Tan débiles, defensa y pensamiento

HERMANN TERTSCH, ABC – 07/10/14

· La peor amenaza para nuestro continente no son Putin ni el Estado Islámico, sino nuestro rampante pensamiento débil.

Nuestra sociedad del bienestar –todas las europeas lo son, por plañideras que se pongan– ha alcanzado un grado de infantilización que hace quimérico exigirle a la opinión pública que establezca una relación directa entre dos hechos separados por el espacio o por el tiempo. Hasta el niño más obtuso entendería que si hay muchos ladrones merodeando por el barrio conviene tener algún policía lo más cerca posible de casa. Y que la seguridad depende de que el policía sea más fuerte que los ladrones. Europa ha estado acostumbrada a que a los policías los pagaran los ricos de otro barrio.

Y ahora que los potentados de allende el Atlántico lo son menos y no asumen toda la cuenta, los europeos pretenden que su vigilancia salga gratis, porque el dinero lo quieren para continuar su fiesta. Al fin y al cabo no les han robado últimamente, piensan. Sin recordar las razones de que así haya sido. Así, cuando surge una amenaza como ahora, todos se ponen a buscar al policía. Y resulta que este murió de hambre. En Alemania han intentado ayudar estos pasados meses un poco en Ucrania, un poco en Irak y un poco en los países afectados por el virus del ébola. Un poco solo. Y no ha podido hacerlo en ninguno de los tres casos. La mayor potencia económica y política europea ha tenido que constatar que no tiene aviones que vuelen. Y que todo el material del ejército de este orgulloso exportador de armamento de alta tecnología está tan anticuado que, con leyes y ordenanzas en la mano, los soldados pueden negarse a todo.

El ejército alemán no puede ni soñar en realizar una operación eficaz ni lejos, ni cerca ni dentro de la patria. Tiene suerte de estar muy lejos de ese ejército de guerreros yihadistas, que arrasan Irak y Siria en estos momentos para ampliar el Estado Islámico (EI). Porque si por el ejército alemán fuera, unos miles de soldados islamistas con convicción y experiencia podrían cruzar Alemania de un lado al otro sin encontrar más resistencia que la que les ofrece hoy el descompuesto ejército iraquí.

El único debate sobre defensa que se produce regularmente en Europa se circunscribe a la cuantía del recorte anual obligado al presupuesto militar. Tan cómodo y popular en todos los países como lo es el sempiterno «no a la guerra». El último debate real sobre seguridad europea fue en 1979 la Doble Decisión de la OTAN con el rearme frente a la escalada armamentista de la URSS.

El canciller Helmut Schmidt logró resistir las tentaciones neutralistas y antiamericanas en Alemania, incluidas las de su propio partido, SPD. Con el rearme se acabó con el último intento de la URSS de imponer su voluntad a la política europea por medio del chantaje y la amenaza militar. Fue el principio del fin de la URSS. Y el último episodio de ejercicio de la conciencia de defensa de Europa. Hoy la amenaza no es menor. En el este de Europa, una Rusia neoimperial reabre sus intentos de acabar con la soberanía de los estados en Centroeuropea. Desde Oriente Medio y el Magreb nos asedian serias amenazas.

Pero la peor amenaza a nuestra seguridad son la soberbia e ignorancia que hacen ignorar motivaciones de fuerzas en este mundo que quieren destruir la civilización. Su última máxima y paradigmática expresión nos la ha ofrecido el líder socialista español Pedro Sánchez con su ocurrencia sobre la abolición del Ministerio de Defensa. Lo más grave es que sin duda fue espontánea y es sincera. La peor amenaza para nuestro continente no son Putin ni el Estado Islámico, sino nuestro rampante pensamiento débil.

HERMANN TERTSCH, ABC – 07/10/14