Together

IGNACIO CAMACHO, ABC – 03/12/14

· Bonet ha asumido con coraje civil la tarea de reivindicar el valor emocional de la convivencia y del entendimiento.

Aviso: este artículo contiene publicidad. Explícita, no camuflada como en las teleseries, y gratuita, en el uso de la libérrima voluntad del autor de comunicar a sus lectores que esta Navidad va a brindar con Freixenet como tributo personal al coraje civil de su dueño. Nada de «primero con cava y después con champán del bueno», como dijo una vez Isabel Pantoja cuando pretendía desmarcarse del boicot a las burbujas catalanas: sólo con el de don José Luis Bonet, en homenaje a su enérgica apuesta por la unidad de la nación y la convivencia de sus ciudadanos y en desagravio al rencoroso desprecio con que la han recibido los soberanistas y al silencio cobardón de algunos de sus compañeros industriales.

Con ese anuncio de Bisbal brindando por otros cien años juntos, Bonet ha asumido la tarea que hace tiempo que correspondía a nuestros políticos constitucionalistas: ponderar el valor de la Historia común y las virtudes de seguir construyéndola entre todos. En positivo, desde el plano emocional, sin amenazas economicistas ni advertencias apocalípticas de destierro europeo. Desde la campaña del referéndum escocés se echa de menos entre nosotros un Gordon Brown que cargue a sus espaldas el liderazgo de un unionismo orgulloso y cordial, un better together sin amarguras ni complejos.

Lo podría ser si quisiera Felipe González, pero tal vez alguien que pueda tendría que pedírselo. Mientras ese mirlo blanco aparece, un bodeguero campechano, y tal vez harto de recibir en su culo las patadas de muchos españoles malqueridos y de muchos catalanes airados, se ha cargado a cuestas el símbolo de esa voluntad de entendimiento y tolerancia en medio de un conflicto que está pasando de lo político a lo sentimental y de la discrepancia a la hostilidad abierta.

Por eso vale la pena brindar por él y con él. Porque Bonet no está defendiendo sólo –y estaría en su derecho– su cuota de consumo nacional, por otra parte secundaria ante su volumen de exportación. Defiende el principio económico de la unidad de mercado, el principio político de una nación cooperativa y el principio moral de los lazos de afecto entre comunidades simbióticas. Todo lo que gran parte de la dirigencia española y la sociedad civil catalana no independentista ha renunciado a hacer por indolencia o por miedo.

Su gesto inequívoco tiene la grandeza de provenir de la propia Cataluña, jugándose el repudio del régimen nacionalista y su enorme aparato de influencia y de poder que no ha dudado en señalarlo sugiriendo un boicot tan miserable como el que todo el sector del cava sufrió en España durante la crisis estatutaria. Si eso lo hacen contra uno de los suyos, un miembro destacado del es

tablishment, un relevante catalán de patanegra, qué no podrán hacer si llega el caso contra los ciudadanos anónimos que se opongan al designio excluyente de convertirlos en extranjeros en su propia tierra.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 03/12/14