ha tenido éxito y que la otra, la de renunciar, la de ceder, la de tratar de apaciguar a la bestia, es al estrategia que se ha demostrado equivocada.

El libro también habla del lenguaje, es algo constante, que yo a lo largo de un montón de artículos, mira que ahora también tengo, no en solitario, naturalmente, esa misma batalla por utilizar las palabras correctas para describir la verdad de las situaciones, pero no es lo común. Yo creo que en el País Vasco el nacionalismo ha sido experto en pervertir el lenguaje, a lo largo de toda la historia ha pervertido el lenguaje, y el problema es que hoy esa perversión nacionalista, o sea, perseguida por los nacionalistas, que obedecía y obedece a un objetivo, el problema es que hoy algunos no nacionalistas han caído en la misma trampa y hoy el lenguaje, que nunca es inocente, está absolutamente pervertido, por eso se habla del proceso de paz, yo creo que el proceso de paz es en sí mismo la perversión del lenguaje y lo que me da miedo es que tenga el objetivo de pervertir, si me permiten la expresión, el propio objetivo. Porque no es lo mismo perseguir la paz que defender la libertad, la paz sin libertad no es nada, ni es lo mismo pactar con ETA que derrotar el terrorismo, y el método a veces determina el objetivo final. Es que no es lo mismo, no es compatible; como dicen algunos, es una forma de decirlo, no, no, es completamente distinto perseguir la derrota del terrorismo que perseguir un pacto con ETA, de qué vas a pactar con ETA, qué tenemos para pactar con ETA, qué se le puede dar a ETA, porque ETA es una organización terrorista, es una organización totalitaria que es incompatible con la democracia, qué le puede dar la democracia a ETA que es el enemigo jurado y mortal de al democracia, ¿qué le podemos dar?, ¿nuestra libertad? si no es nuestra, es de nuestros hijos, ¿nuestro futuro? si no es nuestro, es de nuestros hijos, porque quienes nunca soñaron y ahora quieren revisar nuestra historia y la Guerra Civil por cierto, nunca soñaron pactar con Franco en los 50 o los 60, ¿les parece lógico pactar con ETA?. Yo creo que eso es una perversión de un lenguaje que puede tener como consecuencia, a lo mejor no perseguida, la perversión del objetivo final. Y yo denuncio ese lenguaje porque me parece que es bueno no confundirnos, yo esto en contra del llamado proceso de paz, estoy en contra de que el proceso sea exclusivamente la paz, o tenga como objetivo exclusivo la paz, estoy en contra de que alguien crea que ese es el objetivo, porque yo no quiero la paz de Azkoitia, y es paz ¿eh?, pero yo no quiero la paz de Azkoitia, yo no quiero para mis hijos, yo no quiero que no les maten pero que no les dejen vivir, yo no quiero un país en el que se viva sin libertad aunque no nos maten, como mi padre no quería para mí la paz de Franco, porque no querían la paz de Franco, querían la democracia, yo quiero la democracia, yo quiero la libertad que es mucho más que la paz, y me asusta que nunca se hable de libertad, que en los objetivos estemos todo el tiempo hablando del proceso de paz, y que además se hable incluso de mediaciones de alguna ONG experta en mediar en conflictos armados, si aquí no ha habido nunca dos ejércitos luchando, aquí jamás ha habido dos ejércitos, aquí ha habido unos pocos vascos terroristas, criminales, asesinos, que han perseguido y aterrorizado al resto de ciudadanos que éramos ciudadanos normales y que aspiramos a vivir, como decía muy bien Mario, tú lo has citado en boca del Presidente del Gobierno, no en una sociedad normalizada, que esta es otra de las perversiones apuntada por el lenguaje del nacionalismo, si no en un país normal, yo no quiero vivir en una sociedad normalizada, yo quiero vivir en un país normal, normal, donde las cosas se debatan desde al perspectiva de las diferencias de opinión o de ideas, pero sin que haya que amoldarse a la mayoría dominante, sin que tengamos que asumir los principios, algunos de ellos indiscutibles.

Pues de eso, de la paz y de la libertad hablo también en el libro y curiosamente de eso también hablábamos en los artículos hace bastante tiempo. Hay un par de artículos escritos, publicados en la tregua del 98, uno de ellos se titula “Tregua no es igual a paz” y habla de esto mismo, de estas mismas cosas, que no es lo mismo la paz que la libertad.

El libro, como comprenderán ustedes se empieza a pergeñar hace un montón de meses, el año pasado, yo no sabía que el momento de su presentación la cosa iba a estar tan candente. Este se presentó en Madrid hace 15 días, la verdad es que viene muy bien, es un momento extremadamente delicado y extremadamente interesante para poner, decía Santiago, nunca me habían llamado la hemeroteca, pero decía Santiago que yo podía ser una especie d hemeroteca, bueno, el libro contribuye a eso, a recordar a cada cual las cosas que a mi juicio no se pueden olvidar, las cosas que a mi me hacen pensar que hay que mantener rayas rojas. Les hablaba antes de las rayas rojas de la inocencia de las víctimas y también de la culpabilidad de los verdugos, hay que mantener también muy clara la idea de que no podemos consentir que nos confundan con ellos, o haya riesgo de que nos confundan con ellos, o de que se confundan con nosotros, cuando por ejemplo, los dirigentes de mi partido, del Partido Socialista, deciden homologar como partido democrático a una organización terrorista. Santiago ha leído un montón de declaraciones previas en las que los dirigentes del gobierno y de mi partido decían que no iba a reconocer a Batasuna hasta que no se manifestara en contra del terrorismo y hasta que no se legalizara. Bueno, de entrada, Batasuna no se puede legalizar por una sentencia del Supremo y del Constitucional, pero bueno esto es también lo de la perversión del lenguaje, como todos hablan de la legalización de Batasuna, todos hemos aceptado que Batasuna se puede legalizar, pues no se puede legalizar; se podrá presentar un nuevo partido político que quiera la independencia, que sea legal, pero eso no será Batasuna, salvo efectivamente, aunque hemos dicho que no, algún día digamos lo contrario de lo que en este sentido hemos dicho.

Es una perversión d la política, no del lenguaje, y es un acto de relativismo moral insoportable, desde mi punto de vista, un partido centenario, democrático, que ha luchado por las libertades toda su vida, y cuando digo un partido, me refiero a los militantes de ese partido, a la gente que no conocemos y que ha dado la cara toda su vida por defender esas ideas, por defender la democracia y la libertad, es un acto de relativismo moral insoportable que los dirigentes actuales de mi partido reconozcan como interlocutor a una organización terrorista, a Batasuna. Batasuna no es que sea un partido ilegal que tiene que hacer unos trámites para legalizarse, que se le ha olvidado poner un sello o una póliza en el registro, Batasuna es un partido ilegal porque es una organización terrorista, ilegal porque es una organización terrorista, no porque no haya presentado bien los estatutos o ante un registro equivocado. ¿Cómo un partido político democrático puede reconocer como interlocutor político a una organización terrorista sin que nos rasguemos todos las vestiduras?, a mi me parece un escándalo, me parece una línea roja de la de parase y decir ¡no!, porque es despreciar nuestra historia, toda nuestra historia, es aceptar que razón no tendrían pero tendrían sus razones. Y yo no puedo aceptar que tuvieran sus razones, ningún demócrata puede aceptar eso y merece la pena que recordemos esa historia, lo que ha sido y lo que es Batasuna. Chivatos necesarios para matar a nuestros propios compañeros, y cuando digo compañeros me refiero a todos los muertos del PP, o del PSOE, o de nadie, compañeros que son nuestros escudos, a los que han matado porque militaban en un partido constitucionalista. ¿Cómo puede un partido democrático, que además es el partido que gobierna en España, reconocer sin que haya un escándalo que su interlocutor político es Batasuna?. En fin, si a ellos no los convertimos en demócratas por reconocerlos, qué hacemos con nosotros y con nuestra historia. Yo creo que esa es otra de las líneas rojas y conviene, no sólo recordarlo, si no denunciarlo.

En fin, yo creo que es importante, para terminar, que no escondamos la cara y que no abdiquemos de nuestros principios. No sé si hay que organizar o no la resistencia, como dije en Madrid, con gran escándalo para algunos, pero me temo que sí, que hay que organizar la resistencia cívica en defensa de estos valores, la resistencia cívica no se organiza contra nadie, se organiza a favor de, a ver si nos enteramos, se organiza a favor de la defensa de unos valores, y yo creo que hace falta resistencia cívica en Euskadi. Hace falta defender estos valores, estamos viviendo un momento en que parece que no ay diferencia entre el bien y el mal, ya parece que todo está aceptado y consentido, como que todo da igual, como que ya… como no matan…, pues no, esos mismos valores que los hemos defendido frente a las pistolas, hay que defenderlos ahora frente al relativismo moral y frente a este hiperpragmatismo, que no es pragmatismo, si no olvido de nuestra memoria, de nuestros principios, de nuestras víctimas, de nuestros valores y una cierta renuncia a construir un futuro en libertad, yo creo que para eso hay que organizar la resistencia cívica, hay que organizarla porque nos hace, a mi juicio, falta. No es contra nadie, es a favor de, a favor de esto. Ya sería triste que habiendo resistido lo que hemos resistido, habiendo dado y ganado las batallas que hemos ganado, porque a ETA le ganamos una batalla, esa del principio del fin el día que el Partido Popular y el Partido Socialista firmamos el pacto por las libertades y contra el terrorismo.

Ese fue el día que ETA perdió la esperanza, el día que supo que ni el PSOE por su parte, ni al PP por la suya porque habían decidido pactar todas las políticas antiterroristas, le podían chantajear. Ese fue el día que ETA perdió la esperanza, ese fue el principio del fin de ETA. Bueno, pues ya sería triste que hoy que conocemos nuestra hoja de ruta, hoy que sabemos lo que ha tenido éxito y lo que ha fracasado, hoy que ETA está más débil que nunca, no sólo desde el punto de vista operativo, si no desde el punto de vista de la sociedad, hoy que tiene el mayor rechazo social de toda su historia, hoy no termináramos la tarea, no cerráramos bien este trabajo, no fuéramos lo suficientemente ambiciosos y nos conformáramos con la paz en vez de perseguir y conquistar la libertad, yo no me conformo con la paz, quiero conseguir y conquistar la libertad y sé que podemos hacerlo, sé que se lo debemos a nuestros hijos, se lo debemos a las víctimas, se lo debemos al pasado más reciente, pero se lo debemos a nuestro propio futuro. Triste sería que nos pasara a nosotros los vascos constitucionalistas, lo que les pasó a tantos judíos que resistieron en campos de concentración y salieron y no se suicidaron allí en los campos de concentración, y se suicidaron después, después de que la Alemania fascista había perdido la guerra; porque fueron capaces de aguantar frente a los totalitarios, de aguantar a los fascistas, de resistir porque tenían el objetivo de aguantar para contar su historia y conseguir una sociedad democrática y en libertad, pero no pudieron resistir las miradas para otro lado, la indiferencia, la conmiseración de al democracia, no pudieron resistir la indiferencia de al democracia y muchos de ellos que habían resistido los campos, el sufrimiento de los campos, terminaron suicidándose cuando llegó la democracia.

Por eso, lo que decía Santiago, de esos alemanes que tenían que reescribir su historia, porque durante muchos años no quisieron recordar la historia y las víctimas, los judíos que habían salido de los campos les recordaban su historia y les recordaban que miraron durante mucho tiempo para otra parte, que no olieron los campos de exterminio y el humo, que siguieron llamando los trenes transportes… no me acuerdo, transportes especiales o algo así, ni siquiera así, algo mucho más ofensivo.

Ya sería triste que nosotros le recordáramos la historia a alguien y nosotros, que no nos hemos ido cuando nos mataban, tuviéramos que irnos porque no pudiéramos vivir en un país en el que se hubiera generalizado la paz de Azkoitia. No lo quiero ni para nosotros ni lo quiero para mis hijos, y por eso mi pequeña aportación a través de esta historia, porque les debemos mucho a todas las víctimas, sobre todo a las víctimas cuyos rostros no conocemos, cuyos nombres hemos olvidado, aquellas de los años 80 en los momentos en que nadie salía a la calle cuando había un atentado, aquellas a las que venían sus padres, sus hermanas, sus novias, a recogerlos a los chavales a los que habían asesinado por ser nuestros escudos, sin que nadie saliera a la calle; les debemos mucho a todos ellos, a todos, particularmente a esos desconocidos y les debemos mucho a nuestros hijos que no sólo les debemos el futuro, si no que les debemos lo que les hemos hecho pasar, porque no les hemos pedido permiso y ellos han hecho posible que estemos aquí.

Muchas gracias.

Editores, 26/6/2006