Pruebas comprometedoras

Seguramente, a Zapatero se le estará haciendo eterna la campaña. Por el desconcierto ante la desaceleración económica y porque su giro en política antiterrorista no consigue borrar el pasado inmediato. La memoria reciente sigue aquí. La sombra del entorno de ETA es alargada y Barrena anuncia que las actas de las reuniones de negociación en Loyola se harán públicas.

Si la ilegalización de EHAK, por vinculación con Batasuna, recorre el mismo camino que inició el grupo de Otegi y que ha culminado con la condena del ex presidente Atutxa y otros dos miembros de la Mesa del Parlamento vasco por desobedecer la orden de disolución del grupo, a la Cámara de Vitoria le esperan sesiones de intensa confrontación. No parece que la actual presidenta del Parlamento, dado el caso, vaya a actuar de forma muy distinta a la de su antecesor.

Pero, esta vez, el Gobierno de Ibarretxe no quiere cargar a solas con semejante peso. Por eso ha pedido que si el alto tribunal ordena la disolución del grupo de las ‘Nekanes’, sea el pleno quien tome las decisiones por mayoría absoluta. Es cuestión de repartir responsabilidades. Nos esperan sesiones tensas.

Desde la tribuna de oradores volveremos a oir protestas contra la Justicia que «criminaliza las ideas» y la bronca, sin duda, estará servida. Pero, como todo el mundo sabe ya, las pruebas demuestran los vínculos no sólo políticos sino económicos y logísticos. Fueron los papeles requisados a Permach los que pusieron la ‘guinda’ a toda la información que la Guardia Civil había ido enviando al juez Garzón y al Ejecutivo del presidente Zapatero, hace ya algunos meses. Antes de las elecciones municipales.

El tiempo suficiente para actuar, con las pruebas en la mano, contra una formación como ANV que, de tener cuatro militantes y un txistu, ha pasado a formar parte de la ‘caja única’ de Batasuna, como EHAK, con sedes sociales y consignas incluidas. Todo en el mismo lote. En fin, que Batasuna diseñó ANV a su imagen y semejanza, como hizo con EHAK, era un secreto a voces que el fiscal Conde Pumpido y el ministro Bermejo se empeñaron en quitar importancia.

Seguramente, al presidente Zapatero se le estará haciendo eterna la campaña hasta el 9 de marzo. No sólo por el desconcierto extendido entre la ciudadanía ante la desaceleración económica sino porque su giro en política antiterrorista (aplicando, ahora, lo que le pedía el PP ) no consigue borrar el pasado inmediato.

Existió un largo paréntesis de consentimiento hacia el entorno de ETA pero ahora el ministro Rubalcaba dice que el Gobierno está empeñado en que «no haya ni un solo dinero público para organizaciones ilegales». La memoria reciente sigue aquí. Y la sombra del entorno de ETA es alargada y vuelve a reaparecer. Casi toda la dirección de Batasuna está encarcelada pero queda, entre otros, Barrena para anunciar que las actas de las reuniones mantenidas durante el proceso de negociación, en Loyola, se harán públicas. Quizás por eso el presidente Zapatero se adelantó a contar que después del atentado contra la T-4, siguieron los contactos. El impacto es distinto si lo reconoce el presidente o si lo cuenta Batasuna. Pero los hechos son los mismos.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 30/1/2008