Televerificadores

EL CORREO 23/12/14
FLORENCIO DOMÍNGUEZ

La Comisión Internacional de Verificación sacó este domingo un comunicado en el que da cuenta de que ETA sigue a lo suyo con lo del sellado de armas, que no es sino una forma de pasar el tiempo sin hacer nada relevante. Los verificadores, tras su paso por la Audiencia Nacional el pasado mes de febrero, no han vuelto a pisar España ni Francia por si acaso tienen que volver al juzgado. Así pues, cuando hablan del sellado lo hacen de oídas. La CIV ha inventado la televerificación que se puede hacer desde casa tan ricamente. Tampoco importa mucho porque su capacidad de control efectivo sobre las armas selladas de manera presencial es el mismo que sobre las selladas en su ausencia: nulo en los dos casos.

Hasta este domingo lo normal tras una declaración de los verificadores era que viniera un comunicado de ETA abundando sobre lo mismo y seguro que esa declaración de la banda sale dentro de unos días. Sin embargo, lo más destacable en esta ocasión es que a los verificadores les ha respondido el Gobierno vasco haciendo la desautorización más contundente que se haya hecho hasta ahora al trabajo de Ram Manikkalingam y sus compañeros. Iñigo Urkullu ha echado por tierra el modelo de desarme que avaló el pasado mes de febrero cuando ofreció su respaldo incondicional a los verificadores. Lo que el domingo anunció la CIV es la continuación del teatrillo que se hizo en febrero, pero ahora el Gobierno vasco le presenta una enmienda a la totalidad. El trabajo de los verificadores, tal y como se ha llevado hasta ahora, ha quedado cuestionado. Ahora sabemos que lo que hacen Manikkalingam y los suyos no le sirve ni al PNV.

La propuesta de desarme planteada por Iñigo Urkullu no tiene ninguna viabilidad práctica. En primer lugar porque ETA en ninguna circunstancia va a entregar sus armas al PNV. La banda terrorista nació para disputar la legitimidad nacionalista al PNV y sigue en ese registro. Entregarle sus armas sería reconocer que toda su historia fue un error y que el PNV tenía razón. ETA, además, aspira a volar más alto de lo que puede ofrecerle el Gob ierno vasco. Entre negociar el desarme con Jonan Fernández o hacerlo con un exministro sudafricano y con un político finlandés, como hizo el IRA, no hay color. ETA elegirá siempre el producto internacional porque garantiza más espectáculo mediático, más propaganda y más reconocimiento político. ETA y los suyos siguen buscando implicaciones internacionales en sus operaciones de sellado-desarme y no van a cambiar de estrategia para darle protagonismo al PNV.

El plan de desarme Urkullu-Jonan Fernández resulta también inviable de llevar a la práctica por no contar con los gobiernos de España y Francia. Si los verificadores no tienen margen de maniobra efectiva sin el visto bueno de París y Madrid, tampoco lo tiene la comisión planteada por el Gobierno vasco. La gran virtualidad del plan de éste reside en su condición de instrumento para la lucha política con Sortu y Bildu. Le permite aparentar al lehendakari que hace cosas en el terreno de la pacificación y que son ETA, la izquierda abertzale y hasta el Gobierno central los que no hacen nada. En todo caso, al margen de las valoraciones que merezca la propuesta del Gobierno vasco, debe quedar claro que es ETA y nada más que ETA el único responsable de la situación y el único que tiene obligaciones para hacer efectivo su propio desarme.