Un chiste inglés…

…adaptado al ámbito vasco de decisión. O viceversa.

Hola, amigos.

Os hago llegar un chiste inglés que escuché hace tiempo, pero en una versión
adaptada al contexto sociopolítico vasco, para que lo insertéis en vuestra
sección de humor.

Un viejo hombre de un caserío azpeitiarra tenía cuatro hijos de edades poco
distantes, pero de filiaciones políticas muy diferentes. El mayor de ellos
era simpatizante del PP; el segundo era un redomado peneuvista; el tercero
era un socialista afín a la corriente de Eguiguren, y el cuarto era batasuno
hasta las cachas.

Todos ellos tenían veintitantos años, un gran ímpetu juvenil y los bolsillos
vacíos. Un día los hermanos fueron juntos a ver a su progenitor. Cada uno
con su propio proyecto vital, los cuatro pidieron a su padre, el viejo
casero, un millón de pesetas para probar fortuna. El padre accedió al
préstamo y les dejó aquel montón de dinero con la única condición de verlo
restituido, más tarde o más temprano. A tal punto llegaba la seriedad de
aquella premisa que el viejo exigió su cumplimiento incluso en el supuesto
de que él muriera antes de haber recuperado su dinero.

Unos años más tarde el viejo falleció y su alma accedió a la sagrada campiña
de los ancestros vascongados. Los hijos, desperdigados por el mundo, se
volvieron a encontrar en el velatorio de su padre y hablaron sobre la
antigua deuda.

–Yo no he cumplido con mi compromiso y lo siento enormemente– dijo el del
PP–. Las cosas me han bien, pero ahora tengo familia numerosa y muchas
obligaciones mensuales. Sólo he podido traer ochocientas mil pesetas. Ya
están depositadas junto al cuerpo del aita.

–Peor estoy yo– intervino el socialista–. Sólo he podido devolverle al aita
seiscientas mil pesetas.

–¡Qué me vais a contar a mí, cabrones!– se lamentó amargamente el batasuno–
¡Ni un puto duro he podido traer, porque no consigo salir del paro! ¡Ya todo
Dios habla el euskara!

Al fin intervino el peneuvista, quien tuvo palabras de reproche para sus
hermanos:
–Lo vuestro es de vergüenza ¿No os enseñó el aita lo que significa la
“palabra de vasco”? ¡También yo he tenido mis problemas económicos, no te
jode! Una viceconsejería en el jaularitza no da para grandes alegrías,
contra lo que podáis pensar. Bueno, pues, aún así, yo soy el único que ha
cumplido con la voluntad del aita. Le he firmado un talón nominativo por un
importe de un millón de pelas y se lo he colocado en el bolsillo. Como Dios
manda. Hale, agur.

Christopher, 21/9/2005