El Correo-TONIA ETXARRI

Cuando Iñigo Urkullu fue a la cárcel de Lledoners a visitar a Oriol Junqueras, a finales de agosto, y pedir luego su excarcelación, el presidente valido de la Generalitat le telefoneó para pedirle explicaciones. El trato de deferencia hacia el líder de ERC, con el que Urkullu se siente más identificado que con sus antiguos homólogos de Convergència (PDeCAT) por aparentar, al menos aparentar, más pragmatismo y realismo que el resto de independentistas, molestó a Quim Torra. Se encendieron todas las alarmas en la Plaza Sant Jaume y decidió escenificar su enfado. Afectado por la división indisimulada por la que está atravesando el independentismo catalán y convencido de que un trato de favor a ERC daba «bazas al Estado», Torra pidió explicaciones. Urkullu se las dio. Y quedaron en celebrar un encuentro. Y en esas están ahora. Se verán el 14 de noviembre. Pero no será el lehendakari quien viaje a Waterloo para verse con los dos presidentes de la Generalitat (el fugado y el valido). Será Torra quien viaje a Vitoria. Que entre la reapertura de «embajadas» y la presentación de organismos paralelos para internacionalizar el ‘procés’ se abre un hueco para entrevistarse con el lehendakari y participar, ya de paso, en un acto de Gure Esku Dago.

La reunión se celebrará en un momento político de máxima tensión entre los dos socios independentistas catalanes. Puigdemont intentó desactivar los planes electorales de Junqueras proponiendo listas unitarias. Pero Esquerra rechazó la maniobra. Ni para Barcelona, cuyo candidato será Ernest Maragall, ni para el Parlamento europeo, cuyo cabeza de lista será el propio Oriol Junqueras. El líder republicano en prisión provisional ganará atención mediática como candidato, mientras que Puigdemont, de momento, se queda en la cuneta electoral.

Tocará relevo ante los focos. Y el prófugo de Waterloo se resiste a asimilar la situación. Por eso, con la presentación del ‘Consell para la República’, Puigdemont pretende disponer de una plataforma para utilizarla como «gobierno en el exilio» en Bélgica. Así, como suena. ERC le apoya en la escenificación de este delirio porque así se libera de él, de quien dicen con mucha ironía que ejercerá a la perfección el papel de propagandista de la represión en los escenarios internacionales.

Este ‘consell’ que se presentó ayer en el Palau será una entidad de ámbito privado, según reconocía Elsa Artadi. Pero un «gobierno legítimo». ¿Cómo un organismo fantasma, de derecho privado y financiado con fondos privados puede considerarse un gobierno legítimo cuando en realidad lo único que puede llegar a ser es un ‘lobby’?

Cuando se necesitan organizar entramados de ingeniería populista para justificar instituciones paralelas de adhesiones inquebrantables a un movimiento el proyecto hace agua. Sin poder ejecutivo y sobre todo sin poder del ‘poble’. Porque el ‘poble’ no les ha encomendado semejante montaje. Instituciones paralelas para mayor gloria de quien no tuvo el valor de defender la república independiente que proclamó abandonando a su suerte a sus compañeros de Gobierno solo sirven para la propaganda.

Sánchez comparecerá en el Congreso para hablar sobre Cataluña en un pleno monográfico. Ya era hora. El Ejecutivo de Rajoy invitó a Puigdemont a que defendiera su plan en el Congreso pero el catalán no se atrevió. Si hay tanto interés, a la par que hartazgo, sobre Cataluña es porque sus gobernantes decidieron saltarse la legalidad poniendo en un compromiso a todos los ciudadanos catalanes y al resto de España. Urkullu no hubiera llegado tan lejos.