IGNACIO CAMACHO-ABC

  • En la última semana se ha producido una novedad chocante: el PP ha acabado comprando a sus rivales el marco del empate

La participación. Será baja. Siempre lo es en los comicios europeos y no tiene pinta diferente en éstos. Habría sorpresa si supera el 50 por cien del censo. Votarán los más interesados en la política, los ‘muy cafeteros’. Los demás se movilizan bastante menos porque saben que de estas elecciones no sale un gobierno. El de España, que es el que les importa porque la UE y su Parlamento les quedan lejos pese a todos los asuntos relevantes que hay en juego.

Las expectativas. El PP tenía hace dos meses más de diez puntos de ventaja que parecen haberse reducido como poco a la mitad durante la campaña. Eso permitirá al PSOE interpretar como una remontada cualquier acortamiento de la distancia. (Las encuestas del CIS que le dan la victoria no se las creen ni los que las encargan). Como se trata de circunscripción única con sólo 61 diputados, el sanchismo minimizará su previsible derrota midiéndola en escaños frente a los porcentajes que esgrimirán sus adversarios. De este modo, veremos a los dos principales partidos felicitarse de sus resultados.

Los marcos. En lo fundamental se han mantenido las líneas básicas de las generales. Empieza a ser un bucle, una rutina de socialistas y populares. La oposición plantea una moción de censura con urnas; el Ejecutivo ha vuelto a apelar al peligro de la ultraderecha para frenar su desgaste. Sólo Vox se ha centrado en Europa con un discurso trufado de posverdades pero eficaz para activar a sus simpatizantes: el consenso de socialdemócratas y liberales amenaza el campo y los coches de combustión y va a provocar una invasión de inmigrantes musulmanes. El factor más chocante de la última semana es que un PP a la defensiva ha acabado por comprar a sus rivales el marco del empate.

El factor de decisión. Así las cosas, el escrutinio dirá si a la izquierda le sirve o no su hegemonía propagandística como contrapeso de los escándalos de corrupción, la amnistía y los pactos con los separatistas. El victimismo a cuenta de Begoña Gómez, la supuesta persecución judicial y la ‘máquina del fango’ han alcanzado proporciones extravagantes en los últimos días. Es la misma estrategia del año pasado: las críticas resignificadas como fuerza motriz de sus partidarios. La repetida partitura de la polarización y el choque de bandos.

El pronóstico. Con las reservas imprescindibles desde el precedente de 2023, lo normal es que el PP gane y que el desplome de Sumar, al que la irrelevancia de Yolanda Díaz está dejando para el arrastre, facilite la resistencia de Sánchez. Menos de cinco puntos por delante serían insatisfactorios para Feijóo, y menos de tres casi una catástrofe. En escaños no habrá más de tres o cuatro de diferencia. Vox puede doblar (o más) sus cifras: el voto útil apenas cuenta. Y es fácil que se cuele alguno de esos ‘outsiders’ clásicos en convocatorias como ésta, que favorecen el voto de queja contra el sistema.