Tensiones en los partidos nuevos

EL CORREO 13/04/15
TONIA ETXARRI

· Podemos y Ciudadanos tienen problemas con el calendario y consigo mismos

Acuarenta días de la próxima cita electoral, el tiempo apremia en los partidos emergentes que, precisamente por haberse visto afectados por una implosión de empatía ciudadana en cuestión de meses, están sufriendo las tensiones propias de los novatos. Porque, a pesar del corto recorrido de sus siglas, algunos tienen ya mucho peso en su mochila. El suficiente para saber que, si no controlan el aluvión de allegados, corren el riesgo de convertir su equipo directivo en un guirigay desnortado, al albur de los acontecimientos o al de la necesidad del electorado más atractivo, que vaya marcando su oferta a la carta. Al contrario que el PP o el PSOE, tanto Podemos como Ciudadanos siguen necesitando afianzar sus logos, más allá de sus dirigentes. Una circunstancia que no le afecta en absoluto al PNV, que tiene marcada a fuego la divisa de sus siglas, que le hace impermeable al virus del desgaste de más de treinta años gobernando Euskadi. Como el PSOE en Andalucía, que ha sido capaz de presentarse en las últimas elecciones como el símbolo del «cambio» sin haber cambiado de partido. Sin descabalgarse nunca del poder durante todo este tiempo.

Los dos partidos emergentes, que le han quitado a Rosa Díez el espacio y el discurso exclusivo de la alternativa al bipartidismo, tienen, sin embargo, problemas con el calendario. Y consigo mismos. A los ‘podemitas’ de Pablo Iglesias les ha pillado el toro, después de que su líder se hubiera sumido en un espeso silencio tras la mala digestión de los resultados de las elecciones andaluzas, que disminuyeron sus expectativas de salto a la fama en el hemiciclo de Sevilla.

En Euskadi se presentan de una forma tan original que no van a tener candidatos definitivos a diputados generales. Se presentarán en los tres territorios, desde luego. Pero los ciudadanos que quieran votar a Podemos no van a saber si los cabeza de lista a la Diputación de Álava, Bizkaia o Gipuzkoa serán los mismos candidatos a la investidura. Incógnita que se despejará después de las elecciones. Una situación insólita que podría desmovilizar a parte de su electorado, acostumbrado todavía a identificarse con la coleta de Pablo Iglesias más que con la marca.

Pero las tensiones internas derivadas del desfase entre algunos candidatos oficialistas y la voluntad de los militantes no les ha dejado otra salida que la de posponer la designación de su liderazgo. Una opción que les obligará a redoblar esfuerzos para darse a conocer al gran público y para transmitir con claridad sus posiciones políticas. Corren el riesgo de no saber aprovechar el tirón que le preconizan las encuestas, mientras van sorteando su indefinición programática.

Al final, los de Podemos se han dado cuenta de que su competidor en esta ocasión, más que la «casta» y el «régimen del 78» es la formación de Albert Rivera, cuyo partido les lleva unos años de ventaja en el Parlamento catalán. Concretamente desde 2006. Una circunstancia, la del origen catalán de Ciudadanos, que lejos de ser un freno para su expansión por todo el Estado español, ha supuesto un acicate para todos aquellos ciudadanos que reclamaban un discurso contundente y alternativo al independentismo. Que no lo encontraban en el Gobierno del PP y, mucho menos, en el PSOE. La tercera vía de Ciudadanos como alternativa centrista al bipartidismo va cogiendo fuerza, a pesar de que su propuesta de frenar la expansión del AVE ha confundido a sus seguidores y está provocando una seria polémica. Aún así, sigue sumando afiliados con el reparo de no poder controlar el aluvión de los recién llegados, los inexpertos o demasiado resabiados con ambiciones personales, o los rebotados de otros partidos.

Ese es el hándicap principal de una formación de 20.000 afiliados. Con votos y sin cuadros. Que va abriendo las puertas a los recién llegados de UPyD, que repiten hasta la saciedad que en el partido de Rosa Díez no hay hueco para la disidencia. En Euskadi, Gorka Maneiro comparecerá el próximo sábado con sus candidatos y sus propuestas, en mano. Sin caer en el juego sucio, como hacen algunos de sus compañeros en otras latitudes, de arremeter contra Ciudadanos tirando de listado de corruptos que, según ellos, acompañan a Rivera.

Al PNV le preocupan más las tensiones externas. Las que vendrán después de las elecciones como fruto de las negociaciones para sellar acuerdos municipales y forales. Concentrados en recuperar el poder que perdieron en las diputaciones en el año 2011, que les dejaron con los únicos mandos de la institución de Bizkaia.

Confían en los socialistas como pieza clave de algunas alianzas todavía inconfesables, mientras Idoia Mendia observa con distancia la anunciada irrupción de Podemos, a los que ve «en el espacio de IU, con un poco más de espuma», sin dar por aludido a su partido como perjudicado por un posible trasvase de votos. Los apoyos que han ido perdiendo los socialistas han ido a parar, progresivamente, a la abstención y es en ese caladero donde los socios de Pablo Iglesias podrían capturar a los decepcionados, aunque no descartan arrancar votos a EH Bildu con su discurso anti-sistema.

El PP centrará su mensaje en la recuperación económica, aunque ha empezado a poner los cimientos de una revisión del modelo autonómico. Un planteamiento del que se sentirán a años luz quienes preconizan la ruptura con España. La iniciativa Gure Esku Dago volverá a impulsar sus cadenas humanas en favor del derecho a decidir. Pero eso ya será cuando sepamos quienes siguen mandando en Euskadi.