Sálvame PSOE

ABC 19/09/14
DAVID GISTAU

· Llama la atención la premura agónica con la que Pedro Sánchez sale a salvar un voto

UN líder político no se degrada por llamar al teléfono de aludidos de un programa del corazón, como un adúltero o una folclórica de guata, ni por hablar con Jorge Javier Vázquez (el JorgeJa de Hughes), ese domador en un circo de almas que influye en más gente que cualquier articulista citador de Heródoto. Los viejos socialistas tal vez sientan nostalgia de cuando, si su secretario general iba a la tele, era para hablar de libros con Bernard Pivot en «Apostrophes», y además en francés. Pero esta nueva hornada que viene arremangada e incurre enseguida en el tuteo se ha propuesto llevar su verdad a los estratos más primarios del electorado para salvarlos del populismo que trafica con golosinas utópicas como si fueran el soma de Huxley. O sea, que es precisamente en el hábitat de la televisión –de los hermanos Matamoros y de su versión política en las tertulias de sábado noche– donde se juega su futuro. Pedro Sánchez va por tanto a «Sálvame» como antaño se iba al mercado, pero con una multiplicación de la audiencia que él necesita tan desesperadamente –es mucha la pedagogía por hacer y escaso el tiempo disponible– que cualquier día saltará a correr desnudo por el césped del Bernabéu.

Del episodio de la llamada a «Sálvame», aprovechada por JorgeJa con esa picardía que lo caracteriza, lo sorprendente no es que Pedro Sánchez busque cualquier cauce de expansión en la tele. Lo que llama la atención es la premura agónica con la que sale a salvar un voto como si, estando de guardia, le hubiera sonado la alarma de cuando un gato se queda atrapado en la copa de un árbol. Ya sabíamos que, en comparación con otros ciclos, al PSOE no le quedan demasiados votos. Pero el hecho de conceder a cada uno de ellos semejante valor categórico, como el que Borges otorgaba a cada uno de los escasos árboles que avistaba en la estepa castellana, implica una confesión mendicante. Y extenuante para Pedro Sánchez, si se propone hablar personalmente con todos los votantes socialistas que, desengañados, ahora discuten su apoyo.

Cómo será de desesperante para Pedro Sánchez la pérdida de un voto que, con tal de conservar el de JorgeJa, demostró que es capaz de improvisar convicciones y de renegar de lo que le pidan. ¡Por un solo voto!, qué no hará por un millón. Y por renegar sobre la marcha no me refiero en este caso al Toro de la Vega, que es un linchamiento con coartada cultural. Sino a la misma tauromaquia, «A mí no va a verme usted en una plaza», de la que se desmarcó para gustar a JorgeJa con la misma convicción que deberá emplear en defenderla en cuanto José Tomás diga públicamente que ya no piensa votar al PSOE –suponiendo que lo haya hecho– y en el móvil de Sánchez vuelva a sonar la alarma de voto en peligro. A ver si es que Sánchez es de los que creen que a los toros sólo van infames de derechas, y que no tiene nada que perder ahí.