Pablo Sebastián-Vozpópuli

Siete desastres políticos en cadena y simultáneos que tienen desconcertado a un Sánchez que ya se reconoce en el final de su escapada

En las últimas semanas, el presidente Pedro Sánchez ha reiterado en varias ocasiones que nadie lo va a ‘quebrar’. Reconociendo así la fragilidad política y emocional en la que vive desde hace algún tiempo. Y de la que hizo gala en su primera carta de amor y ciudadana cuando anunció que se tomaba cinco días de ‘reflexión’ para decidir si continuaba o no al frente del Gobierno (lo nunca visto en una democracia), desvelando así su desvarío mental, como clara señal de alarma del agotamiento de su liderazgo por el estrés que le causan los múltiples problemas que se le acumulan Sánchez.

Empezando por la imputación de su esposa Begoña Gómez por los delitos de tráfico de influencias y corrupción, a lo que se le ha añadido la apertura de otras diligencias judiciales contra su hermano músico David Sánchez por presunta malversación. Y todo esto cuando el Fiscal General del Estado Álvaro García Ortiz va camino de ser imputado en el Tribunal Supremo por delito de ‘revelación de secretos’.

Fiscal General al que se le ‘sublevan’ los principales fiscales del Supremo que se declaran contrarios a aplicar, por causa de la malversación, la vigente ley de la amnistía que acaba de entrar en vigor. Y que corre el riesgo real de no ser aplicada por el Tribunal Supremo a todos los malversadores procesados, Puigdemont, Comín y Puig, y a los que fueron condenados, los Junqueras, Turull, Romeva y Bassa, dado que unos y otros se apropiaron de fondos públicos de los que se beneficiaron para ejecutar el golpe de Estado y para romper la unidad de España dañando los intereses de la UE.

Una posición del Fiscal General que no será atendida por el Tribunal Supremo en la que será su probable y pronta decisión de excluir de la amnistía a los malversadores

Lo que contradice el propio texto de la Ley de Amnistía donde se excluyen de sus medidas de gracia a quienes se beneficiaron de la malversación y a los que pretendían causar con la independencia daños a los intereses de la UE.

Como lo subrayan en su escrito al Fiscal General, los cuatro y fiscales de Sala del Supremo, Zaragoza, Moreno, Madrigal y Cadena, y por más que García Ortiz imponga ‘orgánicamente’ su criterio, y manteniéndose de paso las medidas cautelares que renovó el juez Llarena. Una posicion del Fiscal General que no será atendida por el Tribunal Supremo en la que será su probable y pronta decisión de excluir de la amnistía a estos citados malversadores desde su propio prestigioso e independiente criterio de la Sala Segunda del TS que preside Manuel Marchena y teniendo en cuenta la docta opinión de los cuatro fiscales de Sala.

Y sin que ello suponga que el Tribunal Supremo renuncie a su derecho, con él complementaría su decisión inicial, a presentar una ‘cuestión prejudicial’ ante el TJUE y una ‘cuestión de inconstitucionalidad’ ante el TC, en las que además se incluiría el argumento de la flagrante inconstitucionalidad de la Ley por causa la ‘desigualdad’ que incluye la norma para el conjunto de los españoles, dado solo favorece a delincuentes del procés.

Una situación procesal contra la aplicación de la amnistía a malversadores, con el argumento de los errores y chapuzas de la propia ley de amnistía, por parte del Tribunal Supremo que está complicando la pretendida investidura del líder del PSC, Salvador Illa, como presidente de la Generalitat catalana donde ya no se descarta la repetición electoral en el otoño. Y donde el líder de Junts Carles Puigdemont, se debate ante el riesgo de ser detenido si regresa a España para optar a la investidura el día 25 o seguir en Waterloo desde donde podria ser extraditado al concluir su mandato actual de eurodiputado, motivo por el que Puigdemont podría marcharse a Suiza.

Además, es en Ginebra (Suiza) donde está refugiada la prófuga Marta Rovira, de ERC, con la que Puigdemont pactó unos días atrás y de espaldas a Junqueras la presidencia del Parlament catalán en beneficio del golpista Rull de Junts. Y será en Ginebra, probablemente, donde ambos prófugos acordarán oponerse a la investidura de Illa y propondrán una eventual candidatura conjunta de Junst y ERC para la repetición electoral catalana de octubre mientras ellos simulan y ensayan un gobierno fantasma del nacionalismo catalán.

Romper con Sánchez

Un laberinto enrevesado que, sumado a la negativa del PSC a convertir en presidente catalán a Puigdemont puede llevar al líder de Junts a romper su relación con Sánchez. Al que empieza a amenazar con la posibilidad de que los 7 diputados de Junst se sumen a una moción de censura de PP y Vox que pondría fin a la legislatura. Y abriría la senda del adelanto electoral nacional que, según el PNV, Sánchez podría hacerlo coincidir con el adelanto electoral catalán.

Una secuencia está de acontecimientos negativos para Sánchez, en la que hay que incluir la crisis interna de Sumar y la reciente derrota del PSOE en las elecciones del 9-J. Lo que abunda en la debilidad y desequilibrio mental de Sánchez como revela su ultimátum al PP con el que pretendería recortar las funciones (de los nombramientos de magistrados en los altos tribunales del Estado) del Consejo General del Poder Judicial.

Amenaza de Sánchez al CGPJ, si el PP no acepta su inmediata renovación, a la que el presidente ha añadido otras advertencias contra los periodistas y medios de comunicación sobre el control de su accionariado y financiación (empezando por Prisa). Lo que anunció Sánchez en su enésima entrevista en TVE donde, con un lapsus certero, Sánchez habló de ‘su indignidad’ cuando pretendía decir ‘su indignación’, otro signo de su empanada mental.

A Sánchez, disfrazado de Blancanieves, le han crecido los siete enanitos del cuento que son: la derrota electoral europea del 9-N; el fracaso de Salvador Illa en la investidura de Cataluña; la imputación de Begoña Gómez y el inicio de diligencias judiciales contra su hermano Javier Sánchez; la condena en ciernes del fiscal general García Ortiz por revelación de decretos; la crisis de Sumar, su socio de Gobierno; la negativa del Supremo a la aplicación de la amnistía a los malversadores; y la amenaza de Puigdemont de tumbar la legislatura votando Junts a favor de una moción de censura contra Sánchez en compañía de PP y Vox.

Siete desastres políticos en cadena y simultáneos que tienen desconcertado a un Sánchez (al que la histérica vicepresidenta Montero jalea y toca las palmas, para que no se le eche a llorar) que ya se reconoce en el final de su escapada. Aunque todavía le quedan unos meses en los que cree que, controlando a jueces y periodistas, se podría recuperar. Lo que demuestra que Sánchez no está en sus cabales y ha perdido contacto con la realidad.