Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 21/10/11
Sí, tras casi medio siglo de terror -asesinatos, secuestros y extorsiones de todo tipo- y tras un saldo estremecedor en términos de sufrimiento humano, ETA reconoció ayer el estrepitoso fracaso de su siniestra aventura criminal. No otra cosa es ese anuncio de que abandona definitivamente las armas. Las abandona tras haber asesinado a más de 800 personas y sin haber conseguido ni uno solo de sus delirantes objetivos. Las abandona, por tanto, tras haber provocado durante años y años una constante destrucción que no ha servido para otra cosa que para causar un inconmensurable dolor a sus víctimas, que han de ser hoy más tenidas en cuenta que jamás a todo lo largo de esta terrible pesadilla.
Y es que, contra lo que sostenían en su escarnecedor comunicado de anteayer los santones de la llamada Conferencia de San Sebastián, en el País Vasco no ha habido a lo largo de todos estos años más conflicto que el provocado por unos pistoleros empeñados en imponer por la fuerza de las armas lo que no lograban conseguir por la fuerza de los votos. Ninguna guerra, más que la que libró el Estado de derecho contra el crimen organizado de una banda de asesinos.
Frente a sus inicuas e inadmisibles pretensiones, que de haber sido aceptadas hubieran supuesto la muerte misma de nuestra democracia y nuestra libertad, los españoles hemos aguantado hasta ganar. Y ayer quedó patente que ganamos: hemos resistido contra ETA y todos sus amigos y aliados y ese es nuestro premio. Un premio que ha tardado cuarenta y tres largos años en llegar y que se ha cobrado cientos de vidas de hombres y mujeres que, ahora más que nunca, merecen el homenaje de toda nuestra sociedad.
Por eso hoy es el día de decir que no es cierto que no tenga que haber vencedores y vencidos. ¡Cómo no! Tiene que haberlos para fijar el único relato que una sociedad sana puede transmitir hacia el futuro: que quienes han defendido la democracia, el pluralismo político, el respeto a los derechos humanos y el cumplimiento de la ley son los vencedores frente a quienes han violado todas las reglas democráticas y todas las leyes y todos los derechos.
Y por eso hoy es también el día de decir que quienes han perdido y nos han hecho sufrir tanto no pueden ahora pretender cobrar ningún precio (¡ninguno!) por haber dejado de matar. ETA lo intentó todo para alcanzar sus objetivos y solo cuando, tras no haberlos logrado, se ha visto forzada a aceptar su monumental derrota, ha anunciado el abandono de las armas. Las deja porque no le queda más remedio, pero las deja tras haber provocado un sufrimiento que ya resulta de todo punto irreparable.
Nadie podrá devolver la vida a los muertos, ni sanar a los heridos, ni compensar tantos padecimientos como los que ETA ha provocado. Pero, al final, hemos ganado todos los españoles de bien, que somos la inmensa mayoría.
Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 21/10/11