Trump abre en canal a los republicanos

EL MUNDO 05/08/16
EDITORIAL
EL PÁNICO se ha adueñado de la cúpula del Partido Republicano estadounidense. Tras la convención en la que fue designado candidato Donald Trump, la esperanza de los conservadores era que el magnate hiciera un esfuerzo por adoptar una imagen presidenciable. Sin embargo, ha ocurrido todo lo contrario. Ha multiplicado sus salidas de tono, los insultos a su rival, Hillary Clinton, y las descalificaciones simplistas a la gestión de Obama, dejando al descubierto al mismo tiempo su total desconocimiento sobre política internacional. Pero, por encima de todo, Trump ha tenido uno de esos resbalones que en un país como Estados Unidos sí hace perder votos: la ofensa a los padres de un soldado estadounidense de religión musulmana ha provocado un rechazo ciudadano tan grande que su equipo de campaña está desesperado por cómo revertir la situación.

Es pronto para saber si ese patinazo dejará al controvertido empresario sin posibilidades de llegar a la Casa Blanca. Pero desde luego marca un punto de inflexión en su carrera presidencial. Porque una cosa es que Trump se erija en icono de la antipolítica y que saque rédito al hartazgo que muchos millones de ciudadanos sienten por el sistema. Y otra bien distinta es que quien aspira a convertirse en presidente de EEUU juegue con el patriotismo. Eso es algo que una sociedad como la norteamericana sencillamente no tolera. De ahí que Trump empiece a parecerse cada vez más a su propia caricatura y que se agigante el número de personas que ni en una pesadilla se lo pueden imaginar como comandante en jefe del ejército más poderoso de la tierra.

Así se explica que en cuestión de días las encuestas hayan cambiado radicalmente la tendencia. Algunas otorgaban ayer a la candidata demócrata, Hillary Clinton, una ventaja de hasta nueve puntos. La inquietud es tal en las filas republicanas que algunos de sus cuadros sopesan la posibilidad de que Trump acabe renunciando a su aspiración presidencial. Aunque la operación no es sencilla. Tanto porque sólo podría tomar una decisión así el propio candidato, de forma voluntaria, como por los efectos de desmovilización que tendría entre el electorado una crisis semejante a menos de tres meses para las elecciones.

Pero algunas voces conservadoras autorizadas han dado ya un golpe en la mesa y exigen una estrategia urgente para minimizar daños. Conscientes de que con un Trump tan provocativo como siempre las opciones de ganar la Presidencia son mínimas, quieren preservar en la medida de lo posible la imagen del Partido Republicano. Por ello cada vez más líderes se desmarcan públicamente de cuanto dice el magnate e incluso algunos ya han anunciado que votarán a Clinton. Y es que no se puede olvidar que, en noviembre, en las urnas hay muchas más cosas en juego que la Casa Blanca. Entre ellas, los republicanos podrían perder la mayoría de la que disfrutan en el Senado, donde se renueva un tercio de los escaños. Quienes se juegan la reelección de sus cargos no están dispuestos a que la irracionalidad de Trump les aleje del imprescindible electorado centrista.

En la formación conservadora se empieza a abrir un cisma, desde luego. En este sentido, la última gran polémica de Trump ha sido, en un nuevo enfrentamiento con el establishment, no apoyar en sus primarias a Paul Ryan –presidente de la Cámara de Representantes– y al ex candidato presidencial y senador John McCain, dos de esos pesos pesados que se juegan sus puestos en otoño. Así, no extraña que muchos republicanos aboguen ya por un suicidio ante las presidenciales para evitar con ello la voladura incontrolada de todo el partido.