Tragedia y farsa

El PSE debería repasar sus recuerdos del gobierno de coalición con el PNV de 1987-1990, y si no, que lean las memorias de José Ramón Recalde. Hay un anuncio de eterno retorno en las preferencias de Eguiguren. Si el PNV no paga su error meditando en la oposición, volveremos a vivir la misma historia y ETA seguirá condicionando la política vasca y tiñéndola de sangre.

Entre las notas de interés que presentan las declaraciones de Eguiguren que hoy reproduce EL MUNDO destaca especialmente una frase a contrapelo del resto de la entrevista y de la realidad de un PNV que, por cobardía o con pleno convencimiento, sigue a Ibarretxe hasta el despeñadero y más allá. Reparemos en su última respuesta: «[Un lehendakari socialista] No va a hacer un gobierno PSE-PP porque sería caer en el mismo error de Ibarretxe. (…) Mi preferencia es lehendakari socialista y entendimiento con el PNV».

Seguramente, el presidente del PSE se teme que un gobierno PSE-PP convoque un referéndum de autodeterminación y negocie sus términos con los enviados de ETA al Parlamento vasco. Cuando ETA asesine a otro de sus concejales ante la pasividad de ANV, propondrá mociones éticas para que se avergüencen de sí mismos y mismas, ampliará los supuestos y las prestaciones de la Ley de Víctimas de los Txakurras y, en general, hará todo lo posible para que nadie tenga que añorar al inquilino actual de Ajuria Enea.

Eguiguren prefiere para gobernar al partido de Ibarretxe. Los socialistas preferirían al partido de Imaz, que es el mismo partido que el del lehendakari, pero con Imaz en la Presidencia. Esta es una preferencia curiosa, si tenemos en cuenta que los socialistas vascos debilitaron considerablemente las posiciones del añorado Josu Jon, al regalar la Diputación de Alava al sector de Egibar e Ibarretxe.

El Gobierno vasco se ha negado a aceptar la evidencia de que ETA había emprendido una campaña de atentados contra la Y vasca, y no ha reparado en indignidades para no frustrar el voto sucio de Karmele Berasategi, la nekane elegida para ser la txupinera de la kermesse inaugurada por Ibarretxe el viernes: Jaiak bai, borroka ere bai (fiestas, sí; lucha, también).

Hace tres meses, Jesús Eguiguren declaraba que «el Gobierno llegó al borde del precipicio para intentar salvar el proceso», aunque hoy no lo recuerde: ni hablamos de política con ETA, ni con Batasuna de autodeterminación, sino del derecho a decidir de los vascos, pero dentro del marco constitucional y estutario, por supuesto.

Eguiguren y los suyos aspiran a ganar al PNV. Su modelo en la vida misma fue Pasqual Maragall -¡Virgen Santa!- para llegar a Ajuria Enea con el apoyo de Arnaldo Otegi y de Javier Madrazo, que es, probablemente, el político más bizcochable de toda la política española. Era una canción para después de una guerra, un proyecto para después de un proceso de paz. No pudo ser, y si en las próximas elecciones revalidan el triunfo de las generales, tratarán de gobernar con la anuencia del dueño.

Criticaba Ibarretxe que Patxi López hubiera hecho un discurso electoral. Buen discurso, por cierto, y necesariamente electoral. Aligerar el paso de Ibarretxe por Ajuria Enea es una necesidad para la salud pública, pero no se adelantará mucho si el gobierno no es de alternativa al PNV, el partido que ha apoyado sin fisuras a un líder tan improbable y ajeno a la realidad. El PSE debería repasar sus recuerdos del gobierno de coalición de 1987-1990 y, si se les han emborronado, que lean las memorias de José Ramón Recalde.

Hay un anuncio de eterno retorno en las preferencias de Eguiguren. Si el PNV no paga este error político de la única manera posible, meditando en la oposición, volveremos a vivir la misma historia y ETA seguirá condicionando la política vasca y tiñéndola de sangre. La tragedia y la farsa, dijo Marx. Volverán las oscuras golondrinas, ya verán.

Santiago González, EL MUNDO, 30/6/2008