Xavier VidalFoch-El País

El incumplidor prófugo pretende ahora achatarrar el Parlament, su reglamento y su ley de la Presidencia

El miércoles debe empezar la nueva legislatura catalana. Hasta entonces, por lo menos, se mantendrá el pulso entre dos alineamientos irreconciliables.

A un lado figura el área constitucionalista plus (con los comunes). Pretende un cuatrienio completo convencional, sujeto al orden constitucional, al abandono de la unilateralidad, encabezado por un Govern que gobierne.

Asume que lo compondrán los partidos indepes, pero tras una gran rectificación (ya en marcha entre todos los imputados) que les conduzca a respetar la ley. Y apuesta a cuatro prioridades: recuperar la seguridad jurídica, facilitar el retorno de las empresas exiliadas para recobrar la dinámica económica, recomponer la fractura social y restaurar la dignidad institucional.

Con cierta desgana, el grueso del área independentista también se acopla a ese programa, aunque enfatizando que el vuelco pragmático no archivará el sueño de la secesión. Ven en el prófugo expresident Carles Puigdemont, dispuesto a reventarlo todo, el obstáculo. Así que le siegan (suaves) la hierba bajo los pies. Su patriarca emérito, Artur Mas, le señala asegurando que “nadie es imprescindible”. Joan Tardà, de Esquerra, le enfoca reiterando que “todo el mundo es necesario pero nadie es imprescindible”.Hasta Maria Sirvent, diputada de la CUP, le llama “irresponsable”.

Desde el día 26 de octubre Puigdemont oposita a rey Lear. Se ciscó en su juramento de convocar elecciones para evitar el 155, por miedo a sus hooligans; no osó descolgar su móvil para llamar a Mariano y acordar los detalles (ambos se saben sus números; tampoco el gallego lo usó); se largó a Bruselas el finde ocultándoselo a su vice, Oriol Junqueras, quien se enteró de la fuga el lunes; vulneró la promesa a sus próximos de recuperar su vida civil en Girona. Todo estos datos son factuales, no opiniones.

El incumplidor prófugo pretende ahora achatarrar el Parlament, su reglamento y su ley de la Presidencia —que le impiden la reelección a distancia— y prolongar así el 155. ¿Es Lear despedazando su reino? ¿O Sansón destruyendo su templo?¿O el personaje de Espriu? Aquel sobre quien escribió el poeta: “A veces es necesario y forzoso que un hombre muera por un pueblo, pero jamás todo un pueblo por un único hombre”.