Rajoy teme que Mas haya perdido las riendas de Cataluña: «Ya no sé quién manda ahí»

EL CORREO 13/10/14

· El presidente del Gobierno aprovecha el Día de la Hispanidad para insistir en un diálogo sobre «soluciones realistas» tras el 9-N

No hay una celebración del 12 de octubre en el Palacio Real, desde hace ya tres años, en la que no se hable de Cataluña. En esta ocasión, el principal tema de conversación en los corrillos de los invitados a la primera recepción de don Felipe y doña Letizia fue otro, el ébola. Y, sin embargo, el presidente del Gobierno no se pudo sustraer a comentar la difícil situación política planteada con la convocatoria del referéndum independentista del 9 de noviembre. «Yo procuro no olvidarme nunca de nada –dijo en tono informal– pero procuro que todo siga su ritmo».

Su ritmo implica dejar que sea el presidente de la Generalitat, Artur Mas –que un año más decidió no enviar representación alguna a los actos de la Fiesta Nacional–, quien decida cómo sale de la encrucijada en la que se encuentra tras la suspensión de la consulta por decisión del Tribunal Constitucional. Lo dejaron claro también algunos de los presidentes autonómicos de su partido presentes en el cóctel como el gallego Alberto Núñez Feijóo o el extremeño José Antonio Monago. A su juicio, el presidente de la Generalitat ha planteado un «chantaje» al Estado ante el que no se puede ceder porque el «precedente» abocaría a una situación imposible de gestionar. «Va campo a través, tiene que volver a la carretera», alegó el gallego. Solo después, dicen, puede haber diálogo.

Es ‘grosso modo’ lo que siempre ha repetido el presidente del Gobierno. Y ayer insistió en ello. «Estoy dispuesto a sentarme a hablar siempre que sea para algo», alegó. Rajoy quiso aprovechar el 12 de octubre para lanzar un mensaje conciliador a través de la recién estrenada edición del diario El País en catalán: «Debemos asegurar la firmeza de los puentes de diálogo», escribió el presidente del Gobierno, seguro de que «los responsables políticos, más que nunca, estamos llamados a seguir el consejo que dio la gran pluma de Gaziel: ‘Conocerse a fondo, compenetrarse, transigir, pactar’». Pero, a la vez, pintó un panorama preocupante. Es más, se mostró convencido de que Mas ha perdido las riendas de la situación y se limita a tratar de impedir que le arrolle la ola en la que cabalgan con soltura ERC, las CUP o la Asamblea Nacional Catalana. «Lo que no sé muy bien es quién manda ahí», dijo.

Imposibles y órdagos
Es un mensaje pesimista. En su carta, Rajoy aduce que «todo avance es posible y todo cambio a mejor es susceptible de debate, dentro del marco seguro que nos ofrece la legalidad», pero insiste en que para ello hay que «abandonar imposiciones y órdagos» y buscar «soluciones realistas». Pero ni él aclara qué sería, a su juicio, una solución realista ni los compañeros de viaje de Artur Mas –esos que cree que han tomado el mando– están dispuestos a «abandonar» nada.

Horas después, fuentes de la Generalitat replicaron a Rajoy y subrayaron que «en Cataluña, sociedad democrática, quien manda es la ciudadanía y quien lidera y toma decisiones por mandato democrático del pueblo y del Parlament es el president Mas». «Esto habría de ser obvio a ojos de quien esté firmemente comprometido con la democracia», recalcaron los mismos medios.

En otro corrillo, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, se mostraba preocupada ante el cariz de los acontecimientos y advertía de que el escenario más «peligroso» es el de unas elecciones plebiscitarias. «Ahí sí tendríamos un problema», advirtió. La dirigente andaluza subrayó que, en lo legal, el Gobierno de Rajoy ha dado la respuesta adecuada, pero cuestionó la gestión política del problema. El PSOE lleva meses apelando a un diálogo sobre una reforma constitucional como salida. Su temor es que ya sea tarde para eso. «No hay nada más peligroso que tratar de dialogar con un muerto», señaló.

El Rey, en cambio, consiguió sortear el asunto. Desde su proclamación, las referencias a Cataluña han sido muy medidas. Siempre un mensaje de «respeto, entendimiento y convivencia». La Casa Real tiene claro que no quiere ser un elemento de distorsión en este debate.