Un vil asesinato, un sólido compromiso

El hermano de Eduardo Puelles mantiene desde hace dos años una lucha por la deslegitimación del terrorismo

Josu Puelles tuvo claro cuál iba a ser su papel frente al terrorismo cuando ETA asesinó a su hermano. El día después del atentado, el ertzaina quiso honrar la memoria de su hermano Eduardo apartando esos prejuicios que han existido en Euskadi hacia las víctimas en las filas de la Guardia Civil y la Policía Nacional y hoy, dos años después, volverá a homenajearle con un sencillo acto en el lugar que la banda terrorista eligió para asesinarle. Y será después de vivir unos meses de lucha activa por la deslegitimación del terrorismo más allá de las fronteras españolas y contra la internacionalización del ‘conflicto’ que pretende la izquierda abertzale.

Mucho ha cambiado su vida en estos dos años. Ertzaina de profesión durante más de 20 años, tras el atentado sintió la necesidad de dejar la investigación para «dar apoyo logístico, psicológico e informativo a todos los compañeros que son víctimas de ETA, de kale borroka o de violencia de persecución. Quería hacerle la vida más fácil a ellos y a sus familias», relata. Una actividad laboral que Puelles ha compaginado, sacrificando tiempo y dinero, a su colaboración con la Fundación por la Libertad, de la que es miembro desde el pasado mes de febrero.

Junto a ellos ha viajado a Ginebra para reclamar una relatoría especial para Euskadi que abordara el caso del terrorismo etarra con el fin de insistir en que «la fuente primordial de esas agresiones a los derechos humanos es una organización privada que nada tiene que ver con el Estado». El pasado día 1 volvieron a la sede de la ONU y la visita fue fructífera porque parece que ha recogido el guante lanzado por las diferentes asociaciones. «Amnistía Internacional nos sorprendió porque mostró mucha sensibilidad hacia las víctimas del terrorismo y anunció que va a crear un grupo específico para controlar este tema», explica.

A pesar de ser muy claro y rotundo en sus declaraciones públicas como cuando declaró no gratos a los miembros del PNV por manifestarse en favor de los dirigentes de Batasuna, el hermano del inspector de la Policía Nacional asesinado se muestra contrario a las declaraciones viscerales que algunas víctimas del terrorismo han lanzado durante estos años. «ETA tiene un discurso, más o menos creíble, y nosotros tenemos que tener el nuestro para combatirlo. Hay que abandonar la visceralidad para reflexionar, para hacer un discurso más argumentado, que tenga una sustancia. Hay gente que me felicita por ser valiente, por decir las cosas que ellos piensan pero no se atreven a decir. Creo que eso no habla bien de mí sino mal de ellos».

Asegura que la legalización de Bildu no le ha dado más fuerzas para seguir adelante en su lucha pero sí reconoce una «decepción tremenda » con los socialistas que se mostraron a favor de ella y con los jueces del TC que la permitieron. «Si tú sales a Europa a decir que ETA representa un proyecto político totalitario, que su brazo político intenta ocupar las instituciones democráticas para tratar de que ese proyecto avance, etc., te dejan con el culo al aire. Ya no puedes hacer alusión a nada, te destrozan tu discurso, que era absolutamente válido y convalidado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Te desarman dialécticamente », lamenta. Cree que «se ha hecho todo mal» cuando estábamos casi en el final, algo que le «indigna», y por eso seguirá luchando por dar a conocer la realidad vasca con el apoyo total de sus hermanas y de Paqui, la viuda de Eduardo. «Yo solo no voy a conseguir nada pero me conformo con que, cuando ya no esté, mis hijos se sientan orgullosos de lo que hizo su padre en una situación difícil».

EL MUNDO, 19/6/11