Terminar con ETA

Joseba Arregi, EL CORREO, 29/6/11

El lenguaje actual de la política vasca es peligroso porque da a entender que ETA va a disolverse como un azucarillo. No, ETA no desaparecerá sino terminamos con ETA

Hay quien está empeñado en que la política vasca sea entendida de la misma forma que los fenómenos meteorológicos: simplemente suceden, sin que nadie pueda cambiar nada en ellos. No pocos medios se han referido al resultado electoral de Bildu En las últimas elecciones llamándolo tsunami. Y de la ETA que se sobrevive a sí misma algunos predican que va a desaparecer en cuanto a la izquierda nacionalista radical adquiera fuerza suficiente.

Desaparecer desaparecen las tormentas, las sequías, las inundaciones. Los fenómenos sociales y los fenómenos históricos son producto de la acción de los humanos. Dice la cultura moderna que una de sus características principales es la diferencia entre evolución natural, entre la naturaleza y la historia, la evolución social. Si esta última estuviera sometida a las leyes de la evolución natural, nada tendría que hacer la libertad humana.

ETA no es producto de la naturaleza, no es fenómeno natural, no ha sido, ni es, una tormenta que puede pasar. ETA ha sido producto de decisiones humanas, en su inicio, en su historia, en su mantenimiento, en su legitimación, en su situación actual en todo. Por eso ETA no va a desaparecer de la forma en que se pone el sol, o sale la luna, o se desarrollan las tormentas de verano para dar paso a anocheceres tranquilos. Con ETA hay que terminar.

El lenguaje que se está desarrollando en estos momentos en la política vasca es peligroso porque da a entender que ETA puede disolverse como un azucarillo en un vaso de agua: fin de ETA, ETA va a desaparecer, lo va a hacer pronto. No. ETA no va a desaparecer si no terminamos con ETA. Porque además de la tentación de considerar a ETA como un fenómeno de la naturaleza del que nadie es responsable, podemos estar cometiendo otro error garrafal: pensar que la disolución de ETA, si se produce, implica el fin de todo lo que ETA supone, ha supuesto, y puede seguir suponiendo que el futuro.

ETA ha supuesto mucho en la historia vasca desde que nació. La existencia de una organización terrorista en el seno de una sociedad deja huellas Y consecuencias mucho más profundas, más duraderas incluso que el tiempo de su propia existencia. La sociedad en la que se ha instalado una organización terrorista como ETA deja secuelas muy importantes en el seno de esa sociedad, en sus comportamientos, en su cultura social, sindical, educativa, en su forma de celebrar las fiestas, en la forma de entender las lenguas, el deporte, la política misma.

Terminar con ETA significa ser conscientes de todas esas consecuencias, de todas esas huellas. Pudiera suceder que ETA desapareciera como organización terrorista, que dejara de actuar, que resultará inoperante por incapacidad, pero que sus efectos le sobrevivieran, siguieran ejerciendo y condicionando la realidad social, cultural y política de Euskadi.

 

Terminar con ETA significa, por eso, algo más que la mera desaparición de la organización terrorista, por muy importante y necesaria que ésta sea. Terminar con ETA significa enfrentarse a todas las consecuencias que su existencia ha producido la sociedad vasca, en todos los niveles.

En algunos medios de comunicación se ha podido leer la alegría que en algunos produce, al parecer, que el terrorista Txeroki manifieste que ahora la estrategia de la lucha armada ya no sirve, que ahora procede poner en marcha otra estrategia, la de usar medios exclusivamente políticos. Suena a que la camisa negra ya no está de moda, no surte los efectos oportunos en la plaza pública, y ahora es mejor ponerse una camisa blanca. El uso o no del terror queda reducido al uso de una táctica que se puede cambiar por otra, a cambir simplemente de estrategia como se cambia de método, como se cambia de opinión o como se cambia de traje.

Pero resulta que el uso del terror es algo más que una estrategia. Resulta que el uso del terror es algo más que una simple táctica. Resulta que el uso del terror es algo más que un medio que no condiciona los fines. Por una razón muy sencilla: el terror crea fenómenos sociales sociales y vitales irreversibles. Un asesinato no se puede cambiar como una camisa, porque el asesinato es irreversible, no tiene vuelta, no tiene cambio. El uso del terror crea realidades definitivas que no quedan a disposición del terrorista para poder afirmar que cambia de táctica como si simplemente se cambiara de zapatos.

Tras los resultados electorales, tras la ceremonia de confusión que ha puesto en marcha la izquierda nacionalista con la aquiescencia de quienes buscan un lugar en el panteón de la historia, tras el susto que han sufrido algunos, se esconde un hecho muy grave, que es el de pensar que ETA pueda desaparecer sin más, como si hasta ahora no hubiera sucedido nada que fuera irreversible, como si lo sucedido hasta ahora fuera simplemente una cuestión de método sin más consecuencias, de forma que ahora pudiéramos afrontar el futuro como si nada realmente grave e irreversible se hubiera producido.

Pero hay más de 800 asesinados que gritan su silencio obligado para decir que eso no es así, que no puede ser así, que la existencia de ETA hasta ahora ha creado realidades irreversibles como esos asesinatos, como las huellas que ha dejado ese método, estrategia o táctica que mata en los comportamientos de los vascos, en sus usos, en sus valoraciones, en su forma de ver y vivir la política.

ETA no va a desaparecer si no terminamos con ella. Pero terminar con ETA exige enfrentarse a las realidades irreversibles que ha creado ETA con su terror. Porque construir el futuro sobre el mismo proyecto de ETA, pero por vías exclusivamente políticas, es dotar de supervivencia a lo que ha sido la causa de tantos asesinatos, de tanto miedo, de tanta amenaza, de tanta desestructuración de valores, de tanta cultura antisistema y de violencia en varios grados y formas. No nos engañemos.

Joseba Arregi, EL CORREO, 29/6/11