Revisiones

ABC 14/03/17
DAVID GISTAU

· Desatar un revisionismo de derechas es tan regresivo como el revisionismo de izquierdas que llevo padeciendo desde siempre

PIENSO leer la investigación de Álvarez Tardío y Villa García: «1936: Fraude y Violencia». Por su interés histórico. Es decir, por las mismas razones por las que leería un ensayo que aportara una teoría alternativa –como la del envenenamiento progresivo– para la muerte de Napoleón en Santa Elena. U otro sobre cualquier episodio de la historia de los que me fascinan y para los que ya apenas espero perspectivas nuevas.

Este libro en particular describe el ambiente de matonismo y trampas electorales con el que el Frente Popular «asaltó los cielos» españoles en los años treinta. En un contexto europeo de auge de los movimientos redentores y revolucionarios, entregada la burguesía, exhausta la democracia liberal de la que pocos años después sólo quedará Inglaterra, y con Stalin usando, sobre todo en Francia y en España, la coartada de los Frentes Populares para parasitar a los socialistas y apropiarse así del poder en naciones donde un Octubre a lo bestia es menos eficaz que una máscara democrática tan mentirosa como cualquier otro fingimiento. Supongo que algunos de los elementos de esta descripción les sonarán como actuales en esta Europa cuyo relato circular es una serpiente que se muerde la cola. Ése será precisamente el inconveniente de este libro. Que pocos lo leerán con la distancia histórica con la que se interesarían, por ejemplo, por las últimas horas de Cicerón en el declive republicano de Roma. Más bien lo convertirán en catalizador de otra reedición contemporánea de la Guerra Civil en su acepción de batallas retóricas. Comenzada, ésta en particular del fraude del FP, por los mismos que dicen que la Guerra Civil hay que olvidarla y cicatrizarla cuando la actualizan los de la Memoria. Y, esto, en una España polarizada como hace mucho que no lo estuvo y con el tercer español bastante más ahogado que, por ejemplo, hace diez años.

La prolongación cultural de la Guerra Civil se mantiene vigente en España mediante dos bandos que sólo coinciden en su anacronismo mental y que se distinguen por lo siguiente. Uno de ellos, que perdió la guerra pero ganó la legitimidad, intenta todavía ganar la guerra. El otro, que ganó la guerra pero perdió la legitimidad, ve ahora la oportunidad de ganar la legitimidad sin renunciar a la victoria en la guerra. El libro de Álvarez y García, al que no adjudico ninguna intención en este sentido, sino tan sólo la voluntad de estudio de unos historiadores, se convertirá a su pesar en la munición dialéctica con el que ahora, en un fervorín de tertulias, comenzará la pugna por la legitimidad del golpe como reacción a una gran estafa antidemocrática. Cada uno se sienta a leer como le apetece y a cada uno le aprovechan las lecturas como puede. Pero desatar ahora un revisionismo de derechas me da tanta pereza, y me parece tan regresivo, como el revisionismo de izquierdas que llevo padeciendo desde siempre en este régimen de hegemonía socialdemócrata.