Santiago González, EL MUNDO, 30/6/12
Hace algunos años, el entonces rector de la UPV, Manu Montero, acuñó una brillante paráfrasis sobre la más conocida sentencia de Von Clausewitz: «La fiestas populares vascas son la continuación de la política por otros medios». En línea con esta idea, Javier Elorrieta explicaba que en Euskadi habría que extender una carpa desde Irún a Lanestosa para que pareciera un circo.
La carpa no hace falta, por lo visto. El jueves se inauguraban las fiestas de Lasarte. El 20 de marzo de 2001, el teniente de alcalde socialista de la localidad, Froilán Elespe, tomaba café en el bar Saoeta a las tres menos veinte de la tarde, cuando un pistolero se le acercó por detrás y le disparó dos tiros en la cabeza. Al día siguiente, en el pleno del Ayuntamiento convocado a propósito del asesinato, pudimos conocer a una tipa que responde al nombre de Aiora Zulaika y era concejal de Euskal Herritarrok, marca blanca de Batasuna por enton- ces. Era una payasa, dicho sea estrictamente, y también cómplice moral del comando Hontza que perpetró el asesinato.
Hoy el lugar del crimen está gobernado por Bildu y la concejal del PNV Estitxu Alkorta no ve contradicción entre oponerse al homenaje que los nuevos batasunos rinden este fin de semana a la ex concejal Zulaika y la decisión de contratar a esa pareja siniestra por 6.000 euros de las arcas municipales.
Pirritx eta Porrotx son en estos San Pedros los héroes del centenar de niños que en compañía de sus padres se congregaron para la tamborrada infantil y cantaron con el candor propio de su edad y de su tierra temas contra la dispersión de los presos terroristas y otros asuntos igualmente edificantes. «Una cosa son las personas y otra los payasos», dijo la citada concejal peneuvista, en incierto equilibrio entre ambas categorías. «Hará falta una generación para pasar página. No es el momento de homenajear a una persona que justificó el asesinato de un compañero», aunque sí, por lo visto, de contratarla con cargo a los presupuestos. El muerto al hoyo y el vivo al bollo.
El voto del PNV ha permitido a Bildu detentar la alcaldía de Lasarte y algo tenía que decir para justificar su infamia. Hoy su alcalde neobatasuno dice que estaría fuera de lugar un homenaje al difunto Elespe y precisa que a Pirritx y Porrotx se les reconoce como artistas, no como políticos. Dios mío, qué solos se quedan los muertos, escribió Bécquer, y eso que jamás llegó a imaginar la Euskadi de estos tiempos. Uno piensa en los familiares de Elespe, en su viuda y sus hijos y luego, en ese centenar de niños, coreando las canciones y celebrando la puta, inexplicable alegría de esos payasos, augustos cómplices del crimen. También en el escandaloso silencio de las buenas personas que denunció Martin Luther King, qué digo silencio, en su aplauso benevolente y la subvención con el dinero de todos.
Léanse el fundamento jurídico número 15 de la sentencia del Constitucional que legalizaba un nuevo partido para Pirritx eta Porrotx y sus pías advertencias sobre comportamientos que podrían acarrear una ilegalización sobrevenida. ¿Comprende, don Pascual? ¿Comprende, doña Elisa? Don Eugeni, don Pablo, don Luis Ignacio, doña Adela, ¿alguna idea a la luz de su candil?¡Qué payasada!
Santiago González, EL MUNDO, 30/6/12