Jesús Cuadrado-Vozpópuli

Sin novedad en el frente electoral: ganó Alberto Núñez Feijóo en las urnas, pero, victoria total de Pedro Sánchez en el relato y en las tertulias. Remontada socialista, proclaman casi todos los comentaristas. Que Tezanos diera tres puntos de ventaja a los socialistas importa poco. El populismo sanchista ha aprendido a gestionar la utilización de expectativas electorales fabricadas a medida como propaganda electoral y, por supuesto, a interpretar adecuadamente los resultados para volver a ganar perdiendo. Está en juego si un Gobierno que admite incapacidad para gobernar continúa o no. Veamos.

Primero: ganó el PP. Si en 2019, el PSOE le sacó doce puntos porcentuales al PP, este 9-J son los populares los que ganan a los socialistas por una ventaja de 4 puntos. Para valorar el dato, sin filtro sanchista, Feijóo supera la ventaja de los 1,38 puntos que logró en las generales de hace un año. En cinco años se remata un giro radical en la política española. Ahora veremos una intensa campaña de narrativa creativa para hacer que la derrota parezca victoria, pero, se pongan como se pongan, ganó el PP, y por más diferencia que hace un año.

Segundo: el sanchismo intentará resistir. Ha vuelto a perder las elecciones un Gobierno que hace tiempo renunció a desarrollar medidas urgentes para los ciudadanos, desde la vivienda a los precios de los alimentos, y convirtió el Consejo de Ministros en plataforma electoral permanente. Para interpretar el valor político de los resultados, importa fijarse quienes forman el gobierno, Partido Socialista y Sumar. Si en 2019 lograron un 44% de votos de los votos, ahora bajan a 35%. El PP sube del 20% al 34%. La transferencia de votos de centroizquierda hacia Feijóo es evidente, como ya anticipaban todos los estudios previos.

Tercero: el PSOE ha perdido la condición de partido nacional. Una lectura territorial del voto desvela las peores noticias para el PSOE y su futuro inmediato. El 9-J condena a los socialistas a ser una fuerza política auxiliar en los gobiernos controlados por independentistas en País Vasco y Cataluña. Lo confirma la evolución electoral de las europeas de 2019 a 2024. Para empezar, si en Cataluña el voto socialista alcanzó hace cinco años solo un 22%, este domingo subió a un 31%. Creció y mucho, justo al revés que en el resto de España. En Andalucía los socialistas lograron un 40% en 2019, pero ahora han bajado al 32%; en Extremadura, de 46% a 36%; en Galicia de 35% a 27%; etcétera. Así muere el PSOE como partido de Estado. Auxiliares del secesionismo, sí

Cuarto: populismo de libro. En seis años, el PSOE se transformó en populismo con retórica de izquierda. El lingüista Victor Kemplerer elaboró durante los años del nazismo su famosa tesis “la verdad muere de cuatro maneras”: utilización de las mentiras como si fueran hechos; lo que denominaba encantamiento chamánico, es decir, la técnica de la repetición para hacer plausible la falsedad; pensamiento mágico o naturalización descarada de las contradicciones; y el arte de lograr que sus seguidores crean por lealtad tribal en personas que no merecen confianza –¡Begoña, Begoña, Begoña!-. Así hicieron la campaña, desde vender que quien pacta con Puigdemont es Núñez Feijóo, no Sánchez, a fijar a fuego que en España hay ultraderecha, pero no ultraizquierda.

Quinto: el sanchismo es el peronismo de Europa. Hoy el PSOE se parece más al partido de los Kirchner que a la socialdemocracia danesa. Especialmente por el ataque a jueces e independencia judicial. Quien haya seguido la trayectoria del exjuez Baltasar Garzón no se extrañará de oírle atacar a los jueces españoles con las mismas palabras que empleó contra los jueces argentinos que condenaron a su camarada Cristina Kirchner por robar al Estado. Kirchnerismo y sanchismo juegan en la misma división. Por el contrario, la victoria de Núñez Feijóo significa que en España la respuesta al populismo no es, como en Argentina, otro populismo. Los españoles, como la mayoría de los europeos, han votado centralidad: el mismo partido que ganó en España ha sido el primero en Europa, y ambos con un crecimiento significativo.

Los españoles quieren adelanto electoral

De momento, la noche electoral la colonizó el sanchismo, que puso en práctica el viejo principio populista “si nada es verdad, todo es espectáculo” ¿Ahora qué? Cuando amanezca el lunes, el dinosaurio seguirá allí. Sánchez continuará como jefe de un no-gobierno que, en medio de la obligación de cambios económicos de envergadura, ni presupuestos podrá aprobar; la avalancha de corrupción que agobia al PSOE crecerá en velocidad de crucero; y el mismo lunes conoceremos que en Cataluña ganó Illa, pero manda el secesionismo. El 60% de los españoles quiere adelanto electoral, según encuesta de Vozpópuli, pero ahora el sanchismo llevará el gobierno de España a una mesa en Suiza. ¿Cuánto resistirá este circo?