Tiempo de innovar

EL CORREO 28/12/14
ALBERTO AYALA

· El Euskobarómetro es el último aviso a los partidos para que expriman sus fábricas de ideas y con acierto, o sufrirán

Suele decirse que a perro flaco todo son pulgas. El prestigio de los partidos tradicionales, a nadie se le oculta, anda últimamente por los suelos. Sabíamos que esto era así en el conjunto de España. Desde el viernes tenemos la confirmación de que no es demasiado diferente en Euskadi, aunque existan los matices. Sin ir más lejos, que los españoles otorgan un contundente suspenso al Gobierno de Rajoy, en tanto que los vascos aprueban al gabinete de Urkullu, aunque sea por los pelos.

Tras los manjares de la Nochebuena y la Navidad, el Euskobarómetro de la UPV repartió el viernes una buena dosis de carbón a todo el ‘statu quo’ político vasco con carácter anticipado. A todos menos al recién nacido, a Podemos. El trabajo del equipo que dirige Paco Llera pronostica que si hoy hubiera elecciones volvería a ganar el PNV. Los de Pablo Iglesias ocuparían el segundo lugar.

Todos los partidos tradicionales sin excepción perderían escaños. En especial, la izquierda abertzale, que caería de 7 a 8 parlamentarios. El PSE lograría 6 menos, el PNV entre 4 y5, y el PP caería 4 escaños, que le dejarían sólo con 6 y sin ningún juego. ¡Toma tsunami transversal!

No se me oculta que la legislatura vasca acaba de atravesar su ecuador y faltan por tanto dos años para las próximas autonómicas. Que Podemos disfruta de todas las ventajas del recién llegado y de ninguna de las servidumbres de los partidos viejos, porque no sólo no ha tenido que mojarse en la toma de decisiones o en la formalización de pactos; es que ni siquiera ha definido su ideario en cuestiones clave, ni parece tener prisa por hacerlo hasta después de las generales de noviembre de 2015. Su cita.

También es obvio que la corrupción ha alcanzado niveles insufribles. Que soportamos una crisis que nos ha empobrecido notablemente sin que nadie sea capaz de decirnos si recuperaremos o no nuestro nivel de bienestar de hace una década, cuándo y, lo que es más importante, cómo.

Aparentar
Todo eso es así. Por ello, el resultado del Euskobarómetro, y de otros sondeos recientes que dicen cosas parecidas, constituyen un aviso, una invitación a todo el arco parlamentario a que expriman sus fábricas de ideas, y a ser posible con acierto. De lo contrario, ya saben: mayor desafecto y menor poder. Salvo que los recién llegados, Podemos, frustren a idéntica velocidad a la que han irrumpido en la vida pública las esperanzas que muchos ciudadanos parecen depositar en ellos.

Tal vez esta realidad explique por qué el Gobierno de Urkullu se apresuró el pasado domingo en sacar a pasear a quien sinceramente creo es uno de sus peores activos, el equidistante Jonan Fernández, para insistir en su oferta de desarme a ETA. Era evidente que nadie compraría la mercancía, como así ocurrió. ¿Entonces? ¿Volver a hacer como que se hace para que nadie pueda denunciar que se está quieto?

El PNV ha señalado tres grandes objetivos para la legislatura. A saber: superar la crisis con los menores daños colaterales posibles, zanjar para siempre el capítulo terrorista y lograr un nuevo estatus político para Euskadi en clave de bilateralidad con el Estado que desborde el Estatuto de Gernika.

Con el nivel competencial vasco y nuestro tamaño, las armas para combatir la crisis no son excesivas. No está nada mal que los jeltzales se estén esforzando al menos en preservar en lo posible nuestro Estado del bienestar gracias, sin duda, al plus económico que nos deja hoy haber arriesgado en su día con el Concierto. Y que se estén evitando tijeretazos tan traumáticos como los que aplicó en Cataluña un Artur Mas que hoy nos visita para jugar a la independencia con el fútbol.

En el capítulo ETA mucho me temo que el horizonte nos depare aún menos: algo de ‘postureo’ y pocos o ningún resultado. Mientras Rajoy siga en el poder. Y, sobre todo, mientras ETA –y la izquierda abertzale– no interioricen que lo suyo no tiene ni tendrá justificación. Que ni estuvo, ni está, ni estará justificado matar para lograr objetivos políticos en una democracia.

A este paso, o llega el milagro económico. O el próximo inquilino de La Moncloa se mueve. O ETA y/o la izquierda abertzale dan un volantazo en la dirección adecuada. O la fábrica de ideas peneuvista brilla como pocas veces y da con una fórmula para nuestro futuro que sume trasversalmente aquí y en Madrid. Eso, o la legislatura se agotará en la nada.

No parece más halagüeño el escenario hacia el que se encamina EH Bildu. Porque la izquierda abertzale no encuentra la salida que quisiera a los presos de ETA. Y porque Podemos le ha arrebatado en unas pocas semanas a ese segmento del electorado joven y progresista que le había traído el adiós a las armas de ETA. Y se van por la incapacidad de EH Bildu para ser un actor más sólido, sin medias verdades ni triquiñuelas más propia de la vieja política.

Que el PSE jugara con los Presupuestos de Urkullu al sí pero no, no pero sí, prestando al PNV seis votos para que prosperaran las cuentas, suena parecido. A política antigua. A apaño de pasillo no muy comprensible para el ciudadano medio, que no está para esas sutilezas.

Si Idoia Mendia creía que las contrapartidas arrancadas al PNV a cambio del apoyo a las cuentas eran suficientes, tal vez debió desgranarlas más y mejor a los suyos y votar en consecuencia. Si dudaba o las juzgaba insuficientes, quedaba el rechazo, siempre más clarificador.

El PSE da la impresión de tener un miedo atroz a romper con el PNV y a quedarse en tierra de nadie en un momento en el que todos los sondeos pintan bastos para ellos. ¿Comprensible? Absolutamente. Que ese sea el rumbo a seguir ya resulta más discutible.

Peor, difícil
Al PP vasco se le siguen acumulando problemas. Rajoy es, hoy por hoy, una rémora para sus intereses electorales. Álava ha decidido seguir su propio camino para intentar salvar los muebles, por ejemplo con el discutible y peligroso discurso de Maroto sobre la inmigración, que parece estar dándole réditos. En Bizkaia las diferencias internas están ya en la calle. Y otro tanto puede decirse de Gipuzkoa. Por este camino Arantza Quiroga empieza a comprar casi todos los boletos para estrellar la nave cuando apenas acaba de coger el timón.

Los problemas van por ahí. Veremos qué alternativas llegan, si surgen.