Segunda estación de penitencia

EL MUNDO 24/10/16
LUCÍA MÉNDEZ

· El debate del Comité Federal que aprobó la abstención fue triste, rápido y limpio. El PSOE se sentía sucio desde el 1 de octubre y quería volver a reconocerse a sí mismo. Al mando de Susana Díaz, han regresado a este tiempo de dolor los nombres socialistas de toda la vida

El PSOE superó ayer su segunda estación de penitencia hacia la investidura de Rajoy. Ésa que ponía abstención. Lo hizo con tristeza y resignación, pero también con higiene y rapidez. Esta vez no quedaron rastros de sangre en la sede. Sólo huellas desinfectadas de división interna. La nueva dirección anunció de forma oficial que el Comité Federal sería «rápido y limpio». Limpio, ésa y no otra fue la palabra. El subconsciente del PSOE se sentía sucio por el espectáculo del 1 de octubre y, de alguna manera, quería limpiarse. Quería volver a reconocerse a sí mismo.

Susana Díaz y Javier Fernández buscaron un presidente capaz de limpiar, ordenar y dirigir el debate. Lo encontraron en José Blanco, cuya fisonomía de ex secretario de Organización antes, durante y después del Comité venía a decir: «Se acabaron las bromas y el recreo, todos a clase y en fila ordenada, que volvemos los clásicos». Autoridad, pero en serio. Tal que si el PSOE hubiera estado dirigido la última temporada por criaturas atolondradas e imprudentes, incapaces de mantener el orden, la disciplina y la jerarquía de un partido centenario. Siquiera sea en los debates.

Sostiene Felipe González que el solar del PSOE vale más que el edificio. Y sobre el solar socialista intenta el partido de siempre volver a edificar algo reconocible. Con la presidenta andaluza a la cabeza, el PSOE ha girado a la abstención en dos semanas, después de nueve meses instalado en el no a Rajoy. En este tiempo de dolor, han regresado del tiempo para poner orden los nombres con significado. González, Guerra, Blanco, Rubalcaba, Chacón, Madina, Valenciano, Soraya Rodríguez. Hasta Borrell, el Pepito Grillo que sigue ejerciendo de tal. En menos de un mes, los socialistas han cambiado de bando. Los oficialistas del 1 de octubre –Iceta, Armengol, Mendia, Luena– son ahora los críticos. Los críticos de Sánchez son ahora los oficialistas. Los presidentes regionales –Lambán, Puig, García-Page– se han quedado en terreno de nadie. Mudos en el Comité Federal. Susana Díaz había preparado la reunión a conciencia para evitar el bochorno de la última vez.

En las atribuladas conversaciones de los socialistas contemporáneos con los veteranos se han intercambiado estos días opiniones acerca de cuál ha sido el momento más crítico de la historia del PSOE. Unos apuntan a Suresnes, otros al abandono del marxismo, al referéndum de la OTAN, a la ruptura con la UGT, al recorte social de mayo de 2010, al relevo en la Monarquía. La actual dirección en funciones tiene claro que como lo de ahora no hubo nada. Nada como 85 escaños, nada como hacer presidente a un candidato del PP, nada como la devastación interna después del mandato de Pedro Sánchez, nada como el rugido de la militancia contra la dirigencia, nada como el riesgo cierto de indisciplina de los diputados en la investidura, nada como la terquedad del PSC.

Los críticos salieron del Comité con la conciencia tranquila por haber mantenido el no frente a la fuerte corriente orgánica que viene, aunque también con el ánimo mustio y afligido porque sospechan que Susana Díaz y los que mandan no están dispuestos a ceder en su exigencia de disciplina para que todos los diputados se abstengan en la segunda votación. Las apelaciones de Iceta, Luena y los demás a la sensibilidad y a la comprensión de la Gestora para una indisciplina tolerada sonaron casi a lamento. La hipótesis de los 11 abstencionistas que carguen con los pecados de todos ya es sólo una fantasía de los que quieren hacer tortilla sin romper un huevo.

El alivio de los que mandan en el PSOE no puede ocultar que la militancia está que trina y que hacer presidente a Rajoy tendrá un alto coste de reputación para el partido. El relato de «nos abstenemos, pero por España, no por Rajoy, y lideraremos la oposición» es difícil de entender y de digerir. Podemos está ahí para recoger el guante contra el PP y será difícil que deje pasar la oportunidad que los socialistas le brindan.

El Comité Federal se cerró con la aparición del secretario general descabezado, que quiere mantener viva la llama sagrada de la militancia. Los observadores destacaron que el nombre de Pedro Sánchez no fue pronunciado dentro de la reunión, ni siquiera por sus viudas y viudos.