ETA quiso repetir con él una acción similar al secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. En aquel momento, Benjamín Atutxa era profesor de instituto y concejal del PSE en Eibar. «No creo que me pidan perdón algún día. Están muy fanatizados y son muy fundamentalistas».
Benjamín Atutxa ronda los 60 años. Nacido en Bedia, ETA quiso repetir con él una acción similar al secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. En aquel momento era profesor de instituto y concejal del PSE en Eibar, donde vive desde hace treinta años. Ahora es parlamentario socialista.
– ¿Qué ha sentido al ver el vídeo de Arkaitz Goikoetxea?
– Me ha impresionado casi más que cuando hace tres años me enteré de sus planes. Como al final no me pasó nada, me acabó pareciendo algo lejano, como irreal. Pero al ver las declaraciones, el zulo, las jeringuillas, impresiona mucho. Ahora soy más consciente de lo cerca que estuve de ir al otro barrio. Es espeluznante.
– ¿Le ha sorprendido su frialdad?
– Cuando una persona se fanatiza puede llegar a eso. Pensamos que sólo puede pasar en países del Tercer Mundo, donde por robarle cuatro perras a uno acaban con su vida. Pero se entiende mucho menos cuando son jóvenes que han pasado por una educación, que deben tener unos valores. Sin embargo, está claro que algo falla en la sociedad. Pienso que son cada vez menos, pero se hace duro pensar que nuestra vida valga tan poco.
– Goikoetxea representa a una parte de la sociedad y de la juventud vasca minoritaria, pero muy radicalizada.
– Muy fundamentalista. Al verle me vienen a la cabeza episodios de los fanáticos del islam, que sólo piensan en lo que les dicta su líder supremo y están dispuestos a impulsar sus ideas por encima de las vidas de las personas o de cualquier otra cosa. Es difícil comprender cómo puede ocurrir algo así en una sociedad como la vasca. Eso demuestra que todavía hay espacios de mejora en esta sociedad en el ámbito educativo y moral.
– Visto lo visto, ¿es posible la reconciliación o, cuando menos, una mínima convivencia?
– Uf. Es una cuestión de fases. Va a ser muy complicada una reconciliación entre las personas implicadas en este tipo de acciones y las que las han padecido. Es posible que tarde más de una generación. Quizá en otros casos, donde el enfrentamiento sólo ha sido dialéctico, pueda darse antes.
– ¿Y qué tiene que ocurrir?
– Primero hace falta que pidan perdón y reconozcan el daño causado. Eso es básico antes de empezar cualquier proceso de reconciliacion. Se está intentando trabajar en los centros escolares, con los planes de convivencia y los relatos de las víctimas. Pienso que es fundamental para crear la nueva sociedad que tiene que surgir. Insisto: lo primero es reconocer el horror y, a partir de ahí, se puede hablar de reconciliación.
La semilla sembrada
– ¿Y ve factible que ‘Txeroki’ o Goikoetxea le pidan perdón?
– No lo sé. Pero lo veo difícil porque son jóvenes muy fanatizados. Durante años se ha sembrado una semilla y se ve que ha crecido. Los jóvenes que piensan que es lícito conseguir sus intereses políticos por medio de la violencia cada vez son menos, pero sigue habiendo.
– Cuando salió a la luz que ETA iba a matarlo, ¿recibió algún gesto de apoyo por parte de la izquierda abertzale?
– Dos personas. Y no del pueblo. Una directa y otra indirectamente me dijeron que me apoyaban y me dieron ánimos. Pero era gente que anteriormente no había tenido trato conmigo.
– ¿Y los que sí la habían tenido? Por ejemplo, la izquierda abertzale de Eibar.
– Pues bajaban o apartaban la mirada cuando me veían.
– ¿Confía en los pasos que está dando la izquierda abertzale?
– Bueno, puede que lo sean. No se sabe hasta qué punto pueden ser forzados por las circunstancias y la presión del Estado de Derecho. A medida que han visto que era imposible cumplir sus objetivos por lo métodos que seguían… No lo sé. Sí estoy convencido de que hay un sector de la izquierda abertzale que quiere dejarlo y acabar con su dinámica de 40 años de violencia. Pero también creo que otros no lo tienen tan claro.
– ¿Quiénes?
– Son una minoría. Y el problema es que, al final, si no entregan las armas, el que las lleva suele ser el que tiene la voz cantante.
– ¿Qué recuerda del día que recibió la noticia?
– Fue un día de Santiago (se celebran las fiestas de Ermua). La víspera había regresado con la familia de un viaje por el Mediterráneo. Escuchamos por la radio que ETA preparaba el secuestro de un concejal socialista. Bueno, podía ser yo, pero tampoco le di mucha importancia. Ya el 25 (de julio) primero me llamó Rubalcaba y luego Zapatero. Pensé que era una broma. Lo más fuerte fue decírselo a la familia. Una cosa es lo que uno puede sufrir y otra, lo que padecen quienes están a tu alrededor. Y eso suele ser más duro.
EL CORREO, 29/3/2011