Sobredosis de democracia

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 14/05/17

Ramón Pérez Maura
Ramón Pérez Maura

· ¿De verdad alguien cree que una ínfima parte de los electores británicos entendía las implicaciones del Brexit?.

Con este mismo título publicaba el pasado viernes en la revista colombiana «Semana.com» un magnífico análisis el gran periodista colombiano Alfonso Cuéllar Araujo. Hace falta valor para cuestionar algunos aspectos –superficiales, desde luego– de la democracia. Y Cuéllar ha demostrado tenerlo.

En las últimas semanas he discutido varias veces la utilidad de las elecciones primarias en la democracia europea. Existen diferentes sistemas democráticos. Desde la democracia parlamentaria a la presidencialista o semipresidencialista, pasando por las Monarquías parlamentarias que son una mínima variación de la democracia parlamentaria. Todas ellas son sistemas hechos para canalizar propuestas políticas con pesos y contrapesos y una vez tomada una decisión por la mayoría legitimada hay que dar tiempo a que quien tiene un mandato agote su periodo de ejercicio del poder y rinda cuentas después en las urnas.

Los populismos chavistas y podemitas vieron pronto el peligro de una democracia así y buscaron una alternativa que en Venezuela está en vigor y en España quiere aplicar Pablo Iglesias: el referendo revocatorio. Un número de electores puede pedir un referendo en cualquier momento para descabalgar una iniciativa o hasta un Gobierno o un presidente. Es el auténtico invento del maligno. Las posibilidades de que la iniciativa popular salga adelante son escasas, pero el gobernante contará con el nombre, apellidos, número del DNI y hasta la partida de bautismo de quien se oponga a sus iniciativas.

Alternativamente está el caso de someter a la votación popular aquellos asuntos fácilmente manipulables ante el común de los votantes. Hay múltiples ejemplos, pero el mejor, en tiempos recientes fue hace un año el referendo del Brexit. ¿De verdad alguien cree que una ínfima parte de los electores británicos que sufragaron ese día entendía las implicaciones de aquella votación? Ese debía ser el trabajo a realizar por los miembros del Parlamento británico a los que se elige y paga un sueldo –uno bastante bueno en el caso del Reino Unido y pésimo en el de España– para que se tomen el trabajo de estudiar, meditar y decidir qué es lo mejor para sus electores.

Como bien recuerda Cuéllar, «el interrogante siempre ha sido determinar cuál tema es de tanta relevancia que amerita saltarse los procedimientos normales y acudir a la sabiduría del pueblo». Yo tengo claro que, admitiendo que puede haber excepciones –que no se me ocurren ahora mismo– sólo sometería a referendo normas de rango constitucional. Siempre estuve de acuerdo conque el Gobierno Zapatero consultar ala fallida–no por nosotros- Constitución Europea. Porque si nuestra Constitución de 1978 tenía la legitimidad popular, no podía establecerse una norma por encima sin idéntico respaldo.

Igualmente imprescindible era su uso en el plebiscito de Colombia del pasado septiembre, donde se quería imponer al pueblo una falsa paz que tiene hoy a su hacedor, Juan Manuel Santos, con una popularidad del 16 por ciento y bajando. Y eso a pesar de que (según el boletín mensual de la Embajada de Colombia en Madrid) «El proceso de paz colombiano [ha sido] premiado en la ciudad navarra de Gernika».

Como bien me dijo en su día la supuesta musa del Brexit, Margaret Thatcher, cuando le pregunté sobre la posibilidad de consultar en referendo a los británicos sobre el Tratado de Maastricht: Referendums are an instrument for dictators!

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 14/05/17