TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • No ha habido ni probablemente habrá un Gobierno capaz de blanquear más corrupción que éste

Es perfectamente coherente, bajo la lógica sanchista, presentarse como el paladín de la regeneración mientras se ve acosado por los escándalos y un clima cada vez más turbio que va del caso Koldo al caso Begoña y suma y sigue en el eje de Don Alvarone y el Tribunal de Cándido, vulgo TC. Así va esto. Ante la degeneración, ¡vendamos regeneración! No es raro que Sánchez anunciara su plan contra el fango coincidiendo con las multas de la Junta Electoral para él, su portavoz y su propagandista demoscópico, léase Pilar Alegría y Tezanos, por las trampas reiteradas en campaña. Y ya van… Tampoco es raro que acudiera a vender la milonga de ese plan de regeneración en uno de sus refugios mediáticos, para colocar allí la denuncia de los «pseudomedios de la derecha y ultraderecha» sin temor a que le preguntasen si no hay bulos en la izquierda –donde parecen sentirse crisálidas destinadas a sobrevolar el fango– o lo aceptable de poner a su secretario de Estado de Comunicación al frente de EFE y a una militante del PSOE a hacer el trabajo sucio en la presidencia de RTVE… o que haya fondos de inversión con peso en medios líderes y a la vez en empresas estratégicas participadas por el Estado. Es de 1º de Sanchismo que el presidente señalase los «pseudomedios de la derecha y la ultraderecha». En su mente, cortada por la hemiplejía orteguiana de quien tiene colores a falta de principios, no existe la menor voluntad de luchar contra la desinformación, sólo de perseguir aquella información que le afecte a él. Sánchez es de esos tipos que puede anunciar un plan de regeneración dos o tres minutos antes de defender la impunidad del fiscal general, por supuesto mintiendo al atribuir todo a una cacería para ocultar que a Don Alvarone se le investiga por el delito grave de revelación de secretos. Esa misma coartada victimista de la «cacería» es la que ya usan, impúdicamente, para el caso de los ERE, el mayor escándalo de corrupción clientelar en España con un fondo de reptiles hurtado al control para mantenerse en el poder, y decenas de millones desviados a familiares y amigos del entorno del PSOE en una trama oceánica. Desde hace meses estaba diseñado el indulto por la puerta de atrás de sus promotores, al socaire de la amnistía del 1-O que incluye –ya puesto el Estado de derecho en almoneda– el terrorismo, la alta traición y, por supuesto, la malversación.

No ha habido ni probablemente habrá un Gobierno capaz de blanquear más corrupción que éste, con el ‘procés’ y la cúpula de los ERE, aunque en este caso, a diferencia de Cataluña, dejando a los cuadros intermedios y los peones cargar con sus condenas. Regeneración y sanchismo es una contradicción en los términos; una suerte de oxímoron chusco. Pero esto es lo que define el sanchismo: emprender una campaña contra los tribunales y los medios –que es lo que caracteriza a los nuevos líderes autoritarios según Gideon Rachman– enarbolando precisamente la bandera de la regeneración. Puro sanchismo.