Zapatero y Rajoy constatan sus serias divergencias en el primer debate parlamentario sobre el plan

Durante el pleno del Congreso para el referéndum sobre la Constitución Europea, el presidente del Gobierno y el del PP protagonizaron un correoso cuerpo a cuerpo sobre el plan Ibarretxe y comprobaron que tienen un denominador común: su rechazo al proyecto. A partir de ahí, discrepancias por doquier.

El plan Ibarretxe no ha entrado aún en el Congreso, aunque ayer irrumpió por la puerta de atrás y sin que lo entregue el presidente del Parlamento Vasco. El pleno para que la Cámara baja autorizara al Gobierno a convocar el referéndum sobre la Constitución Europea fue la excusa para que el jefe del Gobierno y el líder de la oposición constatasen sus serias divergencias sobre la estrategia a seguir ante la reforma estatutaria aprobada por el Parlamento de Vitoria.

El presidente del Gobierno y el del PP protagonizaron un correoso cuerpo a cuerpo sobre el plan Ibarretxe y comprobaron que tienen un denominador común: su rechazo al proyecto. A partir de ahí, discrepancias por doquier. Era el primer debate del año, y el jefe del Ejecutivo defendió en su intervención inicial las bondades de la Constitución Europea sin mención alguna a la iniciativa del Parlamento Vasco. Rajoy tomó el relevo y centró buena parte de su discurso a criticar la, a su juicio, tibieza del Gobierno ante la reforma estatutaria.

Rodríguez Zapatero recordó en su réplica que ése no era el objeto del debate, pero ya que el líder de la oposición lo sacó a colación entró a saco. Mostró su sorpresa por el hecho de que Rajoy sea un acérrimo opositor a que el plan Ibarretxe se debata en el Congreso y hubiera dedicado al mismo «media intervención» ante el pleno. Sostuvo que la propuesta procede de un Parlamento que tiene «una legitimidad clara» y la respuesta, en consecuencia, debe proceder del Congreso, que representa «la soberanía popular o nacional».

Garantizó que los socialistas darán un «no claro, firme y rotundo» al plan Ibarretxe porque si bien es cierto que es «muy importante la voluntad de la mayoría del Parlamento Vasco», el criterio de la mayoría del Congreso es «bastante más importante». Rodríguez Zapatero advirtió al PP de que su estrategia de «demostrar que hay unos más firmes que otros» en la defensa de la unidad de España o de la Constitución es «un camino equivocado» porque la contundencia de los argumentos se demuestra en el debate «cara a cara». Esa postura, sentenció, «dará mucha más fortaleza» al rechazo a la reforma estatutaria.

La ley

En su réplica, Rajoy se aferró a la letra de la ley y advirtió de que «el cumplimiento de la ley no es negociable». El líder de la oposición señaló que la Constitución y los estatutos de autonomía establecen los procedimientos para sus modificaciones, y el plan Ibarretxe, bajo un manto de reforma estatutaria, encubre una reforma constitucional. Por esta razón, dijo, no se puede debatir en el Congreso.

El líder del PP descalificó al plan Ibarretxe por ser un desafío «inconstitucional» frente al cual el Gobierno, en vez de mostrar firmeza, rendirá «el honor» de tender «una alfombra roja» para recibir la iniciativa en el Congreso. Rajoy se preguntó por qué Zapatero adopta esta postura. Y se respondió. «¿Por inconsciencia? Tal vez. ¿Porque le falte grandeza? Quizá. Pero, principalmente, porque está preso de Esquerra Republicana y no quiere que el socio se irrite». Un comportamiento, advirtió, que «no es serio» porque «o repicamos o vamos en la procesión». Rajoy describió «la pintoresca» situación creada: «Ibarretxe está en manos de Batasuna, de ETA; Batasuna e Ibarretxe tienen el apoyo de Esquerra para su plan, y usted, que está en manos de Esquerra, tiene que enfrentarse a Ibarretxe. ¡Curioso!».

EL DIARIO VASCO, 12/1/2005