«Yo no puedo tolerar que con la mano de mi padre se le dé una bofetada al Rey»

EL MUNDO 06/04/14
ENTREVISTA DE VICTORIA PREGO, ADOLFO SUÁREZ ILLANA

· El hijo del primer presidente de la democracia responde con contundencia en estas páginas a las acusaciones que en los últimos días se han vertido sobre el Rey y su supuesta complicidad con el golpe de Estado. Desmiente también las versiones publicadas sobre los numerosos enfrentamientos de extrema violencia entre el Rey y Suárez. Adolfo Suárez Illana, depositario de los archivos de su padre, aporta aquí documentos inéditos, de extraordinario valor, que confirman lo que dice

PREGUNTA.- ¿Por qué se ha decidido a hablar?
RESPUESTA.- No es que haya decidido hablar, es que prácticamente se me obliga a hablar para salir al paso de las infamias que se están publicando estos días sobre mi padre y sobre el Rey. Yo no puedo tolerar que con la mano de mi padre se le pegue una bofetada al Rey, yo no puedo aceptar la loa hacia mi padre cuando esa loa es para alzarle luego en contra del Rey. Yo creo que soy la persona que más tiempo ha gastado con Adolfo Suárez durante la mitad de su vida, por decirlo de alguna manera, que soy depositario de su confianza hasta extremos inconcebibles, como él solía decir, y jamás, jamás en mi vida he oído absolutamente nada que pueda asemejarse a lo que hoy estoy viendo, leyendo y escuchando de Pilar Urbano.

P.- ¿Tiene el permiso del Rey para hablar?
R.- No me hace falta el permiso del Rey para hablar en nombre de mi padre. Yo aquí vengo a defender el honor de mi padre, la verdad y lo que creo que son los intereses de España. ¿Eso además puede venir bien al Rey o le puede favorecer? Bendito sea, pero mi lealtad al Rey, que la hay, estaría incluso por debajo de mi lealtad a la verdad. Y al sistema democrático de derecho que nos hemos dado los españoles. Yo no podría soportar una traición como la que aquí se establece o se dice que ha cometido el Rey, ni muchísimo menos.

P.- ¿Cuánto hay de cierto en lo que se cuenta de esos encuentros realmente explosivos entre Suárez y el Rey en sucesivas fechas de enero del 81?
R.- Yo tengo noticia de alguno de esos encuentros y me han sido relatados por mi padre directamente y luego he tenido ocasión de charlar en diversos momentos con el Rey y me ha dado la misma versión. Curiosamente, son los dos únicos testigos y yo he tenido el privilegio de recibir su testimonio, de ambos, y son coincidentes. Especialmente grotesco me parece el relato de una reunión que, creo, señala el día 24 de febrero, en la que hay una bronca monumental entre ambos. Es absolutamente falso. Es una reunión presidida por el mutuo convencimiento de que ambos se habían equivocado y que tenían que pedirse perdón el uno al otro y empieza pidiendo perdón mi padre, diciendo: Señor, me he equivocado. Armada estaba ayudando a la democracia española y ha estado intentando salvar el golpe. Y es el Rey el que le contesta: Adolfo, el que se ha equivocado he sido yo, y te pido perdón. A Armada lo que hay que hacer es detenerle inmediatamente. Ésa es la reunión que hay.

P.- Ya se había publicado en varios libros que Adolfo Suárez pensó en revertir su dimisión a raíz del golpe. ¿Qué hay ahí de cierto?
R.- Es cierto, porque esto también lo utiliza la señora Urbano muy a menudo, lo que hace todavía más perversa su mentira. Es cierto que utiliza verdades, por ejemplo que mi padre, en un momento determinado, se plantea el revertir su dimisión. Y no es que se vea forzado por las circunstancias a decir que no, porque jurídicamente es imposible. Es que al cabo de equis tiempo de debate con sus colaboradores más cercanos, se dan cuenta de que no hace falta y de que tampoco es bueno, que los motivos de la dimisión siguen siendo válidos y que se sigue adelante con el plan con absoluta normalidad. Y de hecho ni se lo dice al Rey. Se lo comentará tiempo después, como anécdota.

P.- Pero lo que el libro cuenta es que hay un enfrentamiento feroz a cuenta de ese asunto porque Suárez pretende quedarse en la presidencia y el Rey se resiste de manera rotunda y le dice cosas tremendas.
R.- Eso no es cierto. Toda esa serie de reuniones que la señora Urbano cita en su libro son simplemente imaginaciones y desconocen una verdad que nadie quiere creer y es el porqué de la dimisión de Adolfo Suárez y cómo se toma esa decisión, cómo se gesta la materialización de esa dimisión y cómo lo hacen el Rey y Adolfo Suárez de acuerdo. Y todo lo que yo he conocido, que insisto es mucho, corrobora esa versión. Me ha contado mi padre 200 veces esto, me lo ha contado el Rey, lo ha contado mi padre a muchísima gente, entre otras cosas a la Nación entera a través de un discurso, Y es curioso cómo el hombre que más simpatías, que más cariño y que mayor credibilidad política tiene en este país, o tenía, no ha sido creído nunca. Nunca.

P.- ¿Cuándo toma su padre la decisión de dimitir? ¿Lo hace presionado hasta el límite por el Rey y frente a su resistencia numantina?
R.- En el caso de mi padre y el Rey, cuando le nombra presidente del Gobierno, sí que le dice, y me consta, «el día que necesites que me vaya, sólo tienes que decírmelo. Y me voy». Eso, que es la esencia pura de Suárez y para quienes le hemos conocido, nos es absolutamente normal, tan normal como verle sentado en su escaño frente a las pistolas de los golpistas, ¿en qué se traduce? En una relación estrechísima con el Rey. El Rey y Suárez llegan conjuntamente a la conclusión de que, efectivamente, Suárez tiene que dimitir, como dice en su discurso, para permitir que la obra siga adelante. Que hay que cambiar a las personas. Que hay gente que ya no le cree y que él tiene que asumirlo con hechos para que, efectivamente, las cosas puedan seguir adelante.

P.- ¿Pero de acuerdo con el Rey?
R.- ¡De acuerdo con el Rey! Y esta decisión la toma en firme ya – porque han venido varias veces hablando de ello– la toma en firme en agosto de 1980 en Galicia, durante el verano que pasamos allí. Y se lo comunica a mi madre. A partir de ahí, se plantean dos posibilidades: una, la de convocar unas nuevas elecciones, y dos, la de buscar a alguien que tenga consenso dentro de la UCD y le permita agotar la legislatura. Una legislatura que acaba en el 83, no en el 82. Entonces, se plantea el buscar a alguien que, como él en su día, no suscitara las enemistades de los grandes del partido. Y ese hombre es Leopoldo Calvo-Sotelo.

P.- ¿Y está informado el Rey y de acuerdo?
R.- Absolutamente, de acuerdo con el Rey. No es que en agosto esté todo el plan hecho, no. En agosto se toma la decisión y esa operación para consensuar el candidato se produce en otoño de 1980, hasta llegar a enero.

P.- Pero en septiembre del 80, Suárez plantea una cuestión de confianza.
R.- En mayo, había habido una moción de censura del Partido Socialista. Esa moción que sabíamos perfectamente que no se iba a ganar, sin embargo sí fue utilizada muy bien por Felipe González y prácticamente le había dado la puntilla. Eso es así de claro. El Suárez de aquella moción de censura no tiene nada que ver con el Suárez de la casa a la que hay que cambiar las tuberías etc., es otro Suárez distinto. Como también es otro Felipe González distinto. Y Adolfo Suárez no está cómodo en ese mundo. Y él entiende que Felipe González le va comiendo terreno, le va comiendo incluso terreno a la UCD, y necesita alguna baza que le permita un poco de aire, y ésa es la razón por la que él plantea la cuestión de confianza. Él sabe que no necesita la misma mayoría que necesita la moción de censura, y que tiene la victoria prácticamente asegurada. Y además es echarles un órdago a sus compañeros de partido que, con todo mi respeto y con todo el dolor de mi corazón, tengo que decir que son los principales actores de la dimisión de Adolfo Suárez. [Documento 1]

P.- Usted sostiene que su padre no dimitió ni por las presiones del Rey, ni por las amenazas de Armada, ni para evitar el golpe de Estado.
R.- El tiempo ya ha pasado y no hay que echar, digamoslo así, más leña al fuego de la necesaria en ese asunto. Pero tampoco puedo mentir: el principal motivo de la dimisión de Adolfo Suárez es la falta de confianza que le tienen los compañeros de la UCD. Necesita una maniobra dentro de la propia UCD, echar un órdago para que le acompañen, y de hecho, lo echa. Y de eso, ya soy testigo yo, esto lo cuenta en casa. Es decir, esto no son cuestiones que a mí me hayan contado, es que lo he vivido yo en primera persona, soy testigo, doy fe, y lo juro. Es decir, Adolfo Suárez le echa un órdago a sus propios compañeros, quiere que se unan a él, y lo que quiere con ello es precisamente acabar la legislatura. Si UCD se hubiera presentado a unas elecciones en el otoño de 1980, hubiera perdido esas elecciones y las hubiera ganado el Partido Socialista. Mi padre conocía perfectamente el ruido de sables que había, no sólo en ese momento, sino desde que él está en ese gobierno, y sabe con mucha probabilidad que no es lo mismo, estar en el gobierno él o una persona de la UCD, que una persona como Felipe González, que en aquel momento no era el mismo de 1982. Es decir, de dos años después. Ese es precisamente el objetivo de esa cuestión de confianza: ganar tiempo, buscar un personaje de consenso, trasmitir la presidencia y permitir que la UCD pueda gobernar hasta el 83 y, quién sabe si entonces podrá volver a ganar las elecciones o no, pero había que ganar ese tiempo como fuera posible.

P.- Y ésa es la operación Calvo Sotelo.
R.- Y ésa es la operación que se urde en torno a Leopoldo Calvo Sotelo y en esa operación está presente el Rey permanentemente. Por lo tanto, se me hace increíble que una persona con la relación que tenía mi padre con el Rey como muestran todas las cartas que pongo encima de la mesa, anteriores y posteriores al golpe de Estado, y todos los relatos que mi padre ha hecho, resulta que ahora no es verdad y que por arte de birlibirloque y de cuatro testimonios que no pueden ser demostrados resulta que se estaban matando todos los días. Pues yo, testigo directo de la relación entre mi padre y el Rey, no he visto jamás un solo documento, una sola muestra de ese enfrentamiento brutal. Y lo que sí tengo, y en las cartas se demuestra, es que hay diferencias. Es decir, diferencias, seguro, discusiones, muchas, enfrentamientos de verdad, no. Y lo único que he visto yo serio y profundo, de lo que sí soy conocedor, es de las diferencias enormes que había en torno a Armada. Ahí, sí que, efectivamente, se produce una diferencia brutal y muy tensa.

P.- Entonces, eso de que el Rey le dice a Suárez: «Uno de los dos sobramos en este país, y como tú comprenderás no pienso abdicar» no tiene sentido.
R.- Por escrito está. En el año 82, antes de abandonar el partido al primero al que se lo comunica, privadamente, es al Rey. Y esta carta demuestra esa relación. [Documento 2] Cómo se dirige el Rey a mi padre y en qué terminos, lo único que hace es reflejar el inmenso cariño, respeto y admiración y confianza que hay entre los dos. No es compatible ese supuesto enfrentamiento con lo que dicen los documentos y con lo que mi experiencia personal ha vivido. No es compatible.

P.- ¿De dónde sale entonces esa versión? ¿Es posible, por encontrar alguna verosimilitud, que el Rey y Suárez cuando discutían de esa manera brutal que dice este libro, tuvieran un testigo al lado?
R.- Vamos a ver, no hay ningún testigo en esas conversaciones que cita. Nunca. Es más, ella establece una discusión en Moncloa paseando por los jardines. Pues como no hubiera un guardia civil por allí que les siguiera por los jardines… A una persona que es extremadamente respetuosa en las formas como ha sido siempre mi padre, y máxime con el Rey, es inconcebible que tenga una pelea incluso de brazos allí. No me lo creo. Es inverosímil que una persona tan respetuosa y tan calmada como mi padre pegue voces en el despacho de nadie. No en el suyo ya, mucho menos en el del Rey, y que esas voces se oigan no sé de dónde. Es impensable que el perro esté por allí, es que es de broma. Por otra parte, el Rey consulta con muchos de los ministros, directamente habla con muchísima gente. Y jamás ha habido alguien que pueda atestiguar una cosa semejante. También se ha dicho que hubo esta famosa reunión de los generales con mi padre en Zarzuela en ausencia del Rey y que un general le puso la pistola encima de la mesa a mi padre. Vamos, si no lo aguantó cuando estaban de verdad armados y pegando tiros en el Congreso, ¿se lo va a aguantar a alguien en un despacho en La Zarzuela?

P.- Esa reunión la desmintió Adolfo Suárez muchas veces…
R.- Pero sigue, sigue hablando de que esa reunión existió. ¡Esa reunión está desmentida hasta por los propios golpistas! Pero en este país yo no sé qué ocurre que cuando una leyenda se pone en marcha, ya puede venir quien sea con toda la documentación en regla a presentar que, efectivamente, no se ha producido, que la gente lo cree. Es decir, Suárez nunca ha sido creído sobre los motivos de su dimisión y los ha explicado y ha sido consistente en esa explicación y aquí están los papeles que lo demuestran siempre. Pero bueno…

P.- Otra cosa. En el libro se afirma que el Rey le escribe a Suárez cuando se está elaborando la Constitución y le dice: «Estáis haciendo una Constitución de ateos y eso pone en riesgo la Corona».
R.- Pues aquí está la carta de felicitación de mi padre al Rey tras la Constitución [Documento 3]. Absolutamente incompatible con eso que dice ahí. Yo la carta la pongo aquí. Eso es una carta que ha escrito el Rey a mi padre y como está usted viendo, le dice personalmente el Rey: «Estas cartas son para ti, y tus hijos». Así que tengo toda la legitimación del mundo para enseñarlas. Y eso es una prueba de lo que el Rey y Suárez pensaban y estaban haciendo con la Constitución.

P.- Hay un momento en que se dice que el Rey llamó urgentemente a Suárez para que se trasladara a Baqueira para que Armada le explicara la situación y le dijera que él sobraba.
R.- Tampoco es verdad. Yo creo recordar que mi padre jamás estuvo en Baqueira. Lo que sí puedo afirmar taxativamente es que ese día no estaba en Baqueira. Y además es fácilmente comprobable en los archivos donde están registrados los vuelos de los aviones y helicópteros que utiliza el presidente del Gobierno y que me digan dónde está el plan de vuelo de ese día, desde Ávila a Baqueira. No estuvo en Baqueira, ni fue llamado a Baqueira, ni nada de nada. Yo no sé de dónde se ha sacado el dato. Ella es la que está obligada a demostrar que ese viaje se produjo, cuándo y cómo.

P.- Lo que me dice usted que sí es cierto es que Suárez y el Rey tuvieron varios enfrentamientos sobre Armada.
R.- ¡Sí, sí! Discusiones sobre Armada tienen varias. Muchas. El Rey es un hombre leal, y es un hombre recto. Y cuando quiere a alguien lo quiere hasta el final y lo defiende. Y él estaba convencido de que Armada era un hombre leal al Rey, a la Corona y a España. Y desgraciadamente, se demuestra que mi padre en esa discusión llevaba razón y que Armada era un hombre que estaba trabajando en contra del propio Rey, porque despreciaba al propio Rey, porque se creía más inteligente y más capaz que el propio Rey, y eso es lo que le intenta hacer ver mi padre al Rey. «Ese hombre no le conviene porque le va a traicionar». Y de hecho lo hace. Porque todas las informaciones que existían en aquel momento, que son archiconocidas porque no son cosas que yo conozca por un informe secreto, es que durante la presidencia de mi padre, durante los primeros años del reinado de Don Juan Carlos había ruido de sables, y esos ruidos no eran sólo contra Adolfo Suárez, eran contra Adolfo Suárez y contra el Rey al que consideraban también un traidor.

P.- En la reunión de Játiva ya aparece dicho por el teniente general Prada Canillas con toda claridad: «La responsabilidad es del Rey y de Suárez».
R.- En todos los servicios secretos de aquella época aparece esa información, es decir Suárez y el Rey son dos traidores al franquismo, al Movimiento Nacional etc., y hay que acabar con esto de una vez.

P.- El 22 de enero se describe un encuentro con el Rey en el que Suárez le dice que no está ahí porque le haya nombrado el Rey sino porque ha ganado las elecciones, y hay una frase asombrosa que se supone que dice su padre: «Me temo que empezamos a dar la impresión de dos jefaturas que en lo importante discrepan». Y dice el Rey: «Uno de los dos sobramos en este país, y yo como comprenderás no pienso abdicar». ¿Qué opina de esto?
R.- Pues que gracias a Dios, en aquellos años del 76 al 81, España contó con el Rey y con Adolfo Suárez, con los dos. Gracias a Dios. Y es tan llamativa esa afirmación que yo no dejo de reírme, es que ya no me puedo ni enfadar. Insisto, hay una carta precisamente después de ganar las elecciones mi padre, del Rey a mi padre en el que no sólo le felicita, si es que se felicita a sí mismo, si es que, yo creo que es la carta más bonita de todas las que tengo yo del Rey hacia mi padre.

P- Esta es del año 79 [Documento 4]
R.- En el 79. Cuando ya es elegido democráticamente. Esta carta es la que marca de verdad qué es lo que piensa el Rey de Suárez, y le aseguro que ese sentimiento es compartido por Adolfo Suárez, lo que pasa es que las cartas que le manda Adolfo Suárez las tiene el Rey, no yo. Pero esta carta es absolutamente explícita. Es que no se puede decir ni más ni mejor sobre Adolfo Suárez.

P.- Lo que esa supuesta frase del libro retrataría es a un hombre que se resiste por todos los medios a dimitir mientras es presionado de manera extraordinaria por el Rey.
R.- Eso es incompatible con lo que le enseño. Y dice, «soy tú Rey, tú eres mi presidente». El presidente que yo nombré de forma unilateral es hoy elegido por el pueblo español como primer presidente constitucional y democrático de España. Es incompatible eso con lo que esta señora trasmite. Insisto, yo lo tengo por escrito, yo lo pongo aquí a disposición, son cartas antiguas.

P.- ¿Pero no pudo suceder que en el 80 Suárez se negara a dimitir?
R.- Es que no sucedió. Lo que tengo son las diversas notas que en ese momento se barajaron y que muestran cómo el camino a la dimisión se va transitando y, de hecho, se produce la dimisión y, tras la dimisión, todas las cartas que sigue habiendo y que siguen hablando de esa misma cordialidad, de esa misma confidencialidad, de esa misma complicidad incluso. Es decir, es que todas las expresiones públicas y las comunicaciones privadas verbales, por cartas, en actos, son incompatibles con lo que nos están intentando trasmitir en este libro. ¿Qué pasa? ¿Tenemos aquí vidas paralelas? Mi padre, a la vez que me preparaba a mí para defender las instituciones contándome toda la Transición y transmitiéndome esa herencia política, ¿resulta que la traicionaba en paralelo contándole todo lo contrario a todos los demás? Yo tengo mucho trato y lo he tenido siempre con Jaime Lamo de Espinosa, con Rodolfo Martín Villa, con Marcelino Oreja, con Pepe Lladó, con todos los ministros de mi padre. Jamás, jamás nadie me ha comunicado algo parecido a esto.

P.- Por lo tanto, la versión según la cual Adolfo Suárez se va para evitar un golpe de Estado…
R.- Vamos a ver. Adolfo Suárez no se va por una presión ni mucho menos militar, eso lo dice él. Mi padre no le teme a un golpe de Estado, ni mucho menos. Otra cosa distinta es que él tome la decisión de colocar a otra persona de la UCD para evitar que un partido socialista gane las elecciones en un momento determinado en el que es probable un golpe de Estado. Pero es muy distinta una cosa de la otra. Vamos, si mi padre sabe que lo que le van a hacer es un golpe de Estado, hace todo lo contrario, sé que los habría detenido él personalmente uno por uno. De hecho, es incompatible esa versión con la realidad que vemos después. No sólo es que se enfrente a los golpistas en el hemiciclo, es que saliendo del hemiciclo intenta, o piensa por un momento, retomar otra vez la actividad para cargarse precisamente todo aquello que hubiera podido quedar en relación con el golpe de Estado. Es decir, se vuelve a contradecir esta señora en su libro. No es compatible los hechos que conocemos, incluso que ella menciona, de esa intentona de volver o anular su dimisión, con eso de que se va porque tiene miedo a los militares y que, para evitar que le peguen un golpe de Estado, se marcha.

P.- No es compatible con el relato de querer quedarse como presidente de Gobierno por encima de todo contra la opinión del Rey.
R.- Lo que él intenta durante un momento es quedarse para erradicar todo lo que haya quedado del entramado del golpe de Estado y volver a marcharse. Esa es la realidad. No es que él se quiera quedar para seguir gobernando, no, él dice: «Retrasamos la operación que tenemos, acabo con todo esto y le entrego el gobierno a Leopoldo limpio de polvo y paja».

P.- Pero, ¿hay tensión?, ¿hay discusión?
R.- No. En absoluto. No existe. Además, es muy breve. Ese proceso no sé si dura desde que él sale del Congreso, agarra al coche, llega a Moncloa, nos saluda a su familia, y se encierra inmediatamente con sus ministros en la sala del Consejo y empieza a hacer lo que estamos viendo y allí hay un pequeño debate, habla con el Rey, y para cuando va a ver al Rey ya se ha acabado esa idea. Ese asunto no dura ni horas. En absoluto.

P.- El Rey le plantea, según esa versión, una moción de censura a cargo de los partidos políticos.
R.- En enero. Me parece absolutamente inconcebible, pero bueno. A mí no me consta ni he tenido nunca noticia de que, eso sí que es novedoso, el Rey estaba organizando una moción de censura en enero contra mi padre. Absolutamente novedoso. Maravillosa la noticia, vamos. Increíble.

P.- Sobre todo porque si Suárez ya tenía planteado la dimisión…
R.- Es que es inconcebible. Es incongruente. Si el Rey ya sabe que Adolfo Suárez se va, si están planeando la marcha y cómo se hace otra transición tranquila en el Gobierno. Si se está organizando hasta lo que hay que hacer, entre otras cosas. O sea, que no encaja. Mire, será usted la que tenga que probar los hechos que dice. Claro, y que además sean compatibles con la realidad.

P.- ¿No ha habido nadie que haya dicho que lo que se publica es cierto?
R.- No, no claro que no. Pero es que incluso aunque hubiera alguien, habría que aportar un poquito más. Como hago yo. Es que yo no pido fe en mí. Es decir, hay un recorrido personal de estos señores, harto conocido, y con independencia de que efectivamente hayan podido tener discusiones, la línea ha sido siempre la misma: amistad, respecto, admiración mutua, cariño, intimidad, complicidad y de eso soy testigo yo en primera persona. Antes y después del golpe, hasta estos últimos días. Es decir, no hay una fisión ahí. Entonces, no es compatible eso con lo que están contando. Ni personal ni políticamente. Somos testigos de todo lo que el Rey ha dicho de Adolfo Suárez y todo lo que Adolfo Suárez ha dicho del Rey antes, durante y después. Comprenderá usted que toda mi familia esté eternamente agradecida al Rey.

P.- De la anécdota del perro…
R.- Claro, de la anécdota del perro, ¡qué quiere que le diga! Es que es muy bonito. Vamos a ver, yo quiero pensar que doña Pilar Urbano es una persona seria, no quiero pensar otra cosa. Entonces, alguien le habrá contado, pues tenga usted cuidado. El dar tanto detalle… al final se pilla uno los dedos. Yo siento muchísimo el tener que salir y decir estas cosas de doña Pilar Urbano, pero es que no me deja otro remedio, es muy poco respetuosa con la figura de mi padre. Lo que ha dicho de que le está haciendo un gran favor y este es el monumento, creo que ha dicho, en unas declaraciones que son de aquí, de la página web de EL MUNDO, que es el monumento que no le hicieron a Adolfo Suárez y que Adolfo Suárez Illana está muy equivocado, y ya verá cuándo lo lea. Pues cuanto más leo, más me asusto. E insisto en una cosa que he dicho al principio y que me parece muy importante: no acepto el elogio de mi padre cuando ese elogio lo que busca al final es cargarse la figura del Rey. Si mi padre estuviera vivo no lo hubiera tolerado, y tan es así que esta señora, pudiendo haberlo hecho, no lo ha hecho nunca mientras mi padre se podía defender. Eso es una muestra de cobardía que, sinceramente, pesa. Y hay más. No me creo la coincidencia de que sea justo durante las exequias por mi padre cuando esta señora sale a contarnos que ha alumbrado este libro. Puedo aceptar que lo tenía terminado hace tiempo, de hecho me consta que estaba escribiendo un libro sobre Suárez, ella había dicho, amable, además. Tela con la amabilidad. Pero el que haya hecho esas declaraciones justo el domingo antes del funeral de Estado denota un claro fin mercantilista. Muy feo. Podía haber tenido la más mínima deferencia de hacerlo después, no habría pasado nada. El haberlo hecho así le quita todavía más credibilidad si es que alguna tenía después de lo que ha dicho.

P.- Entonces, claro, usted desmiente absolutamente que la relación de Suárez con el Rey hayan alcanzado esos niveles descarnados.
R- Me siento totalmente autorizado para negarlo rotundamente.

P.- ¿Y cuándo le dice Suárez al Rey que se va?
R.- En agosto, a la vuelta de las vacaciones… En agosto se lo comunica al Rey y le propone todo esto y lo empiezan a llevar a cabo.

P.- Entonces ¿todo eso es falso?
R.- Según los testimonios que yo recibí y que tengo aquí, absolutamente falso. Tan falso, insisto, como esa reunión en Zarzuela que se han empeñado algunos en mantener y los grandes protagonistas de ella en desmentir… pero bueno, seguimos con la rueda, y precisamente para evitar eso es por lo que estoy saliendo. A mí me duele en el alma cuando todavía estamos de luto por mi padre tener que salir a decir estas cosas, cuando lo que me apetecería es estar tranquilo con mis hermanos, con mis hijos, en mi casa, hablando de mi padre y disfrutando y dando las gracias a todos los españoles por la maravillosa despedida que le han brindado a nuestro padre.

P.- ¿Llegó Suárez a acusar al Rey del golpe de Armada?
R.- Nunca, nunca, nunca, jamás. Lo puedo afirmar con rotundidad, nunca jamás. Mi padre siempre, y precisamente ese es el eje de las discusiones, mi padre está convencido de que Armada es un traidor. No tiene pruebas, no tiene nada consistente encima de la mesa porque, si no, se lo habría puesto al Rey, ambos estaban perfectamente informados de todas las operaciones que iban funcionando o de los ruidos de sables que había por los cuarteles, pero nunca, nunca tuvieron ni hubo nunca una información consistente que relacionase a Armada con esos grupos, con otros nombres que sí se sabía que estaban, incluso el del propio Tejero que ya había salido cuarenta veces en informaciones…

P.- ¿Esos movimientos militares no cuentan con el apoyo del Rey?
R.- No, no, no, no… Es más, se dice en muchos de ellos, como es el de la famosísima y archirreproducida reunión de Játiva en la que alguno llega incluso a hablar de fusilar al Rey y se habla de que el Rey es un traidor y de que hay que acabar con el Rey si el Rey no se pliega a las exigencias de los militares. Es que también es en contra del Rey el golpe militar del que habla todo el mundo.

P.- Y luego está el golpe de Armada, o golpe de timón, que se organiza con los partidos políticos. ¿Suárez estaba enterado de eso?
R.- No, no había ninguna información. Toda esa operación de Armada con todos los detalles que se dan posteriormente, no son conocidos por los servicios secretos nunca, ni ha habido, que yo sepa, ningún dato que pueda corroborar esas informaciones que hemos tenido después. Yo insisto, igual que soy testigo de la falsedad de muchas cuestiones que se le achacan a mi padre, sin pruebas ningunas, e incluso con pruebas en contrario, debo ser extraordinariamente prudente a la hora de creerme todas esas leyendas urbanas que hay respecto a otras. Sinceramente, no me consta ese gobierno que querían formar, ni he visto las actas de esas reuniones que pretenden decir que han existido. Lo que sí es cierto es que Armada, efectivamente, participa en el golpe e intenta sacar provecho de su situación y su cercanía con el Rey para convencer a otros y animarles a que participen. Eso es absolutamente cierto y en el momento en el que eso es conocido por el Rey, él actúa, le deslegitima y habla inmediatamente con los militares y eso lo corta, con lo cual una vez más los hechos desmienten las palabras de otros, pero insisto, hay gente que se empeña en creer las palabras no fundamentadas de otro y negarle credibilidad a los hechos históricos contrastados que hemos visto…

P.- O sea, usted considera que el golpe de Estado fue lo que vimos.
R.- El golpe de Estado evidentemente fue lo que vimos. ¿Que podía haber más personas civiles que efectivamente habían colaborado de alguna forma? Bueno, pues sí, yo no digo que no, pero el golpe lo conocemos, claro que lo conocemos. Pero, por más que tengamos delante de nosotros los hechos fehacientes, es que esto ocurrió, es que el señor Tejero entró en el Congreso, es que pegó unos tiros, es que Armada sabemos todos lo que hizo, es que Milans del Bosch sabemos todos lo que hizo, es que reconstruimos sus vidas, la de Milans y la de Armada en los meses anteriores, oiga, eso son hechos y frente a los hechos nos empeñamos en escuchar los cantos de sirena de alguno que nos cuentan una serie de cosas, sin prueba alguna y nos piden que nos las creamos. Mire señor, demuéstremelo un poco.

P.- En el libro se dice, o se sugiere que el Elefante Blanco era el Rey.
R.- No lo sugiere, lo afirma. Por lo menos aquí en EL MUNDO lo ha afirmado, que Adolfo Suárez estaba convencido de que el Rey estaba… era el alma de este golpe. Bueno yo lo niego categóricamente, es ofensivo, es ofensivo. ¡Es delictivo! Está poniendo en la boca o en la mente de mi padre un delito gravísimo, está diciendo que el Rey es un traidor a España, que es un traidor a su amigo Adolfo. Oiga, lo niego, lo niego. De ninguna manera.

P.- Porque no tiene base…
R.- No tiene base ninguna, absolutamente ninguna. Ella se dedica a suponer.

P.- ¿Considera improbable que Suárez le haya hecho estas confidencias a Pilar Urbano?
R.- Estoy convencido de que no.

P.- En todo caso, tendrían que haber sido hace muchos años.
R.- Primero tendrían que haber sido hace muchos años, pero es que niegan su trayectoria, y además niegan lo que ha hecho conmigo. Insisto una vez más: cómo es posible que dedique media vida a inculcarme una serie de valores, a confiarme una serie de confidencias, a pedirme lo que me ha pedido, una persona que en un momento determinado me llega a decir a mí: «No permitas que te lleven vivo si te coge la ETA porque yo no podré hacer nada por ti», resulta que ese mismo personaje que me está educando a mí, resulta que por detrás le está contando a diestro y siniestro todo lo contrario, a esta señora y a otros cuarenta, porque ella señala que mi padre le cuenta todo esto no sólo a ella, sino a otras personas. Pero, oiga, todos sabemos lo extraordinariamente desconfiado que era Adolfo Suárez. Usted le ha conocido como pocos, ha hablado con él como pocos de la Transición, poca gente sabe lo que sabe usted de la Transición. Dios mío ¿ha encontrado alguna vez algo que le indique esto?

P.- No, yo no.
R.- Es inconsistente con la realidad que conocemos. Esto, o lo tiene archiprobado, y que me diga cómo, o simplemente está mintiendo.

P.- Por supuesto si no cree que Adolfo Suárez le haya hecho semejantes confidencias a Pilar Urbano, tampoco creerá eso de Marian delante diciéndole «papá, papá» no hables.
R.- Soy absolutamente conocedor de la relación entre mi padre y mi hermana Marian, que era extraordinaria. Mi hermana Marian se dedica durante una temporada a ordenar el archivo de mi padre y ella misma transmite en una entrevista muy simpática que le hacen cómo su padre no le deja ver determinados documentos y determinadas carpetas. Es curioso que, no dejándole ver determinados documentos y determinadas carpetas, resulta que durante una conversación, en la que está presente esta señora, mi padre se despacha a gusto. Y, claro, se supone que mi hermana ya conoce la historia, porque al decirle «papá, papá»… Y toda la garantía que le da mi padre es que «ésta es del Opus». El problema es que sólo estaban, por lo visto, mi padre y mi hermana, los dos muertos. Es curioso, esto está llena de testimonios de los muertos y, además, esos testimonios contradicen todo el proceder de esos muertos en vida. Mire, usted me está diciendo que lo que hicieron en vida no tiene nada que ver con lo que usted cuenta cuando ya están muertos. Y, además, se lo han contado a usted. A solas.

P.- En definitiva, usted hace una enmienda a la totalidad de este libro.
R.- A la totalidad. Es decir, veo que hay cosas que son ciertas pero que se retuercen de una manera espuria para acabar llegando a una mentira y, al final, el libro y esta señora parece que pretenden enaltecer la figura de Adolfo Suárez para luego, una vez tenido a Adolfo Suárez bien en el altar, sin poder defenderse, le utilizan para darle el guantazo más importante que se le ha dado al Rey. Bueno, pues yo hago una enmienda a la totalidad a eso, lo niego y digo que es ofensivo para el Rey, para mi padre y para nuestra familia. Y que es radicalmente mentira. Jamás pensó el Rey que Adolfo Suárez fuera un traidor y jamás pensó Adolfo Suárez que el Rey tenía nada que ver con el golpe de Estado. Todo lo contrario. Rotundamente, sin ningún tipo de fisura ni de duda.