LUIS VENTOSO-EL DEBATE
  • Ese ha sido el mensaje surrealista que ha dominado el tramo final de la campaña electoral del PSOE, como si estuviésemos en el mundo de Daniel Ortega

Bueno, todavía podía ser peor. Por ahora, Turca, la alegre perrita de aguas de pelaje blanco y negro que alegra los convulsos días de los Sánchez-Gómez en la Moncloa, no ha sido imputada, ni es objeto de procedimiento judicial alguno (que se sepa).

Por el contrario, en lo que atañe al resto de la familia del presidente, la cosa empieza a parecer un homenaje a aquella vieja comedieta ochentera de John Landis, Entre pillos anda el juego.

Begoña se pasea por los titulares de la prensa de medio planeta con sus éxitos comerciales y se encuentra imputada por corrupción en un juzgado de Madrid, donde está llamada a declarar el 5 de julio. Y el hermanísimo David Sánchez –alias David Azagra– ya está también encharcado en tribunales por sus alegres andanzas fiscales y escaquísticas, según reveló este viernes El Debate en una información firmada por Alejandro Entrambasaguas.

David se formó como director de orquesta en San Petersburgo durante ocho años. ¡Hasta chapurrea en ruso! Sin embargo, cuando volvió a España nadie reparó en su descomunal talento. Pero para eso están Gran Hermano y El Partido. Nada más recuperar Pedro, su hermano mayor, la secretaría general del PSOE, el buen David apareció empleado al frente del departamento de música clásica de la Diputación de Badajoz, que como se sabe es una de las mecas del bel canto, a la par de la Scala, el Met o Glyndebourne. Allí ha estrenado una ópera friki de una única función (apoyada por Peter con fondos europeos) y se ha inventado un sistema de trabajo realmente innovador. Consiste en tributar en Portugal mientras trabaja en una diputación española y en pisar menos la oficina que James Bond en las pelis de 007. El festival de la picaresca de David Sánchez era tan escandaloso que ha acabado con apertura de diligencias en un juzgado de Badajoz.

Pero como decían en aquellos dibujos animados de mi infancia: no se vayan todavía, que aún hay más. José Luis, el ministro mano derecha de Mi Persona, expulsado del partido (imaginamos que por golfo). Koldo, el leal militante elogiado en las memorias del Líder Supremo, trapicheando con el material sanitario de la pandemia, con varios barones del PSOE en el ajo. Y no debemos olvidar nunca a los entrañables amiguetes de la juventud de Pedro, enchufados aquí y allá en la administración y en empresas públicas, a veces creando cargos de la nada a su medida.

¿Y cuál es la conclusión que obtiene el presidente del Gobierno y jefe del PSOE de todo lo anterior? Pues es la siguiente: ¡Vota corrupción este domingo!, frena a la derecha. Ese ha sido el mensaje surrealista que ha dominado el tramo final de la campaña electoral del PSOE. Las huestes corean «¡Begoña, Begoña!» en los mítines, y varios millones de leales votarán corrupción el domingo, porque Vox y el PP son Mordor y amenazan el benéfico régimen del rencor sectario, la igualación a la baja y el perdón a la carta a los golpistas antiespañoles. Cada país tiene lo que vota…