Urkullu, esperando su turno

TONIA ETXARRI, EL CORREO 31/03/14

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· La ambigüedad calculada del lehendakari se ha visto desbordada por las declaraciones de Egibar e Ibarretxe.

El debate sobre el denominado «derecho a decidir» acaba de llamar a la puerta del Parlamento vasco. La pasada semana, mientras los nacionalistas catalanes seguían preguntándose por qué el Tribunal Constitucional tuvo que pronunciarse sobre «una declaración» de su Legislativo, y empezaba a calar en CIU la imposibilidad de celebrar el referéndum, Euskadi comenzaba su turno. Estaba previsto. A un ritmo mucho más lento que el catalán. Pero formaba parte de los compromisos de gobierno de Urkullu. Primero, la economía, luego la pacificación y, en tercer lugar, el «nuevo estatus».

No es que el lehendakari haya avanzado mucho en su segundo reto; el de la pacificación. Pero las premuras requeridas por la izquierda abertzale y los tiempos marcados por las exigencias nacionalistas en Cataluña, impedían que la ponencia sobre el autogobierno se dilatara por más tiempo. El lehendakari Urkullu no tiene, a diferencia de su homólogo Artur Mas, preso de ERC, a la izquierda abertzale como socio de gobierno. Pero de su sintonía con la izquierda abertzale, en política penitenciaria y en las aspiraciones soberanistas, se viene encargando Joseba Egibar.

El burukide guipuzcoano, que siente sobre sus espaldas el peso del empuje electoral de EH Bildu en su territorio que, según las encuestas internas, no experimenta el desgaste de gestión que él está esperando, ha dado un golpe de timón en las declaraciones sobre lo que él espera del próximo debate sobre autodeterminación en el Parlamento vasco . Nada que ver con lo acordado. Unas declaraciones que han puesto en guardia a PP, PSE y UPyD. Y que han incomodado a no pocos sectores de su propio partido que admiten que «las salidas de guión» indisponen a la oposición no nacionalista y, además, incomodan al lehendakari.

La ponencia estaba prevista, según acuerdo inicial entre el PNV y PSE, para valorar los logros del «actual desarrollo estatutario» y sentar las bases para «su actualización desde el máximo consenso posible». Pero, según Egibar, esa ponencia deberá debatir «sobre el derecho a decidir». Habemus lío. Antes de empezar la función.

No sólo porque Egibar, que es quien ejercerá de portavoz del PNV en esa ponencia, acaba de poner más acento en el derecho a decidir que en la necesidad de lograr mayor consenso, sino porque la reaparición de Ibarretxe, enrocado en su meta soberanista, ha elevado el listón de las declaraciones que, hasta ahora, el PNV oficial había medido con tanta prudencia.

La ambigüedad calculada de Urkullu durante todo su mandato, se ha visto desbordada por Egibar e Ibarretxe que no son, precisamente, dos ‘versos sueltos’. Porque un día después de que se hubiera constituido la ponencia en el Parlamento vasco, quien fracasó con su plan nacionalista mientras gobernaba Euskadi volvió a la escena. Convencido de que la Historia le ha tratado injustamente y terminará dándole la razón que le quitó el Congreso de los Diputados en 2005 y el propio Constitucional en 2008, Ibarretxe reapareció en público para hablar, nada menos, que de «la negación de la democracia por parte de España». Y para advertir que el derecho a decidir «se tiene». Por mandato divino. Una declaración de ensoñaciones que, de entrada, discute, además del Tribunal Constitucional (es una aspiración, no un derecho), socialistas, populares y UPyD.

Los plazos de Urkullu, hasta ahora, han sido pausados porque siempre ha intentado no dar motivos para que se le acuse de fracturar a la sociedad vasca, como hizo su antecesor Ibarretxe. Su baza es conocida. Reformar la Constitución mediante una enmienda de adición para que sea reconocida la nación vasca y su derecho de autodeterminación. Pactando con el Estado y pactando entre vascos. La ponencia tiene por delante todo un año de comparecencias. Después del desfile de expertos y personalidades, el calendario estará marcando el otoño de 2015. Habrá tiempo para clarificar las cosas. ¿Derecho a decidir por encima del consenso, como quiere Egibar, en consonancia con EH Bildu? ¿O la defensa de los principios democráticos y el respeto a la legalidad, como le reclaman el resto de los grupos?

Aún no ha empezado la función y se ha embarrado el debate. A los socialistas les parece un despropósito que el PNV no respete los principios con los que se constituyó el grupo de trabajo parlamentario. «Nosotros no somos el PSC», advierte Idoia Mendia para aclarar que su partido no defenderá una consulta que no tenga encaje legal. La derivada que están tomando algunas reflexiones, como las efectuadas en la Fundación Mario Onaindia, a favor de la consulta a los ciudadanos catalanes para que después se pronuncien todos los ciudadanos españoles, tampoco ha contribuido a construir un discurso unívoco en la opinión socialista. Desde el PP, su portavoz Laura Garrido se teme lo peor de este debate que nace muy condicionado por el desafío soberanista catalán. Por eso les pide al PNV y a EH Bildu que no acudan a la ponencia «con proclamas soberanistas y rupturistas». Gorka Maneiro, de UPyD, ve muy difícil un nuevo estatus con mayor consenso que el logrado en el Estatuto de Gernika.

La independencia no viene sólo envuelta en una bandera. O con el uso exclusivo de una de las dos lenguas oficiales de la comunidad autónoma. Tiene mucho que ver con «las cosas de comer». No son las proclamas. Son las políticas cotidianas. ¿Cómo encajaría nuestro Concierto económico en una Europa orientada hacia la unión fiscal y bancaria? Es su turno, lehendakari. Tendrá que definirse. Tiene todo un año por delante para hablar claro a los vascos.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 31/03/14