¡Que vienen los liberales!

LIBERTAD DIGITAL 10/02/17
ENRIQUE NAVARRO


· Las propuestas de modificación de estatutos abrazando con más fuerza la ideología liberal que la socialdemócrata no sólo es un acierto político sino sobre todo estratégico.

Los dos principales anuncios del IV Congreso de Ciudadanos que más me han sorprendido, de forma grata, han sido el abandono de la socialdemocracia -posicionando al partido en el Centro Liberal Reformista- y la asunción de que el partido debe estar en las Instituciones. Comienza ahora una larga y complicada andadura, pero sin duda con estas bases es muy posible que el partido de la Ciudadanía alcance muchos de sus objetivos en un entorno político nacional muy complejo, especialmente por el reto independentista y la inestabilidad en los partidos de la izquierda que supone que sea imposible cualquier previsión de lo que puede ocurrir en los próximos meses; desde un entendimiento PP y PSOE hasta una moción de censura apoyada por toda la izquierda incluyendo a Bildu, si hiciera falta. Pero vayamos por partes.

La política es un arte que sólo tiene un objetivo, cambiar la vida de las personas, a mejor, a ser posible. La sociedad no se cambia con propuestas o tertulias, sino con leyes, y la principal misión del político es convencer a sus votantes de que es el más capacitado para gobernar su país; todo lo demás son juegos escénicos que no conducen a ninguna parte. Decía Martín Luther King que siempre llega un momento en el que uno debe tomar una posición, que no es segura, ni política, ni popular; pero debe hacerlo porque sabe que es lo que debe hacerse. Ahora le ha llegado a Ciudadanos el momento de tomar una posición, que no garantiza el éxito, pero que no tiene alternativa. Los partidos políticos o gobiernan pronto, o languidecen y desaparecen.

Definirse políticamente no es una cuestión sencilla en democracia y, a menudo, no es tampoco práctica, pero la claridad siempre recibe premio y Ciudadanos tiene ante sí tres grandes retos; el primero es definirse ideológicamente en un mundo cada vez más pragmático; el segundo, es establecer una estrategia que tenga como meta gobernar; y la tercera e irremediable es convertir a Ciudadanos en una alternativa política de gobierno que articule a una gran mayoría en torno a su proyecto.

Las propuestas de modificación de estatutos abrazando con más fuerza la ideología liberal que la socialdemócrata no sólo es un acierto político sino sobre todo estratégico. Las fuentes que inspiran a Ciudadanos no son el marxismo ni la socialdemocracia que evidentemente ha perdido su ubicación con los cambios políticos y sociales de las últimas décadas. El liberalismo en su tradición americana y europea, salvando las enormes distancias, es la única ideología que ambiciona un gobierno eficaz respetando los derechos individuales y garantizando la solidaridad social.

El término liberal es uno de los más denostados de la historia y con tendencia a ser manipulado o confundido. Pero me quedo con aquellas palabras de JFK:


· «Si por liberal entienden a alguien que mira hacia delante y no hacia atrás; que da la bienvenida a nuevas ideas sin reacciones rígidas, alguien que cuida el bienestar de su pueblo, su salud, sus viviendas, sus escuelas, sus trabajos, sus derechos civiles y sus libertades civiles; alguien que cree que podemos romper el estancamiento y las desconfianzas que nos atenazan en nuestras políticas en el extranjero, si eso es lo que quieren decir con «liberal», entonces estoy orgulloso de decir que soy un «liberal».

Esta es la posición liberal que, entiendo, ha abrazado Ciudadanos; quien no esté de acuerdo con estos principios tiene muchos otros partidos donde ubicarse.

Una vez definido, aunque sea considerado ambiguo, el marco ideológico es necesario avanzar dos pasos más allá. Por una parte ofrecer el mismo discurso en todos los territorios de la nación española y definir unos criterios básicos de acción política positivos y diferenciados de la derecha socialdemócrata y de la izquierda perdida.

El liberalismo es la respuesta a los problemas de la desestructuración identitaria de España. Anteponiendo a las personas sobre las Instituciones, se construirá un país de Ciudadanos, donde poco importen las denominaciones. Cuando los habitantes del imperio romano aspiraban a la ciudadanía, lo que quería era acceder a los mismos derechos y obligaciones que Roma, querían pagar impuestos. Un partidos de Ciudadanos sólo puede basarse en el principio de igualdad ante la ley y los derechos. Todos los españoles son iguales ante la Ley y deben tener los mismos derechos a la libertad de educación, de expresión y de acceso a servicios públicos en todos los territorios. Los ciudadanos deben ser el centro de la política y no el gobierno, que debe inmiscuirse en la vida de los ciudadanos lo menos posible. Cuando los gobiernos comienzan a reemplazar a los hombres en sus decisiones, la senda del autoritarismo ya está en construcción. La defensa del ciudadano también refuerza la idea de que aquéllos que quieran ser diferentes, que puedan serlo, allá cada uno con sus decisiones; pero obligar a ser diferentes o ser tratados diferentes desde la leyes es la mayor aberración jurídica y moral a la que una sociedad puede enfrentarse.

Continuando con el presidente Kennedy cuando decía que «los derechos de todos los hombres son vulnerados cuando los derechos de un solo hombre son amenazados», no podemos quedar de perfil cuando un solo ciudadano en Cataluña no puede acceder a la educación en castellano; o cuando un niño de Cádiz no puede tener una educación en inglés, o cuando un guardia civil no puede salir a la calle a tomar unos chatos en Alsasua, o cuando una mujer es discriminada en su puesto de trabajo. La amenaza al derecho de una sola persona nos incumbe a todos porque es una amenaza a la libertad colectiva.

España desde 1823 no ha tenido gobiernos liberales; a gobiernos conservadores les sucedían movimientos revolucionarios, de manera que España estuvo al margen de las grandes reformas económicas y sociales del centro y norte de Europa de finales del siglo XIX y comienzos del XX. El paternalismo ha perdurado en España condenándola a la miseria intelectual y económica. Nadie ha sido capaz de sacudirnos del paternalismo, desde Fernando VII hasta Mariano Rajoy con grandes adalides como Franco y Canovas, salvando las distancias ideológicas. Se cultivó la idea de que el español no es buen trabajador, buen empresario, buen intelectual y que todo debía ser dirigido desde el poder para garantizarle al nacional su tranquilidad. Pero sin duda el paternalismo y los movimientos radicales que le han sucedido, crearon un país cerrado y sin emprendedores. La ausencia de una España liberal nos llevó a las guerras civiles y a la ausencia de un concepto de nación similar a la de nuestros vecinos europeos. El germen de los nacionalismos está en el conservadurismo y en el paternalismo, por lo que han sido la semilla de los grandes males de nuestra nación, aderezada por el aprovechamiento que el comunismo y el anarquismo han hecho de estos fenómenos para romper al estado y a la sociedad liberal y democrática. Por eso que un partido pretenda gobernar lejos de los conservadurismos de inspiración cristiana, o del socialismo estatalizador o confiscador, es una extraordinaria y buena noticia.


«El liberal, en abierta contraposición a conservadores y socialistas, en ningún caso admite que alguien tenga que ser coaccionado por razones de moral o religión. Pienso con frecuencia que la nota que tipifica al liberal, distinguiéndole tanto del conservador como del socialista, es precisamente esa su postura de total inhibición ante las conductas que los demás adopten siguiendo sus creencias, siempre y cuando no invadan ajenas esferas de actuación legalmente amparadas»

(Por qué no soy conservador, Hayek)

Una propuesta liberal que no necesita de un gran listado de reformas, sino de establecer las bases para mantener una democracia avanzada y la preeminencia del ciudadano frente al gobierno. Impuestos, los más bajos posibles; la intervención del gobierno donde sea necesaria, sin invadir derechos o capacidades de las personas, que gaste menos de lo que ingresa y que ahorre para las crisis; solidario proactivo con los que sufren calamidades o violaciones, lo que significa que no alcanzan la condición de Ciudadanos. Una política exterior y de seguridad firme y solidaria con nuestros aliados y una política interior que se base en la igualdad de derechos y obligaciones entre todos los ciudadanos con independencia de donde vivan. Un estado donde cumplir la ley tenga una valoración moral y que no deje impunes a todos aquéllos que contravienen la ley o la tergiversan bajo el manto del fraude.


Alcanzar el Gobierno
El segundo hito del camino es iniciar el camino de la gobernación. La sociedad no quiere charlatanes ni tertulianos, quiere buenos ministros y buenos presidentes; pretender ser un lobby perpetuo en el congreso no es una opción. Bailar entre aguas turbulentas sin definirse no es una buena idea y mantenerse al margen del gobierno es la peor decisión. El tacticismo político, que tan agradecido es para el político, no puede nublarnos la vista; Ciudadanos debe trabajar desde las instituciones del gobierno, mostrando su capacidad de innovación y de cambio. Esperar a que los demás caigan solos para que dejen el camino expedito como la UCD de 1982, es un sueño húmedo del que ya debe despertarse el partido naranja. Ciudadanos debe ya comenzar a mostrarse como una opción capacitada para gobernar y no basta con sacar pecho de las reformas que al final hacen otros por la supuesta presión naranja que resulta de muy difícil demostración.

Finalmente, Ciudadanos debe aspirar a la conquista del poder con los votos de la mayoría. No hay otro camino. La política es muy simple: o triunfas o desapareces subsumido por una nueva corriente que te arrastra y de devora. Ya tenemos suficientes ejemplos que lo acreditan como para poner en duda este aserto.

La aspiración legitima de cualquier partido es alcanzar la mayoría absoluta para imponer su programa; lo cual no debe excluir el dialogo y el consenso ya que no podemos cambiar de modelo de país cada cuatro años. Ese debe ser el objetivo del partido naranja, y a ello debe enforcar todas sus fuerzas. Y solo hay dos opciones; reemplazar al Partido Popular o al PSOE y a mi juicio solo una es viable, que es ser la alternativa al partido de Mariano Rajoy. El PSOE tiene a su izquierda un caudal ideológico y de votos que lo hace casi inexpugnable si decide ladearse hacia Podemos; y si decide optar por la socialdemocracia, lo hará a costa del voto centrista mientras que siempre mantendrá de una u otra manera la fidelidad de su izquierda.

Ciudadanos debe aspirar, por una parte a hurtarle al PSOE el papel de la centralidad política que le ha permitido cosechar votos a su izquierda para hacer políticas socialdemócratas pero sobre todo aglutinar al votante de centro y centro derecha que comparte con Ciudadanos tres principios irrenunciables: la defensa de la libertad individual y de sus derechos y su efectiva y rápida tutela judicial; la unidad de España, y una política económica que promueva y respete la iniciativa privada; y limite la capacidad de intervención del gobierno en la esfera de los derechos individuales. Éste es su caladero de votos, negarlo es poner serias trabas en el camino de la Moncloa.

Mark Twain con su acertada ironía no exenta de razón decía que «los políticos y los pañales deben cambiase a menudo y por las mismas razones», así que Ciudadanos debe estar listo para tomar el relevo, corregir algunos desmanes de la socialdemocracia del PP, refirmarse en su visión ética de la política y presentar un programa de gobierno que genere un gran consenso en una mayoría de la población que confíe en que Ciudadanos debe ser la alternativa a las políticas de izquierda de este país. Para hacer las mismas políticas que la socialdemocracia con mejores cuadros políticos y con el respaldo de una gran parte del electorado del centro derecha, ya está el Partido Popular. Una gran parte del electorado de las clases medias, autónomos, profesionales y jóvenes, ambicionan nuevas políticas, lejos de las algaradas y de la inestabilidad y con una definitiva apuesta por las personas; si Ciudadanos aborda este camino, el éxito lo tiene asegurado.